Crece el interés por el comercio justo, una forma de comprar respetando los Derechos Humanos y el medio ambiente

València

La plaza de la Reina de València acogerá este domingo la feria del Comercio Justo, que organiza la Coordinadora Valenciana de ONG para el Desarrollo con motivo del día mundial del comercio justo. El objetivo es llamar la atención de la ciudadanía sobre la necesidad de hacer un consumo más responsable y consciente del impacto laboral, social y ecológico de nuestras compras. Esta feria incluirá un mercado de productos de comercio justo, actividades infantiles, exhibiciones de baile y conciertos.

La presidenta de la Coordinadora Valenciana de ONGD, Cristina Ramón, detalla que el comercio justo es una alternativa de compra para conseguir productos que se hayan fabricado en condiciones dignas y que, además de respetar al medio ambiente, respeten los derechos humanos y garanticen la igualdad y la no explotación de las personas que han trabajado en estos bienes.

Ramón afirma que, aunque la ciudadanía está cada vez más concienciada con este tipo de comercio, todavía queda mucho por hacer. Y es que los datos revelan que solo consumimos tres euros al año, de media, en productos de comercio justo.

Otra de las características de los productos de comercio justo es que son productos de proximidad que tenemos a nuestro alcance, aunque tamibén pueden ser de comercio justo otros bienes como el café, que viene de países lejanos, pero siempre que garantice la no explotación de los trabajadores. Ramón destaca que es muy importante el respeto a los derechos humanos.

La cita de este domingo en València tendrá lugar en la Plaza de la Reina, donde durante toda la jornada habrá talleres y juegos infantiles, títeres, y cuentacuentos, además de puestos de degustación y venta de productos de comercio justo. También contará con actuaciones para el público infantil, batucadas o DJ.

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Los datos del comercio justo

En España las ventas de Comercio Justo no han dejado de crecer desde el año 2000 (el primero del que hay datos). En el último año alcanzaron una facturación de más de 144 millones de euros, en su mayoría gracias a los productos de alimentación. El textil en el último año aumentó su facturación en 1 millón de euros.

En el café, por ejemplo, un producto que genera unos 200.000 millones de dólares al año, en Uganda, los campesinos y las campesinas reciben el 6% del precio final del producto, mientras que la empresa multinacional recibe el 50%. Algo similar ocurre en el cacao: en los dos principales países productores, Ghana y Costa de Marfil, las familias que cultivan cacao reciben un 40% menos del precio que deberían cobrar para poder cubrir costes y tener una vida digna.

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En las plantaciones de té, la mayoría de sus trabajadores y trabajadoras descienden de familias campesinas pobres que fueron reclutadas como esclavas hace más de 150 años. Su salario medio en las principales regiones productoras de India es de menos de la mitad del salario mínimo de un trabajador agrícola no cualificado.

La industria textil, además de ser la segunda más contaminante tras el petróleo, también consolida la pobreza: el 75 % de la mano de obra está en países asiáticos. En la actualidad, los salarios mínimos vigentes en este sector no son suficientes para cubrir las necesidades humanas básicas.