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Cuadros que hablan: el arte de la restauración del patrimonio de Cuenca

Nos adentramos en el Centro de Conservación y Restauración de la Diputación de Cuenca para conocer el trabajo de recuperación de diversas pinturas de las parroquias de la provincia

Cuadros que hablan: el arte de la restauración del patrimonio de Cuenca

Cuadros que hablan: el arte de la restauración del patrimonio de Cuenca

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Cuenca

Un gran cuadro del siglo XVIII con una imagen de la Virgen de la Merced preside la sala de trabajo del Centro de Conservación y Restauración de la Diputación de Cuenca. Vestido y manto blanco y cíngulo dorado cubren la figura celestial. A los pies del cuadro, procedente de la colegiata de Belmonte, a cada lado de la Virgen, vemos dos figuras: una mujer a la izquierda; un hombre a la derecha. “Creemos que son los donantes del cuadro y sus imágenes han aparecido al quitar unos repintes posteriores que les ocultaban”, explica Ana Conesa, jefa de este centro provincial de recuperación del patrimonio artístico, en un reportaje emitido en Hoy por Hoy Cuenca. “Supuestamente los donantes serían quienes encargaron el cuadro, se hicieron pintar bajo la Virgen para su protección. Posteriormente debieron caer en el olvido, alguien consideró que ya no eran importantes y les taparon con un repinte en el que se amplió el paisaje del fondeo del cuadro”.

La profesionalización del oficio

Este es un ejemplo más de la importante labor que desarrolla este centro de restauración creado en 2006 y en el que trabajan cuatro técnicos y dos auxiliares. “Anteriormente se hicieron escuelas-taller que se encargaban de la recuperación del patrimonio”, detalla Conesa. “Ese fue el germen antes de la profesionalización que supone este centro. Ahora se exige titulación en Restauración o en Bellas Artes con especialización en restauración”.

Las obras que llegan a este taller suelen ser pinturas sobre lienzo, como las que ocupan estos días a estos profesionales, “también pintura sobre tabla o esculturas de madera”, añade Conesa. “Y algún trabajo muy puntual se ha hecho también de arqueología o de recuperación de documentos como un pergamino”. Para que una obra llegue aquí, “normalmente las parroquias o Ayuntamientos hacen una solicitud a la Diputación quien toma después la decisión de los trabajos a abordar cada año”. Los criterios que sigue el tribunal de evaluación tiene en cuenta el valor de la obra, su antigüedad y el estado de conservación. La labor posterior de restauración de esos cuadros o esculturas se prolongará “dependiendo de las dimensiones y del estado en el que llegue y puede oscilar entre seis meses o un par de años”.

Ana Conesa es la jefa del Centro de Conservación y Restauración de la Diputación de Cuenca.

Ana Conesa es la jefa del Centro de Conservación y Restauración de la Diputación de Cuenca. / Cadena SER

Entre los trabajos abordados por este Centro de Conservación y Restauración a lo largo de sus casi dieciocho años de existencia destacan “el retablo de Campillo de Altobuey o el artesonado de Cardenete, uno de los pocos renacentistas que tiene la provincia, obras más laboriosas en las que te tienes que desplazar al lugar, colocar andamios…”, explica Conesa que destaca también “un cuadro de Gascueña firmado por El Veronés”.

El proceso de restauración

El primer paso a la hora de restaurar una obra patrimonial es la documentación: “Toda restauración es un proceso continuo”, explica Conesa. “Se hacen fotografías de todos los pasos para elaborar una memoria final. La luz ultravioleta nos da también datos de posibles repintes, del estado del barniz. Después se sacan las muestras para los análisis químicos que nos dan información de los materiales con los que se ha realizado la obra”.

El siguiente paso suele afectar al estado de la obra. En el caso de un cuadro sobre tela, ejemplo que nos ocupa, “normalmente se cambia el bastidor porque la mayoría son fijos, sin cuñas, y no se pueden volver a tensar. Esto hace que la mayoría de las telas lleguen aquí destensadas”. Tras ese ajuste, “se limpia el lienzo por detrás y, si tiene algún roto, se cose, o si tiene agujeros se hacen injertos de tela”.

Cristina Checa trabaja en la restauración de un cuadro del siglo XVII que representa a una Inmaculada.

Cristina Checa trabaja en la restauración de un cuadro del siglo XVII que representa a una Inmaculada. / Cadena SER

Llega el momento de dar la vuelta al cuadro “y comenzar con la eliminación del barniz”, detalla Conesa. “El barniz que protege la pintura al óleo se oxida con el tiempo, se oscurece y acumula suciedad. Todo este proceso se realiza tras probar distintos disolventes, lentamente con un hisopo de algodón. Cada obra es distinta por los materiales que se usaron y en la proporción que se emplearon”.

Tanto oscurece un cuadro ese barniz que los feligreses de una parroquia, acostumbrados a ver ese cuadro durante años en su iglesia, siempre oscuro, se sorprenden al ver cómo la restauración ha sacado a la luz los colores originales de la pintura. “A veces nos dicen que nos hemos inventado esos colores”, comenta Conesa.

Virgina Velasco, técnico de restauración de este taller, se afana en la reintegración cromática del cuadro de Santa Rosalía.

Virgina Velasco, técnico de restauración de este taller, se afana en la reintegración cromática del cuadro de Santa Rosalía. / Cadena SER

Restauración reversible

Siguiente paso: reparar las pérdidas de pintura. “Se comienza aplicando un estuco, un yeso, similar al que cubría el lienzo antes de pintar el cuadro y que alisaba el soporte. Después se pinta con acuarela porque es acuosa, mantiene muy bien los colores, no se degradan. Una de las premisas de la restauración es que tiene que ser reversible. Es uno de los criterios internacionales. Debemos utilizar adhesivos y materiales que, si en un futuro se encuentra una técnica mejor o cambian los criterios, se puedan eliminar”.

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El proceso final es un nuevo barnizado. “Intentamos que sea con un barniz que no oscurezca con el tiempo, pero pasados los siglos volverá a ocurrir lo mismo, tenderá a amarillear”, detalla Conesa. Luego queda ya entregar al cuadro a su propietario. “Normalmente nos felicitan. Todo el mundo se sorprende y nos preguntan si hemos vuelto a pintar el cuadro por lo oscurecido que estaba. Es entonces cuando se hace un acto en el que se explica la restauración, lo que hemos podido averiguar sobre la historia y los detalles de la obra”.

Uno de los cuadros que está listo para esa entrega es una Epifanía fechada en 1663 “como aparece inscrito por detrás, en un tejuelo, junto al nombre de Horcajo de Santiago”, apunta Conesa. Y a la parroquia de este pueblo manchego irá este lienzo de grandes dimensiones. “Estamos haciendo las fotos finales para la documentación y memoria”.

Enrique López trabaja en la restauración de una Virgen de la Merced de la colegiata de Belmonte.

Enrique López trabaja en la restauración de una Virgen de la Merced de la colegiata de Belmonte. / Cadena SER

Santa Rosalía de Palermo

Otro de los grandes cuadros (2,90 x 2,50 m) sometido estos días a restauración es el de Santa Rosalía de Palermo, datado en el siglo XVII y procedente de la iglesia de Pineda de Gigüela. “Llegamos a esta conclusión tras identificar la bahía de Palermo que está representada abajo. Tuvimos que ver unos cuantos grabados de la época”, explica la jefa del Centro de Conservación y Restauración de la Diputación de Cuenca. “Otro descubrimiento importante fue el autor. Al quitar el barniz que oscurecía la pintura apareció la fecha, 1669, y la firma de David Teniers Jr., el hijo de un pintor flamenco muy importante, la siguiente generación de Rubens, cuya mujer fue madrina del autor de este cuadro”.

Los estudios de la pintura han revelado también “que se pintó en Países Bajos y que el encargo lo hizo una familia española”, apunta Conesa. “Nos falta averiguar qué familia noble pudo haber hecho ese viaje y traerse el cuadro a Pineda de Gigüela, que estaba caído en el coro de la iglesia e incluso tenía huellas de pisadas de haber estado alguna vez en el suelo”.

En primer plano, el cuadro de Santa Rosalía de Palermo; al fondo, listo para su entrega, una Epifanía destinada a la iglesia de Horcajo de Santiago.

En primer plano, el cuadro de Santa Rosalía de Palermo; al fondo, listo para su entrega, una Epifanía destinada a la iglesia de Horcajo de Santiago. / Cadena SER

Técnica y paciencia

Virgina Velasco, técnico de restauración de este taller, se afana en el repintado del cuadro de Santa Rosalía. “Estoy haciendo la reintegración cromática que consiste en volver a darle color a las zonas que han perdido la pintura y lo hago con la técnica del rigatino, aplicando colores puros en líneas muy finas. En la distancia, ópticamente se unen y se ven igual que el color original. Si te acercas sí se ve que es una restauración y no se comete un falso histórico”.

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Ana Pérez lleva varios años en este taller y ahora la encontramos inmersa en la limpieza de un pequeño cuadro de la colección Zavala del Ayuntamiento de Cuenca. “Se comienza con la limpieza de la suciedad superficial”, explica. “Suele haber restos de cera, deposiciones de insectos. Después retiramos el barniz. Para ello se hacen análisis químicos previos que nos determinan la suciedad que hay y los productos que vamos a utilizar para que solo ataquen a eso que queremos retirar. Históricamente en restauración se han utilizado productos químicos tóxicos, cancerígenos, ya prohibidos. Ahora utilizamos métodos acuosos, con geles, con diferentes Ph y haciendo estudios que sean lo menos dañinos para la obra en sí y para el trabajador”. Lo demás queda en las manos de la restauradora que se afana con bisturí e hisopos de algodón.

Cristina Checa trabaja en la restauración de un cuadro del siglo XVII que representa a una Inmaculada y que ha estado guardado durante años en los depósitos del Obispado de Cuenca. Ahora ha encontrado un destino: la iglesia de San Marcos de Quintanar del Rey, cuyo retablo está inmerso también en una restauración. “Este cuadro llegó al taller bastante sucio, con deterioros en la trasera que se han reparado”, explica Checa, que se afana ya en las reintegración cromática.

El Centro de Conservación y Restauración de la Diputación funciona desde 2006.

El Centro de Conservación y Restauración de la Diputación funciona desde 2006. / Cadena SER

El Cristo de caña de Torralba

Una de las piezas más impresionantes que se han restaurando en este taller es el Cristo de caña de maíz de la iglesia de Torralba. Se entregó en 2015 y recuerda bien aquel trabajo Enrique López, experto restaurador a quién ahora encontramos repintando el cuadro de la Virgen de la Merced de Belmonte.

“El Cristo llegó en muy malas condiciones”, recuerda de aquella imagen que aún tenía incrustados perdigones desde la guerra civil. “Era un Cristo crucificado y nos sorprendió que no estaba hecho en madera, era mucho más ligero. Por las pérdidas que tenía, por las pruebas de rayos X y la investigación histórica, descubrimos que se trataba de lo que se conoce como Cristos de caña de maíz. Estas imágenes las realizaron en torno al siglo XVI en México artistas indígenas siguiendo las mismas técnicas ancestrales con las que realizaban a sus ídolos antes de la conquista española”.

El antes y el después de la restauración del Cristo de caña de maíz de Torralba.

El antes y el después de la restauración del Cristo de caña de maíz de Torralba.

“El proceso de construcción es muy curioso”, detalla López. “Consiste en hacer un armazón interno con cañas de maíz cosidas y atadas. El volumen de la figura se recrea con una pasta elaborada con harina de caña de maíz machacada y mezclada con agua y un aglutinante hasta formar una masa elástica y moldeable con la que se recrea la figura”.

Paco Auñón

Paco Auñón

Director y presentador del programa Hoy por Hoy Cuenca. Periodista y locutor conquense que ha desarrollado...

 
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