Aurelio, de Calzados Velasco: toda una vida de servicio a Aranda de Duero

Aranda de Duero

“En el ejercicio de la memoria se me presenta ahora entre los recuerdos el de un servicio de tienda que había en la casa del sindicato agrario del pueblo donde se vendían entre otros productos alpargatas de las de siempre. Y a continuación el milagro de los recuerdos extrae del olvido el camioncillo que venía desde Lerma a vender calzado en las calles del pueblo. Y me sorprende acordarme de aquel señor que montado en su bicicleta hacía el recorrido hasta Roa para comprarse una alpargatas nuevas porque ‘estaba andando con los pies’. ¡Qué tiempos! Luego resultó más fácil, más conveniente o se hizo necesario viajar hasta Aranda para comprarse el calzado. Algunos, la inmensa mayoría diría yo, pasábamos sí o sí por una zapatería de la calle Ricaposada, al lado de unos soportales que nos resguardaban del calor o de la lluvia según el antojo de la estación y del clima.

Íbamos en familia y tanto el tendero como nuestros padres se empeñaban en apretar la puntera de las zapatillas para comprobar hasta dónde llegaba nuestro dedo gordo del pie. Había que medir y considerar que quizá las zapatillas, que eran de buena calidad, debían servir para superar el crecimiento o el traspaso al hermano más pequeño. Aquella zapatería, hoy , aún, aguarda inexorable la asistencia de aquellos clientes y la de otros más actuales en el mismo lugar, con las mismas ganas, con la misma amabilidad, con la selección del producto acomodado a las exigencias de su clientela. Ahí sigue poniendo cada navidad su belén en el escaparate del acceso por la calle Ronda. Ahí sigue, ahí está la zapatería Calzados Velasco tras 107 años desde su apertura. Y hoy viajamos por la memoria de un personaje insigne en Aranda que ha dedicado toda una vida al progreso y renovación permanente para mantener activo y presente en Aranda ese establecimiento. Hablamos ahora con AURELIO ARRANZ NÚÑEZ.”

La vinculación con el oficio

Aurelio representa ese comercio de proximidad que sobrevive a todos los avatares de la tecnología y la moda. Se incorporó al negocio familiar de su mujer cuando se casó en el 71, con 23 años. "Calzados Velasco nació en La Tarazana, en la calle Pedrote. A través del cáñamo empezaron las alpargatas. Llevamos 107 años de comercio, que fue ampliándose porque el abuelo empezaría a ir comprando sandalias y comprando materiales, y hasta el día de hoy, que está mi hija ya en cuarta generación", detalla, reconociendo que "en estos tiempos sí que es verdad que se es superviviente, porque cuando paseas por Aranda te da pena ver cómo los negocios han desaparecido o cambiado".

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A Arranz nunca le pesó dejar Correos para meterse en el negocio familiar, fundado por Eugenio Velasco, hermano del Obispo Silverio Velasco. "Todavía hay gente de los pueblos que decía eso de que iba a la alpagatería del obispo", comenta, recordando cómo él siempre hablaba con los tenderos, que venían desde lugares como Peñafiel, Burgo de Osma, Lerma o incluso Somosierra. Aranda era el centro del comercio.

Inicios y familia

Aurelio, que proviene de un padre constructor y madre todoterreno como otras tantas en la época, nació frente a la Vera Cruz. Una época de pura libertad en la que las madres se preocupaban hasta de otros hijos. Donde se jugaba al 'escondilite', al poner ramas de chopo en una bodega se anunciaba la venta de vino, y se iba con lecheras a buscar la leche. También recuerda su época formativa, desde la parte que pegaba con el cuartel que se situaba en el Arco Pajarito, y sus comienzos como monaguillo en la Vera Cruz. 70 años después, lo sigue siendo. Y a mucha honra. Al igual que del sentido familiar. Él es el cuarto de nueve hermanos, padre de seis hijos y abuelo de 14 nietos.

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El Belén del Velasco

Cualquier arandino ha llevado a sus hijos al belén de Calzados Velasco. "Me gustó de siempre. Al casarme fue un super regalo montar ya el belén de la zapatería, porque con tres años recuerdo cómo me ponía de puntillas intentando verlo. Hay figuras ya centenarias. Lo de ponerlo fue cosa de la mujer, de la abuela. Se había desplazado a Valladolid con unos ahorrillos, y compró cuatro figuras. La providencia hizo que se encontrara con un claretiano que tiene una calle aquí. Y le recomendó coger figuras más grande. Con los años se fueron comprando figuras de ese tamaño", explica, ya con 107 años de belén, ni más ni menos.

Atletismo, "un caramelo que me gustaba"

Arranz, que es miembro del 'Chili', también ha tenido mucha afición por los toros, y se adentró en la ribereña OAR. Allí aprendió a tocar instrumentos (así se amoldó luego a lo que tocara en El Chilindrón). En OAR también apostó por el atletismo, deporte del que guarda un gran recuerdo. "Tenía agilidad. Triunfé en varias carreras, y en la Mili yo seguí practicando. Me dijeron si alguien quería presentarse para los campamentos nacionales, y me presenté en 800, donde quedé primero, y en 1.500, segundo. Pero a la vez era sacristán y monaguillo. Y el ser bueno, hizo que llegara el mes de marzo donde me tenía que ir a Córdoba a las pruebas. Yo entrené todo un año, pero no me dejaron en la iglesia irme 15 días. Me quedé sin ir. Yo sé que me habría traído una medalla si hubiera ido, y se me ha quedado grabado", comenta, si bien detalla que luego acabó siendo juez durante muchos años, y manteniendo una estrecha amistad con Santiago Manguán.

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Son muchas las palabras necesarias para definir a alguien que tiene mucho vivido, y mucho que compartir. Por eso se ha hecho tan agradable la escucha. Queda cuerda -y sobre todo, calzado- para rato.

Este Viaje por la Memoria de Aurelio Arranz con Valentín García y Ausen Frutos puede reproducirse al completo en el audio superior.