La València olvidada: Dimonis valencians (por Juanfran Ferrándiz)
Trencacosetes, Maymonet y Tans de Garrofet fueron 'unos terribles demonios' de la iglesia de Santa Mónica

La València Olvidada (10/12/2025): Dimonis valencians
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València
Que los valencianos y valencianas tenemos un carácter único no es ningún secreto. La mezcla de pueblos, moriscos, judíos y cristianos que convivieron en esta tierra forjó una forma de ver y estar en el mundo luminosa y alegre, como lo es esta tierra.
En la València Olvidada, vamos a comprobar esto, pero de una manera que nadie se puede imaginar, hablando de… demonios.
Nos situamos muy cerca de una iglesia que es antigua, aunque su aspecto ahora sea más moderno. Nos referimos a Santa Mónica en la Saïdia, casi enfrente de las Torres de Serranos. Aquí sucedió hace mucho tiempo algo terrible, oscuro, una historia para hacer una película de terror, y que, sin embargo, nos demuestra cómo, incluso en esa situación, surge nuestro carácter desenfadado.
En València conservamos varios dietarios en los que algunos ilustres iban narrando cosas que pasaban en la ciudad, día a día. Esto que voy a contar aparece en el Dietario de Pere Porcar y sucedió, al parecer, en 1613. En ese momento, junto a la iglesia actual existía un monasterio de monjes agustinos. Estamos en el invierno oscuro de aquel año cuando a tres novicios comienzan a sucederles cosas inquietantes. Al principio los jóvenes trataban de ignorar lo que pasaba: pequeños incidentes: susurros en la celda, los llamaban y no era nadie, sombras en el claustro, quizás alguna risa en la oscuridad. Pero una tarde, dice la crónica, estando en disciplina, los tres jóvenes sufrieron una crisis. Todos los monjes y varios seglares presentes los vieron gritar en el suelo. Ante el espanto causado, ya no pudieron ocultarlo más, y los novicios revelaron a la comunidad que eran víctimas de ataques demoníacos.
La siniestra noticia causó una enorme conmoción en esta ciudad. Ni las oraciones y penitencias de los agustinos durante días sirvieron de nada. Entonces se buscó a fray Pere, un exorcista del convento de San Francisco (que estaba donde es hoy la Plaza del Ayuntamiento). El día elegido para el combate final contra el Maligno fue el día 26 de marzo. La hora, entre las nueve y las diez de la mañana. Yo casi me imagino un día de niebla aquí, en el cauce del Turia, y a este fraile cruzando el puente de piedra, como el cura que aparece en la película "El exorcista", pero lo que sucede a continuación ya es algo singular. La crónica dice que los diablos, dentro del monasterio, estaban jugando por el aire al juego de la tarongeta.
El juego de “la tarongeta” era muy popular entre los niños de esa época. Como un caballero medieval, el jugador iba subido a un asno o sobre un compañero de juego (a caballito, que decimos). Se ponía una naranja dentro de un agujero y el jugador debía ensartarla con una lanza, caña o un palo largo. La crónica no describe mucho, pero imaginar a demonios a caballito entre risas y gritos ya resulta algo que en otras partes no se daría.
Pero seguimos con la historia. Como hemos dicho, esa mañana del 26 de marzo de 1613 tuvo lugar la batalla. Igual que antes, a los oyentes aficionados a las novelas o al cine de terror les resultará fácil imaginar la escena de aquel combate, y sabrán que hay algo que siempre hay que hacer para vencer a los demonios y es saber sus nombres. Eso es lo que hizo fray Pere, preguntar.
En cualquier lugar del mundo hubieran dicho Belcebú, Legión, Satanás, pero aquí no.
El primero dijo que su nombre era Trencacosetes, el segundo Maymonet, y el tercero Tans de Garrofet. Parece un poco de chiste que así quedó en la crónica. Esos eran los terribles demonios de Santa Mónica. He de decir, para poner un poco de intriga, que la crónica asegura que fray Pere echó a dos de los demonios y ahí termina. Y yo me pregunto… ¿y el tercero? No sabemos cuál de los tres se quedó por aquí. Quizás ese demonio valenciano todavía vaya por los alrededores de Santa Mónica buscando a un compañero para jugar a la tarongeta.
Hay otra historia muy curiosa y también la encontramos en un contexto muy serio y grave: nada menos que los expedientes de la Inquisición Valenciana del siglo XVIII. En uno de ellos nos cuenta el proceso de una bruja valenciana, Josefa Trànsit, de la que algún día contaremos toda la historia, pues yo creo que es la reina de las brujas de València, pero hoy hablamos de demonios valencianos, y debéis saber que Josepha Trànsit tenía el poder de dominar a los demonios. Una vez, se enfadó con su sobrina, pues no quería dar de mamar a su nieto y maldijo el agua de un cántaro. Eso atrajo a tres demonios. En el proceso, ella misma cuenta que los diablos se le cogieron al cuello a la joven y estuvieron a punto de matarla. La cosa se puso tan fea que Josepha tuvo que acudir ante alguien al que ella llama El Maestro, para pedirle consejo sobre cómo combatirlos.
Imaginaos un tribunal de la Inquisición, en una sala austera, todos los monjes serios, los escribas anotando con las plumas… todo en silencio. Josepha Trànsit de pie allí en medio. El acusador, desde la mesa de delante, levanta la vista, con gesto serio y le pregunta a Josepha Trànsit qué nombre tienen las tres entidades invocadas. Entonces ella, igual de seria, no es para menos, responde que se llaman: El Mudet, el Pobret y el Guapet.
Hay una diferencia muy grande en el tema de los demonios y las brujas entre el norte y el sur. En el norte, Galicia, País Vasco, Norte de Catalunya, el demonio somete a las mujeres en el aquelarre. Las brujas lo adoran, le besan el trasero y cumplen su voluntad. Las mujeres valencianas no son brujas, son hechiceras. No consta que se sometan al diablo. Al contrario, las hechiceras valencianas, mediante conjuros normalmente moriscos, capturan a los demonios y los obligan a cumplir su voluntad. ¿Veis la diferencia? Aquí los casos documentados son como el de Josepha Trànsit, o María, una hechicera que vivía en Cocentaina y ataba al clásico Dimoni Coixet. Nuestras hechiceras no se sometían, eran ellas las que tenían el poder.
Maimonet, el Guapet… Trencacosetes… Nos quedamos con estos demonios que camparon por València, y nos dejaron relatos y leyendas que no debemos olvidar, pues también tesoros de nuestra cultura autóctona.
Texto: Juanfran Ferrándiz
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Quique Lencina
Filólogo de formación y locutor de profesión, actualmente forma parte del equipo digital de Radio Valencia...




