La València olvidada: "Del Colegio San José al jardín Trini Simó: una historia de educación, ciudad y memoria verde", por Pepa Pascual

La València Olvidada 11-06-2025
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
València
En el corazón de València, entre el Jardín Botánico y el paseo de la Pechina, se levanta una historia olvidada, pero llena de significado: la del Colegio San José, fundado por la Compañía de Jesús a finales del siglo XIX, y que hoy pervive solo parcialmente después de ser derruidas la mayor parte de sus edificios.
Todo comenzó en 1870, cuando el padre Agustín Cabré impulsó la fundación de un nuevo centro educativo en València. En 1879 se colocó la primera piedra, sobre unos terrenos entonces periféricos, entre huertas y caminos, propiedad del barón de Benidoleig. El colegio se inauguró un año después, en septiembre de 1880 con un coste aproximado de 400.000 pesetas.
El arquitecto José Quinzá diseñó un conjunto moderno y rupturista para su tiempo. Nada de claustros cerrados: el colegio se organizaba en dos largas naves abiertas, conectadas por un pabellón central, de manera que cada espacio poseyera iluminación y ventilación natural. El acceso principal del colegio fue diseñado por el actual paseo de la Petxina, y desde este acceso se generaba un largo paseo marcado por numerosos cipreses, que atravesando sus amplias áreas verdes, terminaban en una anteplaza delante del edificio flanqueada por setos y árboles. Un colegio que entendía la naturaleza como parte de la educación.
Pero en 1881, el arquitecto Quinzá falleció y fue Joaquín María Belda quien asumió la dirección de las obras y completó el edificio en 1884, inaugurando la capilla el 8 de diciembre de 1881 y el salón de actos en marzo de 1884.
Con el paso del tiempo, el colegio creció en tamaño y prestigio. Se ampliaron las naves laterales, primero con una sola planta, y en los años veinte se igualaron a tres alturas. Se compraron nuevos solares en dirección al cauce del Turia (en 1922 y 1926) y se transformaron parte de los jardines en pistas deportivas, conservando la vegetación perimetral. En 1905, se instaló la estatua de San José frente a la capilla, presidiendo la plaza de celebraciones.
En paralelo, surgieron nuevos espacios vinculados al centro. En los años veinte se construyeron las Escuelas de Niños Pobres San José, diseñadas por los arquitectos Manuel Peris Ferrando y Manuel Peris Vallbona. Este conjunto, más tradicional en su diseño, retomaba una distribución claustral, con tres bloques trapezoidales que contenían talleres, aulas, administración y una pequeña capilla. Su objetivo era ofrecer educación básica y formación profesional a los hijos de las clases trabajadoras.
Pero la historia del colegio también refleja los cambios sociales y políticos del siglo XX. Con la llegada de la Segunda República y la aprobación de la Constitución de 1931, la Compañía de Jesús fue disuelta y sus bienes nacionalizados, pero el complejo de San José no perdió su carácter educativo y así desde 1932, el colegio acogió diferentes instituciones públicas dedicadas a la enseñanza.
Durante la Guerra Civil, el conjunto se convirtió en un verdadero polo educativo de la República. Allí funcionaron el llamado Instituto-Escuela, ejemplo de los principios pedagógicos de la Institución Libre de Enseñanza; el Instituto Obrero, que ofrecía un bachillerato abreviado para facilitar el acceso a la universidad de jóvenes trabajadores; el Instituto Nacional de Segunda Enseñanza Blasco Ibáñez, el Grupo Escolar Luis Bello y la Escuela Normal, encargada de formar a los futuros maestros y maestras.
Con la victoria franquista, todas estas instituciones desaparecieron o fueron transformadas y el inmueble fue devuelto a los jesuitas.
A mediados del siglo XX, ante el aumento de alumnado y la falta de espacio, la Compañía de Jesús optó por vender la antigua manzana para financiar dos nuevos centros en la huerta de Campanar. Entre 1961 y 1962 se adquirieron 100.000 metros cuadrados de terreno para el nuevo centro cuyo proyecto se encargó a los famosos arquitectos Rafael Contel y Cayetano Borso di Carminati.
El futuro del viejo colegio se volvió incierto. En 1988, el nuevo Plan General de Ordenación Urbana preveía construir bloques residenciales en el solar y un hotel de siete plantas con vistas a la Gran Vía Fernando el Católico. En 1992, se declaró Bien de Interés Cultural el conjunto formado por el colegio y el Jardín Botánico. Aun así, una parte del colegio —el ala derecha— fue demolida.
Fue entonces cuando surgió una fuerte oposición ciudadana. Nacía la plataforma “Salvem el Botànic, Recuperem Ciutat”, que reclamaba frenar la urbanización y recuperar el paisaje histórico. En 1997, tras años de disputas y litigios, se firmó un convenio que anulaba el proyecto urbanístico y en 1999, se retiraron las vallas publicitarias del mismo. Comenzaba una nueva etapa para el solar de los jesuitas.
De los patios escolares a los jardines públicos
La primera gran intervención fue la creación del Jardín de las Hespérides, inaugurado a comienzos de los años 2000. Inspirado en la mitología clásica, el jardín se organiza en torno a esculturas de Hércules, Afrodita y las ninfas. Alberga más de 50 variedades de cítricos, distribuidos en parterres y espalderas, con acequias, estanques y senderos. Un homenaje botánico, literario y sensorial al Mediterráneo.
El segundo gran hito ha sido el Jardín Trini Simó, cuyas obras comenzaron en mayo de 2025. Este nuevo espacio verde, financiado con fondos europeos Next Generation, ocupa más de 8.000 metros cuadrados y ha sido diseñado por el equipo del arquitecto Carmel Gradolí, bajo el nombre de “Bardissa”.
El jardín lleva el nombre Trinidad Simó, historiadora del arte y gran defensora del patrimonio que durante décadas luchó por la defensa de espacios urbanos sostenibles frente a propuestas especulativas de constructores y promotores inmobiliarios. El proyecto recrea una huerta urbana con parras, acequias, plantas aromáticas, caminos de tierra y zonas de descanso. Su trazado rinde homenaje al paisaje agrícola desaparecido y a la lucha ciudadana que salvó este espacio de la especulación.
Hoy, el solar donde se levantó uno de los colegios más emblemáticos de València ha renacido como pulmón urbano. El Jardín Botánico, el Jardín de las Hespérides y el Jardín Trini Simó forman un corredor verde que une historia, naturaleza y ciudadanía. Un lugar donde la educación se transformó en memoria, y la memoria, en jardín.
Texto: Pepa Pascual
Sigue toda la última hora en el canal de Whatsapp de Radio Valencia: haz clic aquí y suscríbete para recibir toda la información y la actualidad del día en tu móvil.

Quique Lencina
Filólogo de formación y locutor de profesión, actualmente forma parte del equipo digital de Radio Valencia...




