La cooperativa de casas baratas de San Fernando
A principios del siglo XX, al calor de la Ley de Casas Baratas, se construyeron decenas de barrios para obreros en la periferia de la ciudad. En la partida de la Raiosa se proyectaron varios, entre ellos el impulsado por la cooperativa de San Fernando

Callejeando: Cooperativa de San Fernando
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València
La partida agrícola de la Raiosa, dominada por la alquería homónima y regada por el ramal de Jesús de la acequia de Favara, abarcaba una extensa zona al sur de La Roqueta, junto al camino de San Vicente. Pero desde finales del siglo XIX, a causa del crecimiento urbano y de la construcción de diversas infraestructuras como el camino de Tránsitos y la estación de Jesús, esta se fue arrinconando poco a poco, circunscribiéndose a lo que hoy conocemos oficialmente como barrio de la Raiosa, en el distrito de Jesús, delimitado por la avenida Giorgeta y las calles de Jesús y San Vicente.
En esta zona, al calor de las leyes de casas baratas promulgadas en la década de los años 20 del siglo pasado, se levantaron diversos barrios de viviendas protegidas, como las casas de Francisco Climent, las casas de Juan Fabregat o las de la cooperativa de San Fernando. Esta última promoción, diseñada por el arquitecto Alfonso Garín —artífice, entre otros, del edificio de la lanera, hoy hotel de lujo junto a Mestalla— constaba de diez casas unifamiliares de una sola planta con dos crujías, cubierta a dos aguas y agrupadas en hilera, como era tradicional en la época. Siguiendo el programa mínimo de la ley de casas baratas, cada vivienda disponía de 80 m² distribuidos en un comedor, tres dormitorios, baño y cocina, más un patio posterior que servía para airear las estancias. Se trataba de unas casas modestas que, sin embargo, contaban con elementos constructivos de gran calidad, como las rejerías y el uso de madera en los vanos así como las bellas fachadas con elementos decorativos modernistas.
Este barrio obrero se levantó para dar cobijo a trabajadores vinculados al contiguo cuartel de ingenieros de la calle San Vicente —recientemente desmantelado— razón por la cual la cooperativa tomó el nombre de San Fernando, patrón del arma de ingenieros, como así atestiguaba un panel cerámico con la figura del santo protector que se encontraba sobre la fachada de la casa número 1, la más cercana a la carretera de Escrivá. Sin embargo, pocas semanas después del golpe de estado del 36, los vecinos aprobaron por unanimidad en junta general renombrar el barrio con el nombre de “El Pueblo”, en recuerdo del diario republicano fundado por Blasco Ibáñez. Una denominación que, como todas las impuestas durante la contienda, apenas duró tres años, hasta que el nuevo régimen franquista restituyese el nombre originario del barrio y de la calle, que hasta ese momento era conocida como calle de San Fernando, renombrada como calle de la cooperativa de San Fernando para diferenciarla de la céntrica vía que ya estaba dedicada al rey santo.
Entonces se colocaron las nuevas placas rotuladoras, una en cada extremo de la calle, pero como otros muchos barrios de la ciudad, las gráciles casitas de la cooperativa sucumbieron a la especulación urbanística del desarrollismo y fueron derribadas en las décadas de los 60 y 70 para construir los anodinos bloques de viviendas de la época. Nada queda ya de aquel singular conjunto, testigo de una época que la ciudad y sus administradores se están empeñando en hacernos olvidar. Tan solo las mencionadas placas rotuladoras que rezan: calle de la cooperativa de San Fernando, nos recuerdan que allí hubo uno de aquellos singulares barrios de casas baratas.
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Luis Fernández Gimeno
Ingeniero Técnico en Topografía y Máster en Teledetección por la Universidad Politécnica de Valencia....




