Sociedad

Historias de Salamanca. San Isidoro, el santo que perdió su plaza salmantina

El paso de sus restos por la Ciudad generó una de las leyendas más pintorescas de nuestra historia y un lugar en el callejero salmantino

Nuestra Historia de Salamanca de hoy nos lleva al siglo XI.

La ciudad prácticamente acaba de ser repoblada y la muralla apenas iba más allá de la sombra que reparte el actual macizo catedralicio.

Donde se halla la Casa de las Conchas se abría la llamada Puerta del Sol, testigo de lo acaecido el 22 de diciembre de 1062 con los restos de San Isidoro.

Un milagro de asombró a todos… o no.

Aquel día, 22 de diciembre de 1062, se encuentran en Salamanca los restos de San Isidoro, que son trasladados a hombros desde Sevilla a León. Han sido venerados en la ciudad y llega el momento de reemprender el camino, pero, sorpresa, no hay manera de levantar la urna…

Ni los hombres que la traían…Ni otros que se sumaron para ayudarles podían con ella…

Un milagro que sólo podía tener una explicación: San Isidoro quería quedarse en Salamanca… Física o espiritualmente.

Al final –no sin debate—se acordó que la ciudad hiciese voto de levantar una iglesia en su honor.

Esa iglesia es actualmente el llamado AULARIO DE SAN ISIDRO DE LA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA.

De San Isidro y no de San Isidoro, porque aquella iglesia para la devoción de San Isidoro terminó por ser llamada por los salmantinos iglesia de San Isidro, así que aquel milagro no parece que convenciera a los vecinos de entonces.

En 1606 la “Historia de las Antigüedades de la Ciudad de Salamanca”, de Gil González Dávila, se hace eco del prodigioso traslado, aunque confundiendo a San Isidro con San Isidoro, al que sacaron de Sevilla, dice, “y el santo iba obrando por todas las ciudades por donde pasaba milagros, pagando con divinas mercedes el hospedaje que a sus huesos se hacía”. Y sigue: “llegó a Salamanca y si grandes habían sido todas las maravillas que hasta aquí (había realizado)” ocurrió que “queriendo proseguir los embajadores su camino, llegando a mover el cuerpo santo, no pudieron, faltando la fuerza humana estando inmovible por gran espacio, hasta que los que preferentes (de la ciudad) presentes prometieron levantarle una iglesia dedicada a su nombre, que es hoy día una de las principales parroquias de la ciudad”.

Ya hemos dicho, que aquella iglesia a San Isidoro terminó dedicada a San Isidro, y así la llama Gil González Dávila. Por cierto, dice González Dávila que “acabado de hacer el voto se dejó mover y llevarse dejando de su memoria parada en la Ciudad, que había de ser sal de la tierra tiempo andando”.

Con el tiempo aquella iglesia sufrió lo indecible hasta que en 1887 dejó de ser parroquia empleándose para otros fines y reformándose en bastantes ocasiones, hasta el punto de que llegó a pensarse que era mejor echarla abajo. Finalmente, la USAL se hizo con ella para convertirla en aulario. Lo que es hoy. La plaza que tiene delante es llamada de San Isidro, así que de San Isidoro no queda huella en Salamanca.

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