Calles centenarias, denominaciones ignotas: la calle de Muñiz y H. de Alba

València

La historia urbana de los barrios que jalonan la avenida del Puerto – denominada en sus inicios como Camí Nou del Grau, avenida de los Aliados durante los años 20 del siglo pasado y doncel Luis Felipe García Sanchiz durante el franquismo- es una historia de retales, de proyectos inconclusos, de fábricas y barrios obreros, y de la desaparición de decenas de las casas de recreo y chalets que salpicaban los jardines y huertas de esta zona de la ciudad, y de la que tan solo nos resta como ejemplo el palacete de Ayora.

Uno de estos palacetes desaparecidos era el conocido como chalet de Muñiz y Alba, una casa de recreo situada en una gran parcela a la que se accedía por una estrecha calle perpendicular a la misma avenida del Puerto, y que limitaba al norte con la senda de Albors y la alquería de la Campaneta, al este con el barrio de la Conserva, al sur con la fábrica de harinas y la avenida del Puerto, y al oeste con la calle de los Leones. El chalet y la parcela eran propiedad de dos socios: Carlos Hernández de Alba, concejal del Ayuntamiento de València y miembro de la Unión Patriótica durante la dictadura de Primo de Rivera, y de Vicente Muñiz Gómez, funcionario de Hacienda. Ambos crearon en los años 20 del siglo pasado una razón social que llevaba por nombre Muñiz y H. de Alba, de la que Muñiz era el gerente y Hernández de Alba, el presidente, y que se dedicaba a la importación de madera, materiales de construcción, calefacciones y carbones, entre otras muchas cosas. Ambos socios, al calor de las leyes de casas baratas del periodo primorriverista, crearon en 1927 la Compañía de Edificaciones S.A con el objetivo de construir y promover un grupo de viviendas colectivas en la parcela donde tenían su chalet y su empresa. El proyecto de 40 casas colectivas construidas en dos fases lo llevó a cabo el arquitecto Francisco Almenar, y estas contaban con novedosos servicios de agua, wáter, gas y electricidad, todo un adelanto para la época, además de estar bien conectadas con el centro de la ciudad gracias al tranvía que pasaba por la avenida del Puerto. Y como era costumbre también en la época, la calle por la cual se accedía al grupo de viviendas tomó el nombre de sus promotores, calle de Muñiz y Hernández de Alba, aunque con el apellido Hernández abreviado en una H mayúscula para facilitar su rotulación.

Durante los años 40 y 50, la zona siguió teniendo un carácter eminentemente industrial con predominio de negocios dedicados al sector de la madera: almacenes, serrerías, fábricas de chapas, etc. Pero si algo dio verdadera fama al barrio fue la apertura en 1961 del popular canódromo Avenida, situado justo a continuación del barrio de casas baratas construido por Muñiz y H. de Alba, entre estas y la avenida del Puerto. La pista contaba con un circuito de 397 metros y una tribuna con capacidad para más de 300 aficionados a las carreras de galgos. El canódromo Avenida apenas estuvo 25 años en servicio, pero dejó una profunda huella en el barrio. Fue vendido y sobre el solar resultante se levantó un edificio de viviendas. El 50% de la promoción de chaletitos construidos por Muñiz y Hernández de Alba también fue arrasado para construir otra insulsa promoción. Y a pesar de todo, una pequeña parte del paisaje histórico de este barrio se conserva en los chaletitos que aún siguen en pie, en la fábrica de harinas reconvertida en hotel y en la denominación de la calle de Muñiz y Hernández de Alba rotulada sobre la clásica placa cerámica, un formato cada vez más escaso en nuestra ciudad.