“Hacer el Cristo y dejarme llevar por la corriente, me salvó de ahogarme”, recuerda un superviviente
La prevención puede evitar muertes por ahogamientos, que superan los fallecimientos por accidentes de tráfico


Las Palmas de Gran Canaria
Familiares de víctimas y supervivientes de ahogamientos compartieron sus experiencias con motivo del Día Mundial de Prevención de Ahogamientos, con un objetivo claro: que los ahogamientos no son sucesos inevitables, que su número se puede reducir con prevención. Con esta idea de concienciar y generar una cultura de seguridad acuática en la población, unos y otros se expusieron a contar sus historias: "Queremos ayudar a que haya menos ahogamientos. Al final sí se pueden evitar, porque es como las carreteras en las que, cuando tú tienes una señal de treinta, sabes que tienes que ir a treinta. Tampoco hay que tenerle miedo; simplemente ser conscientes de que, con información, hay prevención", sostuvo Ana Suárez, la mujer de Arturo Fontán.
La historia de Arturo es especialmente emotiva, porque se lanzó al mar para rescatar a una mujer que se estaba ahogando y aunque ella consiguió salvarse, él no tuvo la misma suerte y fue engullido por el mar. Falleció finalmente en el hospital y su mujer comenzó una batalla legal, que ha durado cuatro años y medio, para que su muerte no fuera en balde: "Mi marido falleció en una playa por falta de medidas de seguridad; de no ser así, él aún estaría aquí. Entonces yo inicié una lucha para mostrar que sí se podían evitar muertes y que tomar medidas evita mucho daño".
Más muertes que en las carreteras
Esta lucha para que las entidades públicas se responsabilicen de señalizar las zonas más peligrosas logró un hito histórico recientemente, cuando Ana Suárez, junto con un equipo de abogados, logró una sentencia pionera en España. Por ella, el Ayuntamiento de La Oliva deberá indemnizar a la familia de Arturo Fontán por no señalizar la peligrosidad de la playa, ni disponer de un socorrista en la zona en la que falleció: "Que la administración adopte ese papel de responsabilidad a la hora de proteger a todos los ciudadanos es muy importante", recuerda la abogada Vanesa Ramírez.
El conocimiento de la zona o la rutina de ir a un sitio en el que uno se baña desde siempre no deben crear una confianza ciega. La historia de Miguel Noya tiene que ver con esta falsa percepción de seguridad y sucedió en Las Canteras, una playa que había frecuentado con anterioridad: “Ni siquiera estaba ni muy lejos de la costa, aunque había bastante corriente". De hecho, Miguel buceaba con gafas de tubo cuando se dio un golpe y se le rompió la aleta, en una zona en la que, ahora sabe, suele haber mucha corriente. Sobreponiéndose al agobio, logró llamar a sus amigos y que avisaran a la Cruz Roja y, afortunadamente, todo quedó en un susto.
Dejarse llevar por la corriente
Cómo actuar cuando nos lleva la corriente es, de hecho, una de las claves para salvarse de un ahogamiento. Expertos y supervivientes insiste en destacar que, cuando uno siente que la corriente le está llevando mar adentro, lo primero que debe hacer es aguantar el impulso de nadar rápido hacia la orilla. Lo único que va a conseguir de ese modo es cansarse, tragar agua, quedarse en el mismo sitio y agobiarse aún más. Es en esos momentos cuando hay que mantener la calma y nadar en paralelo a la orilla hasta dejar de sentir la corriente, y ahí es cuando hay que empezar a nadar hacia la orilla.
Lo explica gráficamente Rafael Giraldo, que sí supo mantener la calma y logró por ello sobrevivir tras permanecer a la deriva 14 horas, de noche y con el agua helada. Al principio, como ocurre a la mayoría, intentó nadar, pero se dio cuenta de que no sabía hacia donde iba y que no podía ver nada; y que, además, solo estaba gastando su energía: "Aquel momento en el mar necesitaba tener paz en la cabeza, que no te quita el dolor, pero sí los temores". Ahí decidió "hacer el Cristo" y dejar que la corriente le llevase hasta llegar, ya por la mañana, a la estructura de una piscifactoría, a la que consiguió subirse con la poca energía que le quedaba y quedarse ahí hasta que lo encontraron unos trabajadores. Rafael estuvo ingresado en el hospital por hipotermia y tragar mucha agua, pero no tuvo ninguna complicación mayor ni le quedaron secuelas.
‘Canarias, 1.500 kilómetros’ organizó este encuentro de "Las víctimas, protagonistas" para prevenir ahogamientos, con el apoyo de El Cabildo de Gran Canaria y del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria. Hace 6 años comenzó esta campaña, pionera en España y en la Unión Europea y cuyo objetivo no es trasladar miedo hacia el mar, si no concienciar a los ciudadanos con estos testimonios; promover iniciativas que visualicen este peligro y las medidas preventivas que se pueden tomar para evitar desgracias. "Yo el primer año que desapareció mi hermano tenía miedo de ir a la playa, pero ahora en ella encuentro libertad, como que algo mío está ahí", concluyó por su parte Fifa, la hermana de una víctima por ahogamiento cuyo cuerpo nunca fue encontrado.




