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Greenpeace advierte que el 10% de las viviendas de Cantabria están en zonas inundables

En el caso de Santoña el 70% de sus calles están en zona de riesgo de inundación

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Santander

Cantabria empezará a perder playas en los próximos diez años puesto que la práctica totalidad de su litoral se verá afectada por la subida del nivel del mar en 2030, según el informe de Greenpeace 'Crisis a Toda Costa 2024. Análisis de la situación del litoral ante los riesgos de la emergencia climática', presentado este martes.

Según este documento, la erosión y la subida del nivel del mar representan graves amenazas para el litoral de Cantabria.

En el escenario actual de ritmo de subida del nivel del mar y contaminación y según el consenso científico del Sexto Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas (IPCC 2021), la práctica totalidad de la costa cántabra se verá afectada por la erosión y la subida del nivel del mar, si bien destacan con especial intensidad la ría de Tina Menor, San Vicente de la Barquera, Punta Escubiles, Punta Candelaria, ría de Oyambre, Suances, Liencres, Santander, Astillero, Somo, Noja, El Joyel, Santoña, Escalante, Montehano, Cicero, Laredo y Castro Urdiales.

Además, el cambio climático conlleva un agua más caliente, que se evapora más, lo provoca la formación de DANAs y ciclones más potentes y peligrosos, aumentando los daños por inundaciones, y las aguas del Golfo de Vizcaya son las más vulnerables a su creciente intensidad.

En este sentido, Cantabria tiene el 10% de sus viviendas en zonas inundables y en el caso de Santoña, el 70% de las calles están en zona de riesgo de inundación.

El informe de la asociación ecologista recoge que los 284 kilómetros de la costa cántabra tienen poco más de un 10% protegido, lo que la posiciona entre las últimas de España. El porcentaje es inferior al de costa urbanizada, que supone un 40% del total. El riesgo de erosión que presenta la costa cántabra es "bastante significativo" debido a la pérdida de cubierta vegetal y la deforestación, que también disminuye la capacidad de conservación de especies.

Los espacios naturales protegidos de su costa son escasos pero tienen un valor ambiental muy destacado, como los parques naturales de Marismas de Santoña, Victoria y Joyel, las Dunas de Liencres y Oyambre.

Además, apunta que la masificación del turismo en el área mediterránea está desplazando la presión urbanizadora y turística hacia la costa cantábrica.

"Se trata de exportar el mismo modelo que ha arrasado el litoral en tantos puntos de sur y este peninsular al norte", donde, señala, se plantea la construcción "de un gran complejo turístico" con campo de golf en terrenos calificados según el Plan de Ordenación del Litoral como zona de Protección Litoral y zona de Ordenación Ecológica Forestal entre Langre y Loredo.

También recoge que "cada vez hay más voces contra la masificación turística en Cantabria que demandan que se ponga coto al descontrol de los alojamientos turísticos o el respeto a los espacios protegidos como las Dunas de Liencres donde, desde que finalizó la pandemia del COVID-19, hay una auténtica invasión de autocaravanas en el Parque Natural en los festivos y la época estival".

Para Greenpeace, las "excepcionales características naturales" hacen deseable que estos aparcamientos se ubiquen fuera del espacio protegido y no se permita la pernocta de autocaravanas ni tiendas de campaña.

Por otra parte, Noja es la localidad española con más alojamientos turísticos, pasa de 2.700 habitantes en invierno a 80.000 en verano. El 47,7% de sus viviendas son ocupadas solo esporádicamente, con el consiguiente problema en la planificación de los servicios públicos.

En otro orden, para Greenpeace, la contaminación en la costa "tiene un nombre en Cantabria: Solvay". De la planta situada en Torrelavega sale un colector de ocho kilómetros que desemboca en la playa de Usgo a través de un emisario submarino. Los residuos procedentes de la fabricación de carbonato sódico, bicarbonato sódico, cloro, sosa cáustica o lejía acaban en el mar y sus efectos se extienden a lo largo de 12 kilómetros de costa, señala.

Según los vientos dominantes, se extienden hacia el este hasta las playas del Sardinero, Liencres, Covachos, La Arnía, Virgen del Mar, Mataleñas. Hacia el oeste, la afección incluye las playas de Los Caballos, Marzan, La Concha, Los Locos y La Tablía, llegando hasta el cabo de Punta Ballota.

 
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