La cultura popular en las cuevas del vino de la Alcarria de Cuenca

Cuenca

Tomar un vino en las cuevas de Albalate de las Nogueras es una tradición que forma parte de algo más, una cultura en torno al vino que fomenta la convivencia y a la amistad. Las cuevas son construcciones muy características de los pueblos de la comarca de la Alcarria, ubicada al noroeste de la provincia de Cuenca. También se conservan algunas en la comarca cercana del Campichuelo. En Albalate y en los pueblos cercanos de Villaconejos de Trabaque, Villar de Domingo García y Torralba pervive también la cultura del vino en torno a estas cuevas. Sus vecinos, como Manrique, cultivan las viñas para la elaboración del vino que consumen en casa a lo largo del año. "Labramos, trabajamos nuestras viñas y recogemos la uva para elaborar este vino”. En el interior de las cuevas se fermenta el vino en grandes tinajas de barro y se consume a lo largo del año.

Origen antiguo

El origen de las cuevas-bodega de la Alcarria se remonta a la antigüedad. En un principio pudieron utilizarse incluso como viviendas. En Gascueña, por ejemplo, también en esta comarca, su ayuntamiento ha restaurado recientemente varias de ellas asegurando así su conservación. Son excavaciones en la roca, normalmente en suelos arcillosos y calcáreos. En su exterior, la boca o entrada de la cueva, se construye con fábrica de piedra formando un arco de medio punto, continuando con una tosca sillería, en muchos casos con piedras de toba, la bóveda también de medio punto hasta enlazar con el tramo excavado directamente en la roca. En su interior se mantiene una temperatura constante en torno a los 16º centígrados lo que permite la conservación de los vinos y de otros alimentos.

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Según nos explica el arqueólogo conquense Miguel Ángel Valero, “las cuevas son de origen andalusí”. Los árabes las usaban como vivienda hasta que, tras la conquista cristiana de estos territorios peninsulares, empezaron a usarse como bodegas. “Los primeros datos históricos, escritos que atestiguan que estos lugares se usaban como lagar y para la conservación del vino aparecen en la Alta Edad Media”, apunta.

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El cultivo de la vid se conoce en la península ibérica desde los fenicios y, posteriormente, los romanos también supieron apreciar la calidad de los vinos que se elaboraban en estas tierras. “En los yacimientos romanos de esta comarca, en Noheda y Ercávica, hemos encontrado restos de uva bobal, lo que evidencia que ya hay un cultivo de la vid desde la época ibérica y continuada después por los romanos”, explica Valero. La variedad bobal que ya cultivaban los romanos sigue siendo, 2.000 años después, la base de los vinos artesanales de la alcarria conquense.

La cultura del vino

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En torno a este vino tan natural se ha creado una cultura de convivencia. Las cuevas, de las que cada familia tiene una, son lugares de encuentro con los amigos. “Es una costumbre que tenemos de toda la vida, compartir, invitar, a los amigos a los conocidos o a cualquiera que pase por la puerta y quiera detenerse a tomar un vino con nosotros”, nos cuenta Manrique. Aquí se juntan para “tomar un chato”, “dar un tiento al porrón” o para almorzar, merendar o cenar. “Comemos, bebemos y lo pasamos bien”, apunta Candelas, otro viticultor que abre su cueva todas las mañanas para almorzar con sus amigos.

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Uno de los impulsores de la promoción de las cuevas del vino y de esta cultura asociada es Pedro Auñón Morillas, concejal de Cultura y Festejos de Albalate de las Nogueras. “El vino es la excusa para compartir. Todo fluye en estos encuentros. Son historias de amistades, de compartir vivencias, de encontrarse con amigos que no veías hace tiempo”.

Cuevas abiertas

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La localidad de Torralba, a solo 7 kilómetros de Albalate, es pionera en la celebración de jornadas de cuevas abiertas. Desde hace más de una década, a finales de febrero, sus vecinos ofrecen sus vinos naturales a los visitantes. El pasado 26 de marzo las cuevas de Albalate abrieron también sus puertas para promocionar la cultura del vino de los pueblos de la Alcarria.