“La Unión Europea ya ha creado un grupo de trabajo para estudiar cómo afecta a la protección de datos ChatGPT”

Fuenlabrada

Los nuevos escenarios creados a raíz la aparición de ChatGPT han provocado una situación desconocida que está generando problemas con la protección de datos de los ciudadanos. Mientras en EEUU, donde radica la empresa OpenAI, creadora de esta herramienta, no existe un Reglamento de Protección de Datos que marque unos límites, en la Unión Europea sí hay una normativa donde se indica claramente los límites en este campo, provocando choques con lo que actualmente hace este nuevo chatbot de Inteligencia Artificial (IA), explica José Antonio Rubio, doctor Ingeniero en Ciberseguridad por la URJC.

La primera muestra ha sido la decisión de Italia de bloquear este ChatGPT por una presunta recopilación ilícita de datos personales. Y por eso los expertos aseguran que la decisión italiana no será la única. José Domínguez, socio del Área de Protección de Datos y Propiedad Intelectual del Abogados Martínez Echevarría apunta a que “detrás vendrán” otros países, otras “autoridades de protección de datos, incluida la española que ya lo está analizando”, hasta el punto de que la UE ya ha creado un “grupo de trabajo para estudiar esto”. Las autoridades “lo van a examinar a la luz del Reglamento General de Protección de Datos europeo (RGPD), aunque es posible que sea necesario introducir cambios en él, ante una tecnología desconocida en el 2018 cuando se publicó” afirma.

IA, puestos de trabajo y reglamento específico

En la actualidad como OpenAI está en EEUU no se rige por nuestro Reglamento, así que “si nos metemos en esta tecnología, somos nosotros lo que asumimos la responsabilidad, nos dicen, pero eso no está en nuestra normativa”. Varios ejemplos. Si un banco decide usar una tecnología como el GPT4 “única y exclusivamente para determinar si nos da un crédito, la capacidad de la tecnología para llegar a ese perfil sería brutal” o si utiliza una imagen nuestra, que es un dato personal, y le pone otra voz, que también es algo personal, para no se sabe que usos. Son dos ejemplos, que en principio nuestra normativa prohibiría, por eso es necesario “fijar un marco para que no se salten los principios establecidos en función a nuestro Reglamento europeo”.

Aunque Domínguez es partidario frenar el entrenamiento de la IA, también cree que hay que hacerlo sin dañar el progreso que todo nuevo avance supone. Así, frente a los que alertan de que puede generar grandes pérdidas de puestos de trabajo, este experto se muestra algo escéptico. En toda revolución tecnológica, cuenta, se han destruido puestos laborales y se han creado otros. En este sentido, Rubio apunta la aparición en EEUU de la figura del auditor de algoritmos de Inteligencia Artificial que ya empieza a proliferar.

De momento, la UE se ha puesto manos a la obra y se encuentra elaborando un Reglamento de Inteligencia Artificial, que aunque “va despacio”, según Domínguez, se espera que en un año y año y medio esté preparado. En él se establecerán clasificaciones de IA según el riesgo y así habrá ‘sin riesgo’ con ‘riesgo medio’ o ‘riesgo alto’ y sobre eso se exigirá que se cumplan unos requisitos, cuenta.