En Allon sacrificaban a perros para ‘leerles’ las tripas
A través de la jarra del arúspice expuesta en el Vilamuseu conocemos los ritos de adivinación de los romanos
Entrevista Antonio Espinosa (Vilamuseu) en Hoy por Hoy Benidorm
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La Vila Joiosa
En la sección de ‘Allon; la perla de la Marina Baixa’ hemos analizado junto a Antonio Espinosa, arqueólogo y director de Vilamuseu, la sorprendente historia que hay detrás de la jarra del arúspice de las termas romanas de Allon.
Nos cuenta Antonio que un arúspice es para nosotros un adivino. Un arúspice (del indoeuropeo *ghere, "entraña", e inspicio, examino; transcribe haruspex del latín). Un sacerdote adivino más concretamente. En aquel entonces, al ser tremendamente supersticiosos pedían a los adivinos que hicieran ritos para preguntarles a los dioses.
La jarra es el testimonio de un evento muy importante para el municipio. A un sacerdote municipal le tocó el honor y la responsabilidad de descubrir si los dioses aprobaban la fecha prevista de construcción de las nuevas termas públicas, un edificio monumental que suponía una gran inversión. Este sacerdote, conocido como arúspice, sacrificó un perrito y un lechón blancos para interpretar la voluntad de los dioses a partir de sus tripas. El arúspice escogió cuidadosamente la jarra, donde los buitres vuelan desde la izquierda. Este dibujo representa otra ceremonia, muy antigua, que se hacía para "tomar los auspicios".
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Tomar los auspicios
La palabra "auspicio" viene de auis (ave) y spicio (mirar), así que consistía en mirar el cielo para ver volar las aves. No sabemos si también se realizó esta ceremonia para las termas, pero imaginemos que sí, ya que explica la decoración de la jarra.
Para empezar, había que buscar un lugar elevado, con buena vista del cielo y que estuviera dentro del recinto de la ciudad. Seguramente, los alonitas tenían un lugar fijo para estas ceremonias, un "auguraculum". Seguidamente, el augur tenía que colocarse mirando al sur, lo que en Allon significaba mirar hacia el mar. Y dividía el cielo en cuatro partes con su lítuo, el bastón curvo que después pasaría a los obispos cristianos. Después se sentaba a esperar el mensaje de los dioses, ante la expectación de todo el vecindario. Era un acto solemne, los dioses iban a pronunciarse.
Las aves debían venir por el Este
Si las aves venían del este era una buena señal, sin duda, pero el este está a la izquierda si miras hacia el mar. Y para la cultura romana la izquierda era la sinistra, es decir, el lado malo o siniestro. Sin embargo, los dioses enviaban las aves desde su derecha y, por lo tanto, los mortales la veían aparecer desde el este.
Laura Núñez Huesca
Redactora en Radio Benidorm, dirige y presenta el magazine Hoy por Hoy. Ha pasado por las redacciones...