La València Olvidada: Las Torres de Serranos. Arquitectura, urbanismo y fiesta (por Desirée Juliana)

La València Olvidada: Torres de Serranos. Arquitectura, urbanismo y fiesta
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València
En esta ocasión nos detenemos en un monumento fundamental de la ciudad de València, para lo que tendremos que recurrir a la imaginación.
Nos hemos trasladado a un espacio no muy lejos de la Almoina y muy cerca de donde debió de estar el antiguo puerto romano, se trata de las Torres de Serranos.
Durante las etapas posteriores a la Antigüedad este punto mantuvo su relevancia. Por ejemplo, en época islámica, justo detrás de donde hoy encontramos las torres de Serranos, se ubicaba la puerta denominada Bab al-Qantara.
Durante el periodo islámico, la urbe valenciana fue creciendo y la población quedó desprotegida por el incremento demográfico que obligó a construir viviendas fuera del perímetro de la muralla islámica.
Tras la conquista cristiana, la población siguió con un proceso de crecimiento exponencial y con el reparto de la tierra, muchos ciudadanos quedaron fuera de la antigua muralla. Así pues, el crecimiento poblacional y su ubicación en los arrabales, así como la construcción de conventos que en su gran mayoría quedaban desprotegidos por estar extramuros, hizo que los jurados de la ciudad de València plantearan la necesidad de una ampliación de la muralla.
Debemos pensar que fue una época muy convulsa en la que se acentuaba la guerra con Pedro I de Castilla, además temían una nueva oleada de invasión musulmana y obviamente también estaban a la merced de los desastres naturales producidos por las fuertes avenidas del río. Por esta razón, en la documentación oficial emitida por el Consell de la ciutat, se ordenó la creación de una nueva muralla. De hecho, el gobierno instó al obispo, al clero, a los caballeros y a los ricos hombres, tal y como recogieron los fueros, a que contribuyeran en la financiación como comitentes. Claro está que, además del perímetro murario, eran necesarias nuevas puertas de acceso, como fue el caso de las Torres de Serranos, ya que comenzó a desmantelarse el perímetro correspondiente a la época anterior.
El nuevo perímetro comenzó a tomar forma en el año 1356, a manos del Guillem Nebot. No obstante, la construcción de la obra en la que nos encontramos hoy data entre los años 1392 – 1398, y fue proyectada a manos del cantero Pere Balaguer. Parece ser que para los jurados valencianos era muy significativo que este maestro de obras estuviera en València, cercano a la construcción, con lo que el gobierno le pagó el alquiler de una casa próxima para garantizar su presencia a pie de obra.
Se sabe que Pere Balaguer había viajado por diversas partes de la actual Cataluña para poder analizar los portales que se habían erigido con anterioridad y que pudieran servirle de ejemplo. Claramente, a la vista está, que una de las obras que más pudo influirle fue el portal del Monasterio de Poblet.
A modo de resumen, podríamos destacar su importancia dentro de las obras constructivas góticas, con elementos muy sencillos y sobrios de decoración. Está compuesta de un cuerpo central y dos torres, siendo el conjunto casi simétrico. Configuró la entrada de la ciudad por el camino que conducía hacia la comarca de los Serranos. Durante centurias, además de ser una de las entradas más magnificentes de la ciudad, tuvo una simbología y funcionalidad muy específica.
Ahora sí tendremos que usar la imaginación. Los valencianos y valencianas, y todas aquellas personas que estamos en conexión con la fiesta de las fallas, sabemos que el monumento se engalana para el momento de la Crida, el último domingo de febrero, día en el que la Fallera Mayor de València recibe las llaves de la ciudad e invita a todos a disfrutar de las fiestas josefinas.
Sin embargo, algo que parece muy contemporáneo, no lo es. Desde la conquista de Valencia a manos Jaume I en 1238 y con la llegada del cristianismo, comienzan a celebrarse ciertas fiestas y ceremonias que implican a toda la ciudad y que destacan y se desarrollan en enclaves muy significativos de la ciudad.
Pues bien, uno de ellos, fue la Torres de Serranos que fueron el punto de recepción de un gran número de entradas de reyes, virreyes y personajes importantes de la época. Con frecuencia, con la primera visita a la ciudad de un rey, tras su construcción, las torres se engalanaban con el fin de mostrar pleitesía al miembro de la casa real. El virrey, los jurados de la ciudad y representación de miembros de la Iglesia, esperaban la llegada para hacer entrega de las llaves de la ciudad al monarca y bajo palio entraba a la ciudad con todo su cortejo y oropel. Es interesante, pensar en cómo cruzaba la comitiva por el puente de Serranos, procedente en su gran parte de ese camino de los Serranos, ya que se alojaban los días previos a la visita en el monasterio de San Miguel de los Reyes.
En cuanto a la decoración, iba más allá de los meros tapices o luminarias en los que podemos pensar y que se asemejaría a lo que hoy vivimos con las fiestas de las fallas.
Verdaderamente, los días previos a la llegada del rey, la actividad era frenética y realizaron grandilocuentes obras de arte efímero. ¿Y qué es esta cuestión del arte efímero? Eran obras realizadas por los principales artistas de la ciudad, obreros de villa, carpinteros, albañiles, pintores, escultores, que configuraban una obra arquitectónica a modo de retablo o de arco triunfal, que tras las fiestas era desmantelada por completo y, en el caso de ser posible, se reutilizaba parte del material utilizado, especialmente la madera.
Algunos de los momentos más reseñables de creación de arquitectura efímera, en este espacio de las torres, fueron en 1586 con la llegada de Felipe II y con Felipe III en 1599 por las dobles bodas reales que acontecieron en la ciudad del Turia (Felipe III y Margarita de Austria, Isabel Clara Eugenia y el archiduque Alberto de Austria). Especialmente, destacaría la del 1586 por el retablo construido en la parte de la delantera de las torres. Era de grandes dimensiones y conocemos su configuración gracias al relato de Henrique Cock (humanista, corógrafo y escritor holandés que sirvió como archero y cronista de la monarquía de Austria, específicamente de Felipe II).
A grandes rasgos, el portal efímero estaba configurado con una estructura al estilo renacentista, y en el que se incluyó un gran programa iconográfico (es decir, imágenes artísticas que representan un tema determinado). Por ejemplo, en este caso aparecía la figura del monarca con alegorías a cinco de las victorias militares que Felipe II había logrado durante su reinado. Las esculturas estaban dispuestas a diferentes niveles en hornacinas. También se representaron alegorías de la ciudad y se incluyó la efigie del monarca. Una cuestión interesante eran los dos ángeles que colocaron a cada lado de las torres, pendiendo de dos gruesas cadenas y que portaban las armas de Felipe II y la representación del Toisón de Oro.
Este tipo de acontecimientos hizo que tanto la plaza como la calle Serranos sufriera transformaciones urbanísticas importantes. Con el avance de los siglos, hubo un deseo por la creación de plazas que otorgaran magnificencia al espacio arquitectónico, con los monumentos existentes o con las magnas obras que comenzaban a emprenderse. Este fue el caso de la plaza adyacente al portal de Serranos, que fue incluida como parte de los más grandilocuentes festejos y actividades públicas organizadas por el gobierno valenciano. Pero, esta cuestión tendremos que dejarla para otra ocasión.
Texto: Desirée Juliana
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Quique Lencina
Filólogo de formación y locutor de profesión, actualmente forma parte del equipo digital de Radio Valencia...




