Robertson y las fantasmagorías madrileñas

Se llamaban fantasmagorías como se podían haber llamado de otra forma si realmente hubieran tenido otro tema. Pero no, eran fantasmas. Sí ante el público reunido en una sala aparecían fantasmas sobre las paredes o flotando en el humo. En realidad, era la proyección de lo que hoy llamaríamos diapositivas sobre superficies blancas, transparentes o vaporosas.

Fantasmagorías en Madrid

Nadie lo había hecho hasta entonces y la genialidad de Étienne-Gaspard Robert (1763-1837), más conocido como Robertson cayó aplastó la conciencia de la sociedad francesa en esos años finales del siglo XVIII. Nadie entendía cómo podía ser posible que esqueletos, fantasmas o incluso personas muertas pudieran aparecerse así, de pronto, ante ellos.

Como nos cuenta Enrique Echazarra en su libro Magos y psíquicos (Balazote 2024), cuando Robertson llega a Madrid en 1821 el público madrileño ya conocía algo de este espectáculo. A principios del XIX se había realizado este tipo de espectáculos de lo más misterioso. Sin embargo, Robertson era el original, el auténtico y su debut en el teatro del Príncipe no defraudó a nadie.

En esta nueva sección vamos a descubrir cómo reaccionó el público madrileño tal y como relata la prensa de la época. Y sobre todo cómo estas fantasmagorías en el

Madrid goyesco de la década de 1820 muy posiblemente, como apunta la conservadora de la Hispanic Society de Nueva York, Priscilla Muller, este espectáculo fuera el que inspirara al mismísimo Goya a realizar sus pinturas negras, célebres y lúgubres.