El frontón de Beti Jai
Pocos se pueden imaginar que a finales del siglo XIX Madrid era una de las ciudades en donde más éxito tenía la pelota vasca. Aquí había hasta cuatro frontones con decenas de miles de seguidores. Uno de los más importantes fue y es el de Beti Jai, junto a la Castellana, cuya historia es sorprendente
El frontón de Beti Jai
Seguramente por esa estrecha relación que tenía la monarquía con el País Vasco hace más de cien años, lo que entonces, bueno y realmente yo también hasta la infancia llamábamos Vascongadas, el deporte de la pelota vasca se hizo muy popular en Madrid. Recordemos que los reyes, especialmente Alfonso XIII veraneaba en San Sebastián y era un amante de todo lo que estuviera relacionado con el norte de España.
¡Siempre fiesta!
El frontón de Beti Jai, literalmente siempre fiesta en euskera, se encuentra en la calle del Marqués de Riscal, a pocos metros del paseo de la Castellana. Se trata de un proyecto del año 1894 del donostiarra José Arana que mandó hacer a un arquitecto cántabro de renombre, Joaquín Rucoba.
El éxito del deporte de pelota vasca fue tal que en su interior podían acceder como público casi 15.000 personas, algo que ya quisieran muchos estadios de fútbol hoy.
El estilo es muy ecléctico, mezclando elementos neomudéjares con el uso del hierro y otros propios de la arquitectura del XIX. Después de ser abandonado como frontón sirvió de almacén, de comisaría y prisión e incluso fue el taller de otro de los genios que pasó por Madrid, Leonardo Torres Quevedo, el célebre inventor de principios del s XX quien usó el frontón como centro de operaciones. Allí nacieron un dirigible, un funicular, mejoras para la máquina de escribir, etc. Tras la Guerra Civil fue el lugar en donde ensayaban las bandas de música de Falange, es decir una vida rica y variada que con el paso del tiempo fue deteriorando el edificio. Su estado ruinoso fue recuperándose paulatinamente. De estar en la lista roja de edificios en peligro de derrumbe hoy es bien de interés cultural y está protegido.