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Torturada en Via Laietana: "Me pusieron durante horas de cara a la pared, me insultaron y me pegaron bofetadas"

43 mujeres han relatado sus vivencias en esta comisaría de Barcelona en el libro 'Torturadas' de Gemma Pasqual i Escrivà, donde se documentan torturas hasta 2019

Torturada a Via Laietana: "Em van posar durant hores de cara a la paret, em van insultar i pegar bufetades"

Torturada a Via Laietana: "Em van posar durant hores de cara a la paret, em van insultar i pegar bufetades"

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Barcelona

Hace cuatro meses, el gobierno catalán escribió al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, para llegar a un acuerdo y convertir la comisaría de Via Laietana de Barcelona en un centro de memoria histórica sobre la represión franquista. Un espacio que, según explicó entonces el consejero de Justicia y Calidad Democrática, Ramon Espadaler, debía mostrar a la ciudadanía su papel como "centro de represión y tortura en diversas etapas históricas".

Cuatro meses después, el gobierno español ha descartado cambiar el uso del edificio; seguirá teniendo uso policial porque la comisaría, según Marlaska, es muy importante, céntrica y necesaria para la ordenación de la seguridad ciudadana. Eso sí, como gesto, se colocará una placa explicativa sobre la represión que allí se vivió.

Hoy precisamente, a esta hora, en el Museo de Historia de Cataluña tiene lugar una mesa redonda con mujeres que fueron torturadas en esta comisaría y que contaron su experiencia a Gemma Pasqual i Escrivà, autora del libro Torturadas. Via Laietana, 43. 22 mujeres testigos del horror.

Dentro de las paredes de Via Laietana

Pilar tenía 18 años cuando fue detenida por miembros de la policía secreta en La Rambla de Barcelona. Estaba protestando contra el Proceso de Burgos, el consejo de guerra que juzgaba a 16 militantes de ETA. Era de las pocas chicas entre un gran grupo de chicos, la agarraron y la llevaron a una celda aislada donde recuerda que había un olor muy fuerte: "Era oscuro, estaba sola, había esos barrotes y una especie de banco de cemento". Se suponía que era para dormir, pero no la dejaron hacerlo durante las 48 horas que estuvo retenida.

Allí dentro la interrogaron más de cuatro veces en una sala con una mesa y una silla donde había dos policías que, hoy en día, Pilar no sabría reconocer: "No podría describir sus rostros, está borroso". Lo que sí recuerda es la forma en que le preguntaban mientras la mantenían "de pie, de cara a la pared" durante horas. También usaron la violencia: "Me dieron bofetadas, me zarandearon y me tiraron una guía telefónica"; y la insultaron: "Eres una puta, una guarra".

Querían saber por qué había ido a la manifestación y quién se lo había dicho. Ella respondía que nadie, que era algo que se sabía, que toda la ciudad hablaba de ello, pero no les gustó su respuesta. Las palabras que describen aquellos dos días son "miedo, asco y repugnancia". Pilar es Pilar Rebaque, abogada y feminista, y una de las 43 testigos que Gemma Pasqual i Escrivà ha recogido en su libro.

El sesgo de género en la tortura

Pilar se sintió muy humillada, una sensación que han experimentado todas las mujeres que han pasado por allí. "Nos querían más humilladas y vejadas que a los hombres", ha señalado. Ella lo atribuye al tipo de mujer que quería el franquismo, y que ellas no encajaban en ese modelo. De hecho, Pasqual ha subrayado que "la tortura tiene un sesgo de género": violaciones, mujeres que no han podido tener hijos y afectaciones en la menstruación. Muchas mujeres torturadas dejaron de tener la regla tras su paso por la comisaría, como le ocurrió a Pilar durante un año o incluso más tiempo.

Cuando necesitaban ir al baño, los policías las acompañaban y siempre debían dejar la puerta abierta. Y cuando les bajaba la regla durante la detención, no recibían ningún tipo de ayuda: "A una compañera la tuvieron atada ocho días a un radiador, le bajó la regla y no le dieron ni una compresa; querían esa degradación".

Un libro-denuncia

El libro nace de la necesidad de denuncia que sentía Pasqual i Escrivà como nieta de represaliados. En Via Laietana hubo torturas durante el franquismo, pero también en época democrática, hasta 2019: "Yo pensaba que solo había ocurrido en la dictadura, hasta que llegamos a 2019 y Via Laietana sigue teniendo sus paredes manchadas de sangre", ha lamentado Pasqual i Escrivà. Ha denunciado la vergüenza que supone que no se investigue, y por eso reclaman que se cierre esta comisaría y se convierta en "un lugar de memoria, no solo del franquismo, sino también de la tortura".

Para lograrlo, desde 2021, dos martes al mes se manifiestan frente a la comisaría, donde dos personas que pasaron por Via Laietana dan su testimonio. Unos testimonios que no dejan de aumentar: "Cada vez aparecen más mujeres".

Laura Polo Dalfó

Laura Polo Dalfó

Redactora, productora, reportera i el que faci falta a El Balcó de SER Catalunya. Graduada en Periodisme...

 

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