Ocio y cultura

¿Cómo ha cambiado la celebración de Todos los Santos?

Emili Selfa explica los orígenes de la celebración de la festividad de Todos los Santos, actualmente ya prácticamente reemplazada por Halloween

Emili Selfa en los estudios de Radio Gandia Ser. / Redacción

Gandia

Actualmente, el 31 de octubre se celebra la festividad de Halloween, pero ¿Siempre se ha conmemorado con calaveras o referenciado a Frankenstein? El escritor gandiense Emili Selfa, explica que esta no es más que la versión comercial y actualizada de la celebración particular que se hacía antiguamente en el mundo rural.

En los pueblos, antes del cambio de costumbres que aportó el Concilio Vaticano, la Iglesia formaba parte del atrezo fundamental de todas las celebraciones de las almas, que era el motivo del Día de Todos los Santos.

Si nos remitimos a antiguamente, tenemos que tener en cuenta que existía un miedo y respeto generalizados por la muerte. Se creía que la noche del 31 de octubre, los muertos volvían a sus casas, y es por eso que los días previos, los hogares se llenaban de luces, para que cuando llegaran las almas, “no se perdieran y volvieran pronto a su lugar”, explica Selfa.

Escarabajos con velas

La noche de los difuntos, en los pueblos de la Safor, se organizaba un rosario por las calles en el que también se captaba limosna, casa por casa, para las almas. Cuando se acababa la ceremonia, los niños volvían a las casas que no habían aportado demasiado en la recaudación, para asustarles: “algunos cogían escarabajos del campo, les enganchaban velas y los soltaban por el agujero que tenían las puertas para que entraran los gatos. Ver las luces que se movían por el patio de noche asustaba a los habitantes”.

Una fotografía, una cruz, una vela y flores

Actualmente, asociamos a los cementerios con algo muy limpio, pero antiguamente lo arreglaban solamente para el Día de Todos los Santos, el día 1 de noviembre, de una manera humilde. Los visitantes ponían la fotografía del difunto, unas pocas flores, una cruz y un vasito con una vela, que convertía el cementerio en un campo de luz. Una vez se arreglaban las tumbas, a partir de las tres de la tarde, "se acababa la celebración y empezaba el momento de anhelar un ambiente que representaba la presencia física de la muerte", afirma Emili Selfa.

Emili Selfa, investigador y escritor gandiense

09:11

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