Anglosajón, o la polémica por la ‘Reconquista’ de los ingleses
El debate sobre la conveniencia del uso de este término en la historiografía coindice con la publicación de dos libros sobre la Alta Edad Media británica
Fuenlabrada
El debate sobre la conveniencia del uso del término ‘Reconquista’en la historiografía española tiene su paralelismo en las islas británicas con otra palabra envuelta en la polémica.
¿Es ‘anglosajón’ un término adecuado para referirse a la Alta Edad Media en Gran Bretaña o tiene unas connotaciones racistas y nacionalistas que impiden su uso? La discusión sacude las universidades británicas desde hace un tiempo y ha llevado a algunas de ellas (como la de Nottingham) a eliminar la referencia en sus asignaturas y sustituirla por ‘Early Medieval’ para “descolonizar” el currículum y “eliminar narrativas nacionalistas”.
La cuestión es también de actualidad editorial por la publicación de dos libros sobre el periodo, ‘Anglosajones. La primera Inglaterra’ (Desperta Ferro, 2024) de Marc Morris y ‘Del águila al león. Historia de Britania. De Roma a la conquista normanda’ (Edhasa, 2024) de Daniel Fernández de Lis.
“Es obvio que estoy a favor. Este es el término que se usaba ya en la época, en el siglo IX d.C., y a lo largo de todo ese periodo la gente se denominaba a sí misma o anglos o sajones”, apunta Morris en declaraciones a Cadena SER Madrid Sur.
Reportaje sobre el libro ‘Anglosajones. La primera Inglaterra’ (Desperta Ferro, 2024) de Marc Morris
“Es un término inevitable y cualquier intento de prohibirlo está condenado a fracasar. No estoy en contra de utilizar otras palabras, como sociedad “pre normanda” o “post romana”, pero es difícil escribir un libro partiendo de algo que la gente no es”, apunta.
Fernández de Lis coincide con Morris en sus argumentos. “Es un debate artificial. Además no me interesa interpretar lo que pudo pasar en esos siglos con arreglo a visiones políticas actuales”, defiende.
Charlamos sobre el libro ‘Del águila al león. Historia de Britania. De Roma a la conquista normanda’ (Edhasa, 2024) con su autor, Daniel Fernández de Lis.
Su libro sí que afronta dos leyendas británicas de una manera diferente: por un lado el capítulo propio para la desaparición de la Legio IX Hispana y la ausencia del rey Arturo.
El autor confiesa que “le presentaba varios problemas” pues “si hablaba de Arturo tenía que empezar con todas las teorías, me obligaba a hablar de su corte, la ubicación de las batallas, su enterramiento… pero además, mientras el resto del libro es historia pura y dura, nos meteríamos en el terreno de la especulación”.
Entre romanos, sajones, vikingos y normandos
Como bien destila el novelista Bernarnd Cornwell en su sagas sobre el periodo (cuatro novelas de ‘Crónicas del señor de la guerra’, en la época del supuesto Arturo, y las trece de Uthred en ‘Sajones, vikingos y normandos’, con uno último que mezcla recetas culinarias y aventuras) Gran Bretaña es un territorio muy fragmentado tras la marcha de las legiones romanas y los diferentes poderes que surgen después.
Por ello Morris asegura que en su libro nos invita a “caminar por esos lugares de la mano” del rey Offa de Mercia o los monjes Beda ‘El venerable’, San Wilfrid o el obispo Dunstan de Canterbury, pero también reconoce que apenas encontramos mujeres.
“Se pueden percibir abadesas, santas y reinas en los documentos pero esta la única información que tenemos de ellas: nombres en un trozo de pergamino, son solo palabras y fantasmas”, se lamenta.
Pero si algo marca este periodo entre los siglos V y XI es la presencia de los vikingos, que por primera vez aparecen en las crónicas con el ataque a Lindisfarne en el verano de 793. “A la gente de la época no le alarmó tanto el hecho de que fueran violentos, que lo eran, sino que no respetaban los monasterios”, asegura Morris.
“Al principio los vikingos no fueron tan trascendentales pero a partir de la formación del Gran ejército pagano en el año 864 ya no son incursiones de saqueo, es una invasión en toda regla”, explica Fernández de Lis.
Surge desde entonces el ‘Danelaw’, la tierra bajo el control de la ley danesa, que ocupa gran parte de la actual Inglaterra y que estuvieron a punto de acabar con los últimos reinos anglosajones hasta que aparece la figura el rey Alfredo ‘el Grande’ de Wessex (segunda mitad del siglo IX d.C.).
“Es la persona que establece el proyecto de algo que será mucho mayor”, defiende Morris que también enarbola el estandarte de su nieto, Athelstan. “Es el primer rey anglosajón que gobierna sobre un territorio similar a lo que hoy es Inglaterra y se hace llamar rey de los ingleses, Rex anglorum. Por todo ello se le considera el primer rey de Inglaterra”, resume.
Y la repregunta es lógica, ¿es entonces cuando nace Inglaterra?. “No podemos marcar ninguna fecha concreta del nacimiento de Inglaterra porque no nació, evolucionó. No se crea como si fuese un chispazo, en un momento concreto, sino que va evolucionando a lo largo de todo el siglo X”, matiza.
Aunque un libro (el de Fernández de Lis) empieza con la llegada de los romanos y el otro, con su marcha, ambos terminan en el mismo momento, 1066, y en el mismo lugar, la Batalla de Hastings, que supone el inicio de la época normanda tras la victoria del duque Guillermo. Su antepasado, el vikingo Hrolf o Rollón, había llegado al noroeste francés siglo y medio antes pero durante este tiempo, algo habitual entre los vikingos que se asentaban en diferentes territorios, “se había deshecho fácilmente de su identidad escandinava y se sumaban a la de los locales” y eso se ve porque Rollón “ bautiza a su hijo y sucesor como Guillermo, un nombre franco, y a partir de ahí todos sus descendientes tendrán nombres cristianos y se casarán con princesas francas y ellos y sus seguidores aprenderán rápidamente a hablar francés y abandonarán las actividades marineras y adoptarán las tácticas militares de la caballería franca y construirán castillos e incluso refundan los monasterios que sus antepasados habían destruido y se convierten rápidamente en cristianos entusiastas y adoptan su religiosidad”.