Sobre los misterios del polígono de Güímar
EL ENFOQUE 6 NOVIEMBRE
Santa Cruz de Tenerife
Lo que ocurre en el polígono de Güímar sigue siendo uno de los misterios más insondables de Tenerife. Es propiedad teórica de los tres municipios del Valle en distintas proporciones, tras ser transferido en 2013, al cumplirse los cuarenta años de existencia del polígono. Lo peor es que nadie sabe hoy a ciencia cierta quién diablos manda allí. Las acusaciones cruzadas por el abandono de las instalaciones llegaron a provocar en 2015 que la entonces alcaldesa de Güímar pintara sobre las aceras y el asfalto del polígono una línea fronteriza color azul pitufo –el color del PP, partido de la alcaldesa- para delimitar su responsabilidad. Fue pintura gastada en balde, pero permitió hacer patente la incapacidad para resolver la situación.
Diez años después de haber sido recibido por los ayuntamientos, el Polígono se mantiene en el abandono, y no se ha constituido aún la instancia de coordinación y gestión entre municipios, ni va a crearse, por oposición de las administraciones municipales. Finalmente, el Cabildo optó por proponer un formato de consorcio –aceptado a regañadientes por los municipios- e integrado por las cuatro corporaciones y los empresarios, aunque estos carecerán de voto. El consorcio aún tiene que ser aprobado, pero la Asociación de Compensación, a pesar de la oposición municipal, ha sido disuelta por mandato judicial. Es cierto que quedan aún pendientes de resolver algunos flecos, como la situación irregular de varias viviendas en cuevas de la Playa de Lima, y –sobretodo- hay que materializar legalmente el traspaso del pozo de Chiguengue, actualmente gestionado de forma privada por una empresa, cuando desde 2013 fue transferido a los tres municipios.
La empresa propietaria del pozo, que vende agua a los propios ayuntamientos, además de surtir a todas las empresas del polígono, se ampara en que no se ha creado el organismo de gestión establecido en la cesión de 2013, y se niega a devolver la gestión de una instalación que genera millones en facturación sin control, y que vende agua a cualquiera que se lo pide. Se trata de un agua absolutamente imprescindible para el funcionamiento de las empresas del polígono, y muy valiosa para los ayuntamientos, que reclaman recuperar su pozo.