El gran legado de una familia de la Ribera del Duero que va de generación en generación
David Izquierdo nos trae la historia de Vidal, ganadero histórico de la comarca, y su hija Marina, que ha se ha decidido por dar continuidad al negocio del queso familiar
Aranda de Duero
Una semana más hemos encendido los botones y fogones para disfrutar en la cocina, la radio -y la música que suena cada mañana- en compañía de nuestro colaborador y chef David Izquierdo. Aunque esta vez hemos disfrutado -y conocido- una historia muy bonita que se esconde tras grandes productos y nos ha traído el propio chef, que la conoce de primera mano. Es la que une a Vidal y a Marina, padre e hija. Trabajadores del sector primario, y a mucha honra.
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De las cámaras a la granja
Marina Lázaro está acostumbrada a los medios, o como ella dice, "a estar al otro lado". Después de años de cámara en Telearanda, ha dado el paso de adentrarse como tercera generación en la empresa familiar. "Cuando eres joven tienes la inquietud. Y mi padre me apoyó, estudié lo que me apasionaba, pero siempre sabiendo que detrás había una familia, un legado, que tenía amor por su trabajo y que en algún momento yo iba a seguir. Unos años me divertí haciendo lo que me gustaba, y ahora sigo haciendo lo que también me gusta, pero en una nueva etapa para mí", relata, recordando que "mi madre siempre ha hecho el queso en casa, nos ha ayudado a ordeñar, mi hermano tiene un amigo quesero que le enseñó, y entre todo eso hemos seguido haciéndolo".
"Vidal me contactó para hacer unas tapas en Valladolid, sabía de mí", explica Izquierdo. "Triunfamos, él el primero", responde Vidal. "Llevamos en el sector ovino toda la vida porque muchas familias tenían ovino como recurso. Y a los seis años me hicieron el primer contrato ya, para empezar a cuidar las ovejas. Esto es vocacional", añade, explicando ante la pregunta de por qué se centro después en la raza churra "porque ya era la que tenían mis padres", si bien a parte de eso "su producto, el lechazo, en sus fases de 20-30 días infiltra tan bien la grasa y el músculo que deja ese olor tan bueno, cuando el resto de las razas localizan las grasas y no las reparten".
El queso que triunfa
Marina se ve enseñando su granja a otro nivel. "Siempre he estado por allí pero como un juego, más que ahora que aprendo, voy a ferias, vendo el producto... Y espero en algún momento llevar el legado y hacerlo bien", explica. Y es que el queso de Vidal es clave. "Yo vengo de unos socios, y me decía uno que si no ordeñábamos no pagábamos las instalaciones. Metimos raza lechera, y siempre hemos estado en el Cerrato, y se me inyectó el tema del queso. Cuando pagamos las instalaciones, dije de dejarlo e irme a la churra. Pero qué ocurre. Que tenemos tres parideras. Cuando quitas los lechazos a las ovejas se les pone la ubre llena de leche. Y los ganaderos normales lo tiran por salud. Por eso decidimos ordeñarlo, y de eso hemos hecho el queso, en lotes muy pequeños. Lo consideramos subproducto porque ordeñar todo el año no es lo mismo que sacarlo para secar, como hacemos", especifica.
Su hija quiere darle "visibilidad" al producto, pudiendo hacer "una granja escuela y que la gente pueda conocer y detallar el esfuerzo que se hace en el kilómetro cero". Mientras, su padre reconoce que "he molestado un poco a mi hija tirando para casa porque me hago mayor" y ahí "el relevo generacional no existe y para mí era preocupante". Ahora, Vidal se garantiza que en un futuro cercano, el negocio quedará en buenas manos. Y tendrá una continuidad prometedora, e innovadora.
La charla puede reproducirse en el audio superior.