Qatar, el Mundial de la vergüenza
Las oenegés denuncian la muerte de miles de trabajadores durante la construcción de los estadios
Somos nadie: Qatar, el Mundial de la vergüenza
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Qatar es un país situado en el oeste de Asia, hace frontera con Arabia Saudí. Igual que su vecino, el estado qatarí está gobernado por una monarquía absolutista, la familia Al Thani, que gobierna aplicando la Ley Sharia. Ser homosexual en Qatar te puede costar hasta 7 años de cárcel. Las decisiones más importantes en la vida de las mujeres tienen que hacerla con permiso de su padre, abuelo o marido. Igual que su vecino saudí, Qatar es un aliado de Europa y Estados Unidos. La razón es la misma: tiene petróleo y gas y permite que las empresas occidentales hagan negocios en su territorio.
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Los beneficios del petróleo han convertido a Qatar en un Estado rico. Se han gastado 6.600 millones solo en la construcción de siete estadios de fútbol. Según el diario británico The Guardian desde que el país logró ser la sede del Mundial 2022 (entre acusaciones de soborno de los directivos de la FIFA), han muerto 6.500 trabajadores por las duras condiciones laborales: según Amnistía Internacional, los trabajadores soportan temperaturas máximas de 50 grados, jornadas laborales de 10 horas diarias, por salarios de 190 dólares. Según Human Rights, a tres meses del Mundial, el régimen de Qatar detuvo y expulsó a 60 obreros que participaron en una protesta contra los impagos y las condiciones esclavistas. El 95 % de los trabajadores que sufren esas condiciones son inmigrantes de la India, Nepal, Filipinas o Bangla Desh.
La FIFA mira para otro lado
Cuando Putin invadió Ucrania, la FIFA se sumó a la ola de solidaridad internacional con el pueblo ucranio y sus dirigentes manifestaron en un comunicado público que “la FIFA muestra su solidaridad con el pueblo afectado, en situaciones como esta -añadía el texto- donde hay violencia, el fútbol deja de ser una prioridad”. Pero cuando se trata del negocio del Mundial lo prioritario siempre es el fútbol, o sea, el negocio. Ya hay antecedentes igual de graves: la FIFA celebró el Mundial durante la dictadura de Mussolini en Italia en 1934, también durante la dictadura militar argentina de Videla en 1978 o, más recientemente, en 2018 en Moscú, cuando ya Putin había demostrado su menosprecio a los derechos del pueblo checheno o la población homosexual.
Cuando le preguntaron al presidente de la FIFA Gianni Infantino por la muerte de los trabajadores dijo que en realidad solo habían muerto 3. En este asunto la FIFA cree a quien quiere creer, o sea al Comité Organizador y no da credibilidad al periódico The Guardian cuando habla de más de 6.500 muertos o incluso a la Organización Internacional del Trabajo que ha reconocido más de 50 muertes solo en 2020.
De estas cifras y de las condiciones de los trabajadores migrantes no se habla en los medios de Qatar, donde no hay libertad de expresión, mientras sus rascacielos están cubiertos con fotos de futbolistas. Este domingo una crónica en El País contaba que las piernas del tinerfeño Pedri ocupan 20 plantas de un edificio. Pues vayan desde aquí mis piernas, también canarias, para dar una patada a la Fifa, que solo se mueve por el dinero. Y a Qatar, que aunque es un Estado que se define musulmán, también prefiere el dios dinero, por eso durante la celebración del Mundial suspenden la prohibición de beber alcohol horas antes y después de los partidos en los alrededores de los estadios.
Así que viva el negocio del fútbol, y no olviden los aficionados que Qatar les permitirá emborracharse unas horas después de cada partido, y pueden hacerlo a unos metros de cárceles donde están encerrados los homosexuales. Que viva el fútbol, el dios dinero… y los goles que el régimen de Qatar va a meter a los Derechos Humanos durante el Mundial y después.