En busca de dinosaurios en los humedales de Cuenca de hace 120 millones de años

Cuenca

El Museo Paleontológico de Castilla-La Mancha (MUPA) y la dirección de las excavaciones del yacimiento paleontológico de Las Hoyas en la Serranía de Cuenca desarrollaron unas jornadas de puertas abiertas el fin de semana del 9 y 10 de julio para mostrar al público en general cómo es el lugar y cómo trabajan los paleontólogos. Hoy por Hoy Cuenca acudió a la visita para trasladar la experiencia a sus oyentes a través del siguiente reportaje.

Estudiantes en prácticas

El sonido del golpeo de los pequeños cortafríos sobre las rocas laminadas de este paraje de la Serranía de Cuenca es constante en esta mañana de julio. Los estudiantes de Biología, en su mayoría, de la Universidad Autónoma de Madrid se afanan en la búsqueda de fósiles.

De repente, con el enésimo golpe, la plancha de roca casi lisa en su totalidad desvela una mancha que llama la atención de los futuros paleontólogos. Mirad, dice uno de ellos. A ver, se asombra otro. Tres jóvenes inclinan sus cabezas sobre la mancha oscura, del tamaño de una moneda de dos céntimos, que se ve en la roca. Es una mierda, dice uno. Sí, lo es, afirma otro. Qué bien, remata el tercero.

Aparece un fósil

Acaban de encontrar un coprolito fosilizado, es decir, restos fecales de una especie aún indeterminada pero que dejó sus excrementos fosilizados en este lugar de la hoy provincia de Cuenca en plena era mesozoica, en el periodo el Cretácico Inferior, hace 125 millones de años, cuando este paraje, hoy plagado de pinos, sabinas y tejos, con temperaturas extremas tanto en invierno como en verano, era un humedal subtropical y los ecosistemas eran muy distintos a los de ahora.

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200.000 fósiles

Acaba de aparecer un fósil más en el yacimiento de Las Hoyas. El 200.001 podríamos decir, porque aunque la colección que se conserva en el MUPA, atesorada desde 1885 cuando comenzaron los estudios en este yacimiento, registra unos 20.000 fósiles, los paleontólogos calculan que serán una décima parte de todo lo que se ha localizado debido a la gran proliferación de restos y a que muchos de ellos son tan similares que no es necesario conservarlos todos.

El fósil que acaba de aparecer puede parecer insignificante, pero “al final son interesantes por el contenido que tienen”, nos explican. “Se analizan con una serie de isótopos y otros métodos punteros y se puede saber qué materia orgánica contiene y de qué procede, lo que nos permitirá averiguar qué tipo de alimentación tenía esa especie lo que a su vez nos da información de otras especies del ecosistema”.

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Grandes hallazgos

Esta es una pequeña muestra de cómo trabajan en este yacimiento. Igual que durante nuestra visita, en los pocos minutos que conversamos con los estudiantes de Biología, apareció ese fósil de coprolito, a lo largo de casi 40 años de excavaciones, de este paraje entre pinos y sabinas han rescatado los restos fosilizados de grandes hallazgos.

Destacan Iberomesornis, un pajarito que aportó un gran conocimiento sobre la evolución de las aves; Jucaraseps grandipes, un pequeño lagarto de patas pequeñas y pies grandes; la tortuga de agua dulce Hoyasemys, una de las mejor preservadas; Lonchidion, un tiburón diminuto cuyo fósil los paleontólogos enseñan con orgullo durante nuestra visita, y Concavenator corcovatus, el dinosaurio cazador y jorobado de Cuenca, el más popular de todos los restos localizados en Las Hoyas y cuyo fósil puede contemplarse en el MUPA.

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Visita

Durante nuestra visita al paraje de Las Hoyas los paleontólogos que nos acompañan (Jesús Marugán, Lara de la Cita, Hugo Martín) explican a los participantes las características del paraje en el que nos encontramos, cómo se formó, cómo pudieron preservarse los restos florísticos y faunísticos hasta llegar fosilizados a nuestros días, cómo se catalogan y preservan los fósiles y se visitan lugares entre los pinos para ver huellas de dinosaurios, helechos gigantes y la ubicación donde apareció Concavenator.