La lucha del conquense Josean Picazo por los huérfanos de violencia de género

Cuenca

Josean Picazo lleva diez años luchando por los derechos de los niños huérfanos de violencia de género. Lo vivió en su propia familia. Su hermana Andrea fue asesinada por su marido en noviembre de 2013 en la localidad conquense de Villanueva de la Jara donde residían. Tenían dos niños de 6 y 11 años.

Aquel trágico suceso despertó en Josean la necesidad de mover Roma con Santiago para que sus sobrinos pudieran tener acceso a una ayuda económica. “Al principio no eran considerados huérfanos por violencia de género y, tras luchas y luchar, podemos dar gracias de que ahora ya lo están”, explica Picazo. “Entonces recibían 75 euros trimestrales cada uno, pero hemos conseguido que, primero la Seguridad Social y después la Comunidad Autónoma de Castilla-La Mancha, los reconozcan y les compensen económicamente”.

Unidad frente a la violencia de género

Pero Josean va más allá y pide unidad porque este reconocimiento de huérfanos de violencia de género no está considerado en todas las regiones. “Tenemos que ir todos a una”, matiza. Una unión que pide también para hacer frente a la violencia machista. “Para terminar con esta lacra no tienen que haber colores ni diferencias políticas”. Y añade que “no vamos a llegar a ningún sitio con las divisiones que vemos últimamente entre partidos. O hay unidad o nunca vamos a conseguir la justicia que queremos para atajar esta lacra”.

Manifiesto por el respeto

Con motivo de la conmemoración este 25 de noviembre del Día Internacional para la Erradicación de la Violencia contra las Mujeres, Josean Picazo ha publicado un Manifiesto por el respeto en el que pide educación, denuncia, respeto y unidad:

Desde mi rabia e impotencia, vuelvo a reivindicar la falta de Justicia que nos perjudica e incumbe a todos por este tipo de amenazas, maltratos y asesinatos.

Sobre esta lacra, en la que muchos echan la vista hacia otro lado, quiero exigirles/pedirles ir todos unidos, todos a una; donde no deben existir diferencias por ideología política, ni de raza, ni de género.

Una unión humana donde se pueda vivir libre y en paz en cualquier lugar donde quieras estar, siempre respetando y teniendo empatía con la persona que tenemos frente a cada uno, y sobre todo, conocer el significado de la palabra amor: sentimiento de afecto hacia una persona a la que se le desea todo lo bueno. Todos unidos, y yo como defensor de los derechos humanos y la igualdad de género, me gustaría alzar mi voz pidiendo a gritos un cambio positivo. Si hay que denunciar, se denuncia: se pueden salvar vidas; si no, seremos cómplices de muertes y asesinatos.

El maltrato sea físico o psicológico, no es amor, es violencia. Eso solo sale de las personas débiles y miserables. Esta crisis devastadora a la que nos enfrentamos no es nueva: los asesinatos en violencia de género, vicaria o doméstica continúan cobrándose la vida de innumerables personas, principalmente mujeres, en todo el mundo. Me niego a quedarme en silencio, pido levantar la voz a todo el mundo ante esta realidad atroz y exijo medidas concretas para poner fin a esta violencia desgarradora. Los menores se quedan huérfanos por el egoísmo de sus progenitores. Son los grandes olvidados en los que nadie piensa y a los que les queda toda la vida por delante, viendo malos tratos o lo que es peor, quedándose huérfanos totales. Incluso muchas veces, por desgracia, se usan como venganza contra la pareja. Nadie pertenece a nadie, y una gran premisa: con dinero no se compra todo. No hay excusa ni justificación ninguna para maltratar o asesinar a nadie. Alzo la voz y grito al mundo en mi nombre y en el de mi hermana Andrea, la mujer que por desgracia, en el año 2013 fue asesinada por su pareja. Deja de ser ignorante: aprende. Piensa y educa desde el respeto ¿Hoy eres agresor? Por desgracia, mañana, puedes ser víctima.