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Historia | Ocio y cultura

Salvem el azulejo rotulador de la calle Bonifacio Ferrer

Tal y como llevamos denunciando en este espacio desde hace años, la pérdida por expolio o derribo de las antiguas placas rotuladoras de nuestras calles supone una pérdida irreparable para el paisaje cultural de nuestra ciudad. La de la calle Bonifacio Ferrer, con casi cien años de antigüedad, puede ser la próxima en desaparecer

'Callejeando': calle de Bonifacio Ferrer

València

Desde sus inicios, allá por 2015, el objetivo primordial de este espacio divulgativo ha sido el de acercar y concienciar a todos nuestros oyentes sobre la importancia de la onomástica urbana como fuente de conocimiento de nuestra ciudad y como parte fundamental de su paisaje cultural, donde los azulejos rotuladores, como soporte físico y medio de expresión de esta toponimia, adquieren un papel fundamental. Desgraciadamente, el abandono, el espolio y el proceso de sustitución de las placas antiguas por las nuevas de plástico que se lleva haciendo desde hace más de treinta años, está provocando la pérdida irreparable de este rico patrimonio urbano.

Hace unos años ya llamamos la atención sobre la inminente desaparición de dos placas singulares, una del siglo XIX en la plaza Cisneros, en el centro histórico, y otra de principios del XX en la calle Ramón de Perellós – en el barrio de Favara-. Tal y como contamos, ambas fueron localizadas, y la primera acaba de ser repuesta, mientras que la segunda se encuentra en el Servicio de Patrimonio Histórico del Ayuntamiento a la espera de ser restaurada. Sin embargo, otros azulejos históricos han corrido peor suerte, como el de la calle Almirante Cruïlles, en Camins al Grau, una placa que se encontraba en el número 3 sobre la fachada de una nave industrial que acaban de demoler, o sin ir más lejos, en la misma calle Juan de Austria, en la fachada de lo que era la pastelería Villanueva, otro ejemplar de los años 20 que desapareció junto al histórico comercio.

La siguiente candidata en pasar a engrosar esta infame lista del patrimonio en peligro de extinción es la pequeña placa situada en la calle de Bonifacio Ferrer, esquina con Gaspar Aguilar, situada en un edificio que ya tiene fecha de caducidad, tal y como anuncia la lona de la promotora que cubre la fachada. Este azulejo data de final de los años 20 del siglo pasado, y tiene la particularidad de formar parte del proyecto de rotulación de 34 calles del distrito del Hospital que se aprobó en 1929. La curiosidad es que, en este barrio levantado junto al Convento de Jesús, entonces psiquiátrico provincial, entre el camino del Cementerio (actual Gaspar Aguilar) y la vía férrea de Villanueva de Castellón, los vecinos empezaron a denominar las calles con nombres de reconocidísimas vías de Madrid, tal vez por el afán de poder vivir en tan renombradas calles como la de Alcalá, Fuencarral o Montera. En 1927, un informe del Negociado de Estadística recogía todas las calles rotuladas vulgarmente, entre ellas las que formaban este pequeño barrio del distrito del Hospital y cuyos nombres fueron sustituidos por el de ilustres personajes valencianos como Matheu i Sanç, Misser Rabassa, Joan Aguiló, Jaume Beltrán o Bonifacio Ferrer, nombre este último que se le dio a la calle que hasta entonces se conocía como calle Fuencarral, en recuerdo del hermano de San Vicente Ferrer, gran jurisconsulto, representante del Reino de Valencia en el Compromiso de Caspe y primer traductor de la Biblia a una lengua romance, el valenciano.

Así que, por todo lo expuesto anteriormente, desde aquí hacemos una llamada, tanto a la Administración, como a vecinos, propietarios y promotores, para que el azulejo rotulador de la calle Bonifacio Ferrer sea restaurado y conservado en el mismo sitio donde se puso hace ya casi 100 años.