La URJC estudia desde Fuenlabrada los efectos y cómo combatir las ‘fake news’
Intentan determinar el origen de esas campañas y la formación de la sociedad para evitar esos engaños
Entrevistamos a los investigadores de la URJC Casandra López Marcos y Pablo Hidalgo Cobo sobre fake news
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Fuenlabrada
El Grupo Ineco (Grupo de Investigación de Alto Rendimiento en Innovación, Educación y Comunicación, vinculado a la Universidad Rey Juan Carlosse encarga desde el campus de Fuenlabradade investigar sobre uno de los fenómenos más complejos y peligrosos de la sociedad de la información actual: las fake news.
Y eso que lo primero que puntualizan los investigadores Casandra López Marcos y Pablo Hidalgo Cobo (ambos profesores en la URJC en Fuenlabrada, en el caso del segundo también en la UC3M en Getafe) es que no les gusta el término ‘fake news’; “las noticias no son falsas, porque son información. El término correcto sería desinformación”, apunta López Marcos.
Aunque aseguran que la desinformación ha existido siempre, desde el auge de las redes sociales el panorama cambia y por eso marcan el año 2016 como el del inicio de este proceso (es el año en el que se aprueba el Brexity Trump gana las presidenciales en EEUU) y por ello desde entonces surgen las agencias de verificación como contrapunto a esas mentiras; todo ello con un caldo de cultivo ideal: las redes sociales.
En estas últimas semanas a través de ellas hemos sufrido desde el bulo por la participación de una supuesta boxeadora trans en los JJOO de Paris, hasta los disturbios racistas provocados en el Reino Unido tras difundir el rumor de que el autor de varios asesinatos era un inmigrante musulmán y además ponen otro ejemplo político: una información difundida sobre una supuesta encuesta pie de urna en las pasadas elecciones en Venezuela que favorecía al régimen chavista, de una consultora que inventada.
“La complejidad de la desinformación viene también porque hay multitud de actores, desde grupos terroristas o mafiosos, hasta servicios de inteligencia, partidos políticos o propios países”, enumera Hidalgo Cobo.
Y hay diferentes tipos de esta desinformación, al menos así lo clasifican, con contenido fabricado, manipulado, de autor impostado, con conexión o contexto falso o engañoso.
“Uno de los grandes retos es encontrar el foco en el que nacen estas campañas de desinformación, que pueden ser orquestados o individuales. Seguimos sin llegar a la raíz de cómo se produce y cómo se viraliza”, señala López Marcos.
“Hay que seguir formando a la población en alfabetización mediática y crear una conciencia social de informarse en fuentes fiables”, concluye.