El bienestar emocional, factor decisivo en la calidad del sueño según un estudio de la Universidad de Salamanca

Salamanca

Un equipo investigador de la Universidad de Salamanca, en colaboración con el Instituto de Investigación Biomédica de Salamanca (IBSAL) y el Complejo Asistencial Universitario de Salamanca (CAUSA), ha publicado en la revista científica BMJ Open un estudio pionero que analiza los patrones de sueño en la población adulta española y sus determinantes sociodemográficos y psicológicos.

El trabajo, dirigido por el profesor José Ignacio Recio Rodríguez, revela que la calidad del sueño está fuertemente condicionada por factores emocionales, más que por hábitos de vida, y presenta diferencias significativas entre hombres y mujeres. “Nuestro objetivo era identificar perfiles diferenciados de sueño y comprender cómo influyen la edad, el nivel educativo y la salud mental en el descanso”, explica Recio.

Un enfoque innovador y representativo

El estudio, desarrollado entre mayo de 2022 y abril de 2024, incluyó una muestra representativa de 500 personas de entre 25 y 65 años, residentes en Salamanca y Ávila. Cada participante fue evaluado mediante actigrafía (dispositivos ActiGraph GT3X+) durante cinco días y el Índice de Calidad del Sueño de Pittsburgh (PSQI), además de cuestionarios sobre hábitos de vida y salud mental.

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A diferencia de investigaciones previas centradas en trastornos específicos, este trabajo adopta una perspectiva poblacional y preventiva, combinando medidas objetivas y subjetivas para ofrecer una visión integral del sueño en España.

Resultados clave: perfiles diferenciados por sexo

El análisis identificó tres perfiles principales en cada sexo. Entre los hombres, los mayores de 65 años con estudios universitarios y baja carga ansioso-depresiva mostraron la mejor eficiencia del sueño (91,8%), pese a dormir menos tiempo total. En contraste, los hombres jóvenes con mayor ansiedad y depresión presentaron peor calidad del descanso.

En las mujeres, las de 55 años con baja carga emocional registraron los patrones más estables, mientras que las más jóvenes con sintomatología ansioso-depresiva mostraron menor eficiencia y más despertares nocturnos.

Factores asociados: salud mental, dieta y ejercicio

El estudio confirma que la salud emocional tiene un impacto decisivo en la calidad del sueño, por encima de los hábitos de vida. No obstante, una mayor adherencia a la dieta mediterránea y un consumo moderado de alcohol se asociaron con mejor descanso, mientras que el ejercicio físico mostró efectos variables según intensidad y horario.

Implicaciones para la salud pública

Los hallazgos evidencian la necesidad de diseñar estrategias personalizadas para mejorar el sueño, considerando perfiles emocionales y sociodemográficos. “La calidad del sueño no puede entenderse de forma aislada, sino como resultado de múltiples factores interrelacionados”, concluye Recio.

Este trabajo abre la puerta a intervenciones preventivas más eficaces y adaptadas, reforzando la importancia del sueño como pilar de la salud pública.