La València olvidada: Hospital La Fe (por Paco Pérez Puche)

València

En este episodio, nos encontramos a las puertas de un moderno centro de salud de la ciudad, el Campanar II, que se ha inaugurado hace pocos meses en el suelo de lo que antiguamente fue la Ciudad Sanitaria La Fe. Hay mucho ir y venir de pacientes; está comenzando la campaña de vacunación y se nota esa actividad especial de los centros de salud en otoño y después de un largo puente festivo pasado por agua. Y me acompaña Paco Pérez Puche con sus historias

Podríamos enredarnos y hacer muy extensa la historia de los hospitales valencianos, desde la Edad Media por lo menos. Pero vamos a centrarnos en La Fe, que durante cuarenta años fue el gran hospital de referencia del Insalud, del sistema español de medicina pública en tierras valencianas. Un complejo hospitalario que empezó a funcionar en 1969 y que en el año 2010 fue sustituido, en otra zona de ensanche de la ciudad, por el nuevo hospital La Fe. Un complejo hospitalario por el que la mayor parte de nosotros, quiero decir los más mayores, hemos pasado alguna vez, para una revisión, para visitar a un enfermo, para que nos operaran de esto o lo otro o, lo mejor de lo mejor: para celebrar la llegada al mundo del hijo o el nieto…

Porque un hospital es un centro intenso de vida. Un lugar de sustos, emociones, alegrías y tristezas…

En los hospitales, hay veces que lo pasamos mal: todos hemos perdido a seres muy queridos. Pero en otras ocasiones, en muchas ocasiones, uno sale del hospital curado y nuevo. Sin la piedra del riñón, sin la enfermedad que te agobiaba. Y, vamos a ser positivos: con esos regalos de tres kilos y medio en los brazos. Porque son cientos, miles, los valencianos de menos de 50 años los que han nacido en La Fe…

El Hospital La Fe obedece al boom de crecimiento económico, y de natalidad, de los años sesenta. Los años cincuenta los pasaron los españoles trabajando muy duro. Pero los sesenta fueron años de crecimiento, expansión y natalidad. Son los años del 600, de la nevera y la lavadora y del televisor en blanco y negro. Y en Valencia había hospitales privados, por lo general pequeños y anticuados, y hospitales públicos. Estaba el Sanjurjo, con formato antiguo, donde ahora está el Doctor Peset. El Clínico Universitario era mucho más pequeño y anticuado que ahora. Y también estaba el Hospital General, propiedad de la Diputación, inaugurado en 1962 junto a la avenida del Cid. Hay que recordar que ya estaba el hospital La Cigüeña, desde los años sesenta y el de la Sagrada Familia, además del enorme Hospital Militar.

Lo que ocurre, también en los años sesenta, es que España se motoriza. En una década, se dobla o triplica el número de coches y motos; y la gente, así son las cosas, empieza a tener accidentes que requieren atención. Hay que saber que en España el número de vehículos pasó de 185.000 en 1949 a 2,3 millones en 1965 y a 4,8 millones en 1975. El doble en una década. De modo que los accidentes de tráfico pasaron de menos de 10.000 en 1950 a más de 70.000 en 1965. Un crecimiento brutal.

Por otra parte, la medicina da un cambio enorme en muy pocos años. Si el doctor Barnard en 1967 hizo el primer trasplante de corazón humano es porque la ciencia había avanzado de manera extraordinaria en pocos años. Desde que se introdujo la penicilina, en los años cincuenta, los antibióticos y las vacunas transformaron por completo el paisaje, se empezaron a curar muchas enfermedades que antes eran incurables y empezó a haber avances en inmunología, al tiempo que la cirugía se adentraba en campos cada vez más seguros e inexplorados. Es decir, que hay que renovarlo todo: lo que los médicos estudian y los hospitales que van a usar…

València empezó a ver por el rabillo del ojo, como una referencia, el Hospital La Paz de Madrid, que es el primer gran hospital moderno, bien equipado, que se hizo en el franquismo. La Paz, inaugurado en 1964, era lo último; hasta tenía un helipuerto en la terraza. Y las mutualidades laborales, que en València eran muy poderosas gracias al potencial de nuestra economía, empezaron a soñar en un hospital de ese calibre para poder abordar las necesidades, hasta el año 2000 por lo menos.

Así estaban las cosas cuando el periódico LAS PROVINCIAS, en 1968 envió a un pipiolo a una rueda de prensa en la que el Mutualismo presentó la maqueta, una maqueta preciosa, de lo que iba a ser la primera fase de un nuevo hospital, concebido a lo grande, que se instalaría en la huerta de Campanar. En un sitio donde ya se había abierto la Pista de Ademuz, con su puente, y donde empezaba a nacer un polígono de viviendas donde habría una estación de autobuses y un centro comercial. Tuve la suerte de hacer esa información. Y de luego asistir a las inauguraciones.

Era una Valencia nueva; Campanar era un área de crecimiento… era una zona de huertas donde solo se había construido el preventorio de San Francisco Javier, un reformatorio juvenil, que en la actualidad es la consellería de Educación. Y allí nació, por fases, la ciudad sanitaria La Fe. Cuyo nombre, según es leyenda, fue aportado por una trabajadora de las Mutualidades cuando los altos directivos estaban rascándose el coco. “¿Pues no dicen ustedes que quieren un hospital como La Paz que tenga también un nombre corto? Pues La Fe. Y La Fe se quedó.

El 3 de febrero de 1969, el ministro Romero Gorría (ministro de Trabajo, no había ministro de Sanidad) inauguró el primer edificio, la residencia general, de 600 camas, con las más modernas dotaciones. En 1970 se inauguró el hospital Virgen del Consuelo, que era privado, origen de la empresa NISA ahora VITHAS, pero también el Centro de Rehabilitación de La Fe, que enseguida se convirtió en un punto de investigación nacional sobre los problemas derivados de los traumatismos y accidentes de circulación.

La renovación fue potente. En 1971, la futura reina doña Sofia inauguró el hospital materno infantil y la escuela de enfermería… que es la única que ahora queda en pie, prácticamente, de lo que fue un complejo que, más allá de consultas y laboratorios, tenía lo que configura una ciudad: auditorio, biblioetaca, capilla, helipuerto, restaurantes, cocinas, y todas las dotaciones precisas, incluso para lavar la ropa que se usaba cada día.

Un complejo sanitario que en 1990 contaba con 6.000 trabajadores. Y que, solo en un año, atendió 217.000 urgencias y más de 28.000 operaciones quirúrgicas, más de 75 al día de promedio.

Miles de personas han pasado por sus consultas, camas y quirófanos a lo largo de cuarenta años. Y, sin embargo, ahora lo que se ve es que no queda casi nada.

Lo que hay son colinas de escombros y chatarra. Los restos que cientos de camiones se van llevando. Lo que ha quedado tras el trabajo de unas máquinas gigantes que cortaban los pilares de acero como si fueran de chocolate. Y es una pena porque se pidió que se guardaran como recuerdo las letras luminosas, letras de dos o tres metros, que ponía La Fe, y no ha habido sensibilidad para ello. Es una pena, porque estamos hablando de historia de la ciudad, de historia de todos nosotros, y también de historia de la Medicina. A ver, ¿dónde se va a recordar que en 1987 se hizo en La Fe el primer trasplante de corazón de la historia de la medicina valenciana? Es verdad que en la página web del nuevo hospital La Fe se han reunido los hitos históricos del viejo hospital. Pero yo creo que eso es muy poco. Yo espero que se haya guardado una cama, un quirófano, una sala de espera como aquella en la que pasamos aquel mal rato, pero también una cuna incubadora como aquella en la que vimos por primera vez a chavales que ya tienen cuarenta años…

Texto: Paco Pérez Puche

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