Falacias poselectorales

Mérida

Empezó el año como terminó el anterior, en medio de la confusión poselectoral, que no tiene visos de que vaya a aclarar y que nos aboca a una más que probable repetición de las elecciones. A esta confusión contribuyen las falacias que algunos líderes siguen alimentando, como si no hubiesen comprendido en absoluto el mensaje enviado por las urnas.

Una de estas falacias es la insistencia de Mariano Rajoy en decir que ha ganado las elecciones. Ser la lista más votada no es haber ganado las elecciones. La carrera de las urnas da la victoria final no al partido más votado, salvo que tenga mayoría, sino al que logra una mayoría suficiente para gobernar. Ganar elecciones equivale a gobernar. El Gobierno es el premio del vencedor en la carrera. Sin esta premisa, todo el silogismo se viene abajo. El ejemplo de Portugal, donde un partido de derechas fue el más votado, pero donde hoy gobierna una alianza de izquierda, es claro.

Aquí es evidente que la inmensa mayoría del país le ha dicho no a Rajoy, y al austericidio y a la prepotencia con que ha gobernado durante cuatro años. Él no va a ser presidente del Gobierno y lo sabe. Su agónica solicitud de una gran coalición, después de cuatro años de desprecio al adversario, se parece bastante a la vergonzante conducta de Artur Mas, suplicando, desde el barro de su indignidad, el apoyo de la CUP.

Frente a esta realidad, España necesita hoy más que nunca a un PSOE unido y cohesionado, que sepa aparcar sus diferencias internas y mirar al interés general. No puede el segundo partido en votos y el único que podría liderar una alianza de izquierdas enredarse ahora en cuestiones internas. Es una cuestión de responsabilidad y de altura de miras.