Selecciona tu emisora

Ir a la emisora
PerfilDesconecta
Buscar noticias o podcast

La València olvidada: El asesinato de Miguel Antonio Camacho (por César Guardeño)

La València Olvidada: El asesinato de Miguel Antonio Camacho

La València Olvidada: El asesinato de Miguel Antonio Camacho

00:00:0009:34
Descargar

El código iframe se ha copiado en el portapapeles

València

Hoy volvemos a la iglesia de Santa Catalina para hablaros del asesinato del jefe político de València (que sería el equivalente actual de la figura del Gobernador Civil), Miguel Antonio Camacho, dentro de una época muy conflictiva y de la revuelta valenciana contra el General Joaquín Baldomero Fernández-Espartero Álvarez de Toro, conocido como Baldomero Espartero.

Espartero fue un político y militar y uno de los héroes de la Primera Guerra Carlista, donde apoyó la causa de la futura reina Isabel II y de su madre, la regente María Cristina de Borbón, frente al hermano del difunto rey Fernando VII, Carlos María Isidro. Espartero es recordado también porque fue regente de España durante la minoría de edad de Isabel II, desde 1840 hasta 1843, tras el exilio de María Cristina a Francia.

Un siglo convulso y complejo, lleno de guerras civiles, en plural, y que es uno de los grandes desconocidos de nuestra historia más reciente y en él València tiene varios episodios trágicos grabados a fuego.

Para poner en contexto la situación política de la época y para ver cómo se puede pasar rápidamente del amor al odio nos tenemos que remontar al 8 de octubre del año 1840, cuando Espartero visitó València y desató una oleada de fervor desbordado.

La Milicia Nacional, que estaba formada por voluntarios liberales, en su mayoría de la burguesía próspera, no escatimó nada en gestos de adulación. Tal es así, que esta milicia desenganchó los caballos del carruaje en el que llegó Espartero a la ciudad para arrastrarlo ellos mismos por las calles. Le tiraron lluvias de pétalos, montaron arcos efímeros de triunfo y le dedicaron hasta odas empalagosas en un castellano florido, firmadas por el poeta barcelonés Joan Arolas, que vivía ya en la capital del Turia.

Todo esto hacía presagiar una alianza y un amor mutuo inquebrantable entre el general Espartero y la élite local. Pero no, las cosas cambiaron radicalmente dos años después, el 15 de noviembre de 1842, los republicanos valencianos trataron de sublevar a la Milicia Nacional en contra de Baldomero Espartero, quien ostentaba la regencia tras forzar el exilio de María Cristina de Borbón a Francia.

¿Qué pasó para que se produjera este cambio tan radical contra el general Espartero? Principalmente, se debió a que el republicanismo federalista ya había echado raíces profundas en València desde 1839 y se estaba propagando con la velocidad de un incendio forestal. Estaban organizados en una sociedad clandestina y soñaban con una federación que uniera las regiones que habían formado parte de la Corona de Aragón con el resto de la península.

Pero el punto de inflexión llegó en febrero de 1842, cuando Espartero designó a nuestro protagonista, Miguel Antonio Camacho, como jefe político que sería una figura equivalente al actual gobernador civil.

Bajo su mandato, la represión se cebó con los disidentes: hubo oleadas de detenciones arbitrarias, asaltos a las libertades colectivas y, para colmo, se estableció la censura de la prensa e incluso la suspensión de algún periódico progresista que reflejaba el descontento social de aquel momento.

Las partidas armadas, que eran leales a Camacho, no se anduvieron con miramientos y en 1842, acabaron con la vida de Vicent Agramunt, un prominente líder federalista local. Su asesinato desató una indignación visceral en los barrios obreros y populares de València, que ya veían en Espartero no a un libertador, sino al guardián de sus peores enemigos.

Y para rizar el rizo, se tomaron decisiones económicas que golpearon donde más dolía a los valencianos. Espartero, en un arrebato proteccionista inverso, desmanteló las barreras arancelarias que blindaban la industria textil en auge, un mazazo directo a la seda valenciana, que era emblema de la prosperidad local.

Comprobamos que ni Espartero, ni el jefe político, Miguel Camacho, eran muy populares y queridos entre los valencianos. Pero ¿cómo reaccionaron los rebeldes ante lo que estaba pasando en la ciudad? El asesinato de Agramunt y el golpe al textil valenciano fueron el detonante. Y tal y como hemos comentado al principio, el 15 de noviembre de 1842, los republicanos urdieron un levantamiento de la Milicia contra el poder de Espartero y de Camacho. Pero el plan se desmoronó antes de cuajar, y aunque Espartero barajó la opción de un bombardeo para castigar a la ciudad, finalmente optó por la contención. Nos salvamos por los pelos.

El eco de este intento de levantamiento contra Espartero llegó Barcelona, donde la paciencia se agotó ante el creciente autoritarismo del regente, que ya era visto como un tirano absolutista y no el héroe de la primera Guerra Carlista. La ciudad condal se alzó en armas, y el general, sin titubeos, ordenó su cañoneo el 4 de diciembre de 1842. Su frase célebre "Por el bien de España, hay que bombardear Barcelona cada cincuenta años" se convirtió en un estribillo amargo, símbolo de su mano dura.

Hubo más sublevaciones y levantamientos contra Espartero, puesto que la mecha valenciana se encendió de nuevo el 10 de junio de 1843, avivada por las noticias de una segunda sublevación barcelonesa.

Y lo que empezó como un tumulto espontáneo en las calles pronto escaló a un estallido colectivo, con el ejército y la Milicia Nacional al principio en un ambiguo compás de espera, para luego inclinar la balanza hacia los insurrectos.

Y todo esto desembocó en el asesinato de Miguel Antonio Camacho, que ya llevaba tengo en el punto de mira y contaba incluso con escolta personal. De hecho, durante una huelga en la Universidad, mientras se dirigía a los estudiantes resultó herido por un ladrillo que le lanzó un exaltado. Pero lejos de ordenar cargar contra ellos continuó, completamente ensangrentado, con su discurso.

La figura de Camacho tiene sus luces y sus sombras. Fue un hombre muy influyente puesto que tras su mediación con el Ayuntamiento de València consiguió desbloquear la constitución de una Sociedad de Seguros Mutuos, una vieja aspiración de la Sociedad de Amigos del País de Valencia.

Desde su cargo emprendió tareas tan complicadas como la regulación del cultivo del arroz, la incorporación de mendigos como albañiles y asalariados en la construcción del puerto del Grao o la prohibición de portar armas, racionando la pólvora y los fusiles para neutralizar a la Milicia Nacional.

Así que, ese 10 de junio de 1843, Camacho se plantó ante esta masa enfurecida que se concentraba ante la plaza de Santa Catalina. En el corazón del caos, los rebeldes ya sabían que ni los uniformados ni los milicianos iban a interferir y se lanzaron a una cacería selectiva de esparteristas.

Dos agentes de la policía secreta, que fueron señalados como verdugos de Vicent Agramunt, cayeron bajo el linchamiento popular. El jefe político, Camacho, que se había quedado completamente solo defendiendo a Espartero, irrumpió en la refriega con la esperanza de calmar a los rebeldes. Pero el griterío de esta masa exacerbada no quiso escucharlo y fueron directamente a por él, teniendo que retroceder hasta refugiarse en la parroquia de Santa Catalina.

A pesar de haberse refugiado dentro de un templo cristiano, la turba no cejó. Irrumpieron en el interior de la iglesia, lo acorralaron y lo ejecutaron allí mismo, a puñaladas, a los pies del altar. Su cuerpo, aún caliente, fue arrastrado en una procesión macabra por la calle de Zaragoza y por la ciudad, como el trofeo de la furia contenida que ese día explotó contra el regente Baldomero Espartero y quienes le apoyaban.

A Camacho, que contaba con treinta y seis años de edad, no le sirvió de nada el derecho de asilo. Ese asilo eclesiástico o en sagrado que desde la Edad Media permitía refugiarse en una iglesia o en un monasterio a los delincuentes y lo perseguidos por la justicia secular.

Texto: César Guardeño

Sigue toda la última hora en el canal de Whatsapp de Radio Valencia: haz clic aquí y suscríbete para recibir toda la información y la actualidad del día en tu móvil.

Quique Lencina

Quique Lencina

Filólogo de formación y locutor de profesión, actualmente forma parte del equipo digital de Radio Valencia...

 

Directo

  • Cadena SER

  •  
Últimos programas

Estas escuchando

Hora 14
Crónica 24/7

1x24: Ser o no Ser

23/08/2024 - 01:38:13

Ir al podcast

Noticias en 3′

  •  
Noticias en 3′
Últimos programas

Otros episodios

Cualquier tiempo pasado fue anterior

Tu audio se ha acabado.
Te redirigiremos al directo.

5 "

Compartir