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Pablo Milanés, el trovador libre

El cantautor cubano vivió y cantó comprometido con la libertad y la justicia

Somos nadie: Pablo Milanés, el trovador libre

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Las Palmas de Gran Canaria

Horacio Guarany escribió ‘Si se calla el cantor, calla la vida, porque la vida misma es un canto’, una letra que popularizó Mercedes Sosa. La voz de Pablo Milanés callaba este martes después de formar parte de la memoria sentimental de varias generaciones.  Fue un artista integral, que en sus canciones supo combinar las raíces del folklore cubano, los ritmos del jazz y el feeling con las letras comprometidas con la realidad social de Cuba y de Latinoamérica.

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Milanés fue un hombre tan libre que en los inicios de la Revolución Cubana, cuando tenía 23 años,  estuvo detenido un campo de trabajos forzados (él lo denominó campo de concentración estalinista), y allí cantó y organizó conciertos para los presos que estaban detenidos por ser peludos, vestir pantalones vaqueros o ser homosexuales, lo que demuestra que la Revolución Cubana empezó caminando hacia atrás y con el pie ultraderecho. Años después Pablo le dio una oportunidad a la Revolución en las primeras décadas, las de los sueños antiimperialistas. Y siguió comprometido con su pueblo cuando vio que la deriva política de los hermanos Castro convertía el régimen en una dictadura de burócratas.

Mostró sus diferencias públicas con el régimen pero no recibió el castigo de silencio que tuvieron otros artistas disidentes, los hermanos Castro sabían que perdían más castigando a Pablo que dejándolo ser libre, por eso hasta el último año Pablo cantó en teatros cubanos, a pesar de que vivía en Madrid.

El amor y la política

Se ha repetido mucho estos días que en el  repertorio de cientos de canciones  de Pablo Milanés predominan las de amor frente a las políticas. Se equivocan. Porque las canciones de amor de Pablo Milanés, con las que tanto hemos amado y tantos nos hemos enamorado, son también canciones políticas. El trovador cubano defendía la justicia cuando quería pisar las calles nuevamente de Santiago de Chile (1), y cuando no se atrevía a preguntarle a la amada si se quedará, porque temía la respuesta de un jamás (2).

Pablo no veía a la mujer como un objeto de posesión o de conquista, más bien la agasajaba desde el respeto: por eso se desnudaba ante ella con siete razones (3), o le pedía que llenara cada minuto de razones para respirar, pero no le exigía que bajara una estrella azul ni que firmara papeles grises para amar (4)

Esta semana se nos fue no solo un cantautor que puso la banda sonora a tantas historias de amor, también se nos fue un hombre que en la vida y en el amor, defendió la libertad y la justicia, que fue fiel a sí mismo. Aunque cantó que la vida no vale nada,  la vida de Pablo sí valió la pena, porque no fue un pobre cantor que lo borrará la historia (5) por no haber tocado espinas. Gracias, eternamente Pablo.

(1) Yo pisaré las calles nuevamente, (2) El breve espacio en que no estás, (3) Yolanda, (4) Yo no te pido, (5) Pobre del cantor

 
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