Ruido

Los maîtres, gobernantas y otros tantos cargos intermedios del sector turístico de Canarias están a punto de jubilarse masivamente. Se incorporaron a una actividad cuando eran jóvenes y el destino se hizo mayor al mismo ritmo que ellos. Ahora, sin embargo, no encuentran relevo. Porque con el turismo está ocurriendo esto: que pasó de emplear a muchos trabrajadores de la Canarias rural en la década de los sesenta, a no encontrar ahora a quienes quieran emplearse en esta actividad, pese a que sigue registrando récords en la llegada de visitantes. ¿Qué ha pasado en estos 50 años?

Hoy, el mercado laboral turístico está patas arriba. Se pulsa una insatisfacción entre buena parte de los trabajadores que desmotiva. Se ha convertido en una selva en la que, a falta de convenio regional, se compite en pactos provinciales y en acuerdos de empresa que rememoran otros tiempos de los que no queremos acordarnos. No somos los camareros de Europa, ni mucho menos, como sostienen alguno. Pero el empresariado tampoco termina de tratar a sus empleados como lo que son: unos profesionales que aspiran, como sus patrones, a una vida digna. Represtigiar el turismo pasa, en primer lugar, por dignificar los empleos. Lo demás es, como decía Sabina, ruido y ruido. Demasiado ruido.