La N-122, una carretera llena de desgracias y desvergüenza

Ribera del Duero

Querer ir a Valladolid o Soria y temer por tu vida al coger el coche se ha vuelto en una realidad para muchas personas en la Ribera del Duero. Lo es por un motivo de peso: la carretera N-122, pero también por sus cifras. En toda su extensión -más de 400 kilómetros-, esta vía de mucho tráfico cuyo tercio solo corresponde a camiones y vehículos pesados ha dejado ocho muertos y 14 accidentes, como explica El País, en 2022. Casi nada. Pero la lista se agranda si la mirada se extiende a los años previos.

Esta calzada siempre ha sido, pese a su peligrosidad, un eje este-oeste para el país; la vía elegida por muchos camioneros portugueses para viajar hasta Francia o Barcelona. Pero también es la vía elegida por muchos habitantes del medio rural para ir a hacer compras, al hospital... Y es la única carretera por la que los agricultores pueden ir a visitar sus tierras o hacer el transporte de la uva en vendimia. ¿Se imaginan la escena? Camiones de gran tonelaje haciendo frenadas de toda proeza al girar una curva y encontrarse con un tractor por el arcén a 25 kilómetros por hora. Un arcén que, por cierto, pese a ser carretera nacional es prácticamente similar al de una autonómica.

Pese a las múltiples quejas, manifestaciones y sobre todo, incidentes, la conversión en autovía de esta carretera sigue siendo una media verdad. Porque aunque llevan años y años los proyectos, obras, y leves inauguraciones de tramos, las previsiones son pesimistas. Uno de los organismos más reivindicativos, A-11 Pasos, en Peñafiel, recientemente parodiaba el asfaltado de un tramo que solo acumula retrasos.

Futuro

La realidad es que los estrenos han sido tardíos desde que se hiciera la variante de El Burgo de Osma. Soria es la provincia en la que más se avanza, pero una parsimonia sonrojante. En 2022 en Castilla y León solo se espera una apertura de un tramo, tras sumar en 2022 solo 16,5 kilómetros, que llegaron tarde, con la apertura entre Santiuste y Venta Nueva salvando el puerto del Temeroso que, para más inri, meses antes dejaba la vida de un camionero arandino.

Las expectativas siguen siendo irrisorias para una comunidad que, más allá de desangrarse poblacionalmente, también corre el riesgo de perder su vida en carreteras tan avergonzantes como la N-122.

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