Harina, aceite, agua, anís y labor desinteresada: así son los panecillos de San Antón
En Malagón, cada víspera a la festividad del patrón de los animales, se sucede esta tradición de más de 100 años de historia
Cada 16 de enero a las tres de la tarde los vecinos de Malagón saben que tienen una cita. Aguardan pacientes la fila que en esa tarde de invierno, víspera de San Antón, se forma desde hace años en la plaza de la Iglesia Santa María Magdalena. ¿La razón? Hacerse con los tradicionales panecillos.
Tras las Navidades, son muchos los que ya esperan con gana que lleguen. Es lo que nos ha contado sobre ellos en 'De la Bodega a la Mesa' el cura del municipio, Óscar Palomo, que, además, es el encargado de bendecirlos. El dinero que se recaude con la venta de los mismos, también irá a parar a la Iglesia.
Los ingredientes son pocos: harina, aceite, agua, anís en grano y sal. El conjunto pasa por la amasadora, se forman y se acuñan con la cruz. Según afirman, el proceso tampoco es complicado pero cuenta con un valor indiscutible que es "la labor desinteresada de muchos voluntarios que trabajan en turnos de mañana y tarde durante días". Los voluntarios van cambiando, porque el paso de la vida no perdona, pero "hay relevo", según el cura, pues siempre hay gente joven que se va animando a participar.
La receta va pasando de generación en generación con el objetivo de no perder la costumbre, porque es una tradición con mucho arraigo en la localidad. "Más de 100 años" haciéndose, ya que en Malagón existe mucha devoción a este santo.
Los panecillos son conocidos y reconocidos en los hogares malagoneros, donde se disfrutan por docenas y, aunque lo más tradicional "es acompañarlo con una onza de chocolate", se pueden comer de numerosas formas. Una tradición muy típica en Malagón y que seguro se alargará durante muchos años.