Sobre las maniobras de Román

Nueva Canarias nunca ha sido muy amiga del cumplimiento riguroso de las leyes. Las sanciones del Tribunal de Cuentas y el cambio de nombre para seguir operando tras no presentar sus cuentas durante años son prueba de ello. Pero ahora, además, han decidido reinterpretar la legalidad a su antojo: Román ha iniciado una cruzada contra 22 concejales que, tras concurrir a las elecciones en candidaturas conjuntas con Nueva Canarias, han optado por sumarse al nuevo proyecto Municipalistas. La dirección romaní los ha declarado tránsfugas y ha pedido a sus ayuntamientos que los releguen al grupo de no adscritos, como si nunca hubieran tenido otra legitimidad que la que concede la obediencia ciega al líder.

Lo curioso es que Román hizo en 2005 exactamente lo mismo que ahora denuncia: se fue de Coalición, fundó su propio partido, se llevó a media organización de Gran Canaria… y nadie le llamó tránsfuga. Pero claro, aquello era hacer política con mayúsculas. Lo de ahora, en cambio, es una traición intolerable.

Mientras se acusa a los demás de desleales, Nueva Canarias protagoniza episodios como el de Telde, donde se usó el certificado digital de una concejala ausente para cesarla sin su autorización. Una interpretación muy creativa. O un acto de prestidigitación política.

La obsesión que demuestra hoy Nueva Canarias tiene un motivo: según la última encuesta publicada, perderían el 80 por ciento de sus escaños en el Parlamento. Y eso, para un partido que basa su poder en tener la llave de gobiernos, es una condena a la irrelevancia.

Por eso se aferran a lo que pueden. Aunque para hacerlo tengan que retorcer la ley, reescribir la historia o inventar tránsfugas donde lo único que hay es un grupo de gente que disiente del autoritarismo de Román y ha decidido emprender otro camino con dignidad.