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Historia | Ocio y cultura

Una placa nueva para la calle de Enrique Taulet

Desde hace unos años, la asociación de vecinos de San Isidro está llevando a cabo una campaña de ornato del barrio a través de la colocación de placas rotuladoras artísticas en todas sus calles. La última ha sido la dedicada al notario Enrique Taulet

'Callejeando': calle de Enrique Taulet (12/07/2023)

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València

A principios del siglo XX, las lápidas y placas rotuladoras de calles alcanzaron la categoría de monumento público y los nombres de grandes personajes de la época se integraron como un elemento más del espacio público dirigido a presentar los logros político-culturales de la burguesía local. Los artísticos rótulos callejeros, labrados por los mejores artistas y escultores del momento, contenían los nombres de escritores, empresarios, científicos, músicos, poetas, eruditos y pintores, como Benlliure, Sorolla, Giner, Llorente, Pinazo o el Marqués del Turia, entre otros, todos ellos referentes de la sociedad civil valenciana, y se fueron distribuyendo por calles y plazas para gloria y esplendor de una ciudad que se volcaba en unas ceremonias de inauguración que empezaron a ser incluidas como un festejo más dentro de grandes festividades como la Feria de Julio.

Aquella vieja costumbre de realizar placas artísticas para rotular y ornamentar las calles, así como las ceremonias de inauguración de dichas placas, fue languideciendo hasta desaparecer durante los años 60 del siglo pasado, cuando el boom urbanístico ligado al desarrollismo acabó por arrinconar cualquier atisbo de ornato y conmemoración en una ciudad que crecía sin orden ni concierto. Pero no todo está perdido, y a falta de una iniciativa decidida por parte de los poderes públicos, ha sido la sociedad civil la que ha vuelto a marcar el paso, en este caso la asociación de vecinos del barrio de San Isidro, que desde hace unos años está llevando a cabo una campaña de ornato del barrio a través de la colocación de placas rotuladoras artísticas en todas sus calles. La primera fue la de la calle José Andreu Alabarta hace 15 años, y la última, la semana pasada ha sido la dedicada al notario Enrique Taulet.

En una ceremonia discreta pero muy emotiva y cargada de simbolismo, representantes vecinales y miembros de la familia del propio Taulet descubrieron, en el chaflán con la calle Nicolau Primitiu, la placa artística compuesta por doce azulejos, obra de José Luis Ceballos y Paco Sanabria, que contienen el nombre de la calle, el retrato y una breve biografía del titular. La calle de Enrique Taulet, abierta sobre lo que era un tramo del Camí Vell de Torrent, fue delineada según el plan parcial de ordenación urbana 26bis de 1967, que, a pesar de la tendencia a la edificación abierta de la época, proyectó para la zona de San Isidro una serie de manzanas cerradas y achaflanadas a modo de ensanche decimonónico. A partir de los años 70 se empezó a urbanizar la zona con las primeras edificaciones recayentes al Camino Nuevo de Picaña y a la Ronda Sur, pero no fue hasta 1995 cuando esta pequeña calle que une el Bulevar Sur con la calle Nicolau Primitiu fue dedicada al notario Enric Taulet.

Enrique Taulet y Rodríguez-Lueso, Taulet -como le llamaba todo el mundo- era asturiano de origen, aunque nació en Palencia, donde su padre era director del Banco de España, un 3 de enero de 1900. En 1924 aprueba la oposición de notario y en 1930 gana la plaza de València donde se asienta y comienza su actividad notarial, solamente interrumpida por la Guerra Civil, a cuyo comienzo es encarcelado por elementos incontrolados, salvándose de una muerte segura por intercesión de sus amigos, entre ellos, el Rector de la Universitat de València, Juan Peset Aleixandre. No en vano, Taulet fue el notario que levantó acta de todo lo que pudo ser salvado del tesoro de la Virgen de los Desamparados tras el asalto a la basílica el 21 de julio de 1936. Al acabar la Guerra reinicia su actividad profesional e intercede inútilmente por Peset, circunstancia que le acarrea un proceso de depuración por parte de las nuevas autoridades. Su relación con los círculos valencianistas del momento le llevan a participar activamente en cualquier asunto relacionado con València como la recuperación de los fueros y del Derecho Civil valenciano y la utilización del valenciano en documentos públicos. Una lengua, la valenciana, que aprende y cultiva con destreza. Durante años escribe en el diario Levante los artículos De martes a martes con temas netamente valencianos, es reconocido como hijo adoptivo de València y nombrado miembro numerario de las academias de Cultura Valenciana, de Jurisprudencia y Legislación y de Bellas Artes de San Carlos. En 1992 murió en València, donde está enterrado, y ese mismo año, la Real Academia de Cultura Valenciana, a petición de Eduardo Primo Yúfera, solicitó al Ayuntamiento que se le dedicase una calle de la ciudad a don Enrique Taulet “prestigioso notario de la ciudad, por su gran formación humanística y acrisolada valencianía”.

 
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