Sobre el inicio de la cuenta atrás de Torres
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El enfoque de Francisco Pomares
Pedro Sánchez empieza a madrugar, y no por gusto. Tiene que gestionar otra crisis: la que afecta a su ministro de Política Territorial, Ángel Víctor Torres, por su presunta relación con la trama del petróleo venezolano. Torres aparece en el centro de una historia que mezcla crudo, comisiones y reuniones con Aldanma, Rivas, Díaz Tapia o Ábalos.
Ayer compareció Torres en la Comisión de Investigación del Parlamento de Canarias. Y no aclaró nada. No explicó su papel en las compras de material sanitario, ni por qué hablaba con Koldo, ni por qué su Gobierno fue el que más contratos firmó con las empresas de la trama: 20 millones de euros. Tampoco explicó una foto en Fuerteventura con gente vinculada a la fraudulenta RR7. Dijo que estaba comiendo con un amigo. eso lo aclara todo. Torres insistió en que hizo las cosas lo mejor posible, que nunca ha pedido un euro y que el mundo, en 2020, era un “mercado persa”. Lo que no dijo es por qué no recuerda haber conocido a Díaz Tapia, el de Megalab, pese a que lo recibió en su despacho probablemente más de una vez. La amnesia, por lo visto, también es pandemia.
La diputada Espino, que ha demostrado su vocación de fiscal en esta comisión, acorraló a Torres con las compras del Servicio Canario de Salud a Megalab. Y él, lejos de contestar con datos o asumir responsabilidad alguna, se revolvió como un boxeador sonado, soltando frases hechas y acusando al PP de “querer enfangar su imagen”, y a la diputada de ofender a los funcionarios. Pero los ataques más duros no vienen del PP, sino de los medios que ya adelantaron lo de Cerdán. Torres no puso la mano en el fuego por nadie. Ni por Antonio Olivera, que fuera su hombre de confianza. Ni mucho menos por los cargos de su Gobierno ya investigados.
Pobre Torres: en Moncloa preparan ya su salida. Sánchez no quiere otro “caso Cerdán”. Torres aún cree que puede salvarse con negaciones y silencios. Pero la cuenta atrás ha comenzado.




