Las otras manadas

Mérida

No son todas las manadas las que están ni están todas los que son por desgracia para aquellas mujeres que tienen que soportarlas en este país. Existen otras manadas posicionadas, escondidas y camufladas que por fortuna comienzan a conocerse y a ser apuntadas vía denuncias individuales o colectivas.

Existen las Manadas por antigüedad y machismo, esas que babosean y apabullan sin clase ni educación a compañeras de trabajo, por el simple hecho de ser hombre sin más, porque creen que el hombre es más que una mujer, aunque cada día la sociedad y las mujeres demuestren que no es así ni por asomo.

Están también las Manadas con corbatas y despachos, gente despreciables que se sustentan en un cargo otorgado a dedo y que acosan a trabajadoras o funcionarias, aprovechándose del puesto que ocupan aireando incluso cobardemente sus teóricas “conquistas” y al que aplauden y ríen sus inferiores sumisos o lacayos. Cuando son sacados de sus despachos por nulidad profesional o el caprichoso voto, dan pena verlos avergonzados escondiéndose de aquellas mujeres válidas, en otro tiempo perseguidas por él.

Las llamadas Manadas escondidas y anónimas son probablemente las peores. Se esconden tras las redes sociales, acusando o difamando a amigas, compañeras o rivales que asisten casi indefensas a un linchamiento social injusto por una parte de la sociedad ciega y sorda, que adoran cual nuevo becerro de oro de turno, a esas especies de “gran hermano” o nuevos Torquemadas en los que se han convertido estos nuevos y anónimos “dedos acusadores” de la red.

Conclusión histórica: “Las otras manadas” tienen nombre y apellidos, dni, familias, cómplices y encubridores y cada vez más, afortunadamente, una sociedad dispuesta a señalarlos y descalificarlos.