La historia interminable del nuevo Mestalla: 15 años a medio hacer

Valencia

1 de agosto de 2007 es la fecha en la que arrancaron las obras del faraónico proyecto que Juan Soler aseguró que estaría acabado en marzo o abril de 2009. “Nos salen perfectamente las cuentas. Vamos a tener el mejor estadio de Europa, con 75.000 plazas y nos va a sobrar dinero”, señaló el por aquel entonces presidente.

Sin embargo, casi 17 años después del inicio de las obras, los hechos han demostrado que la realidad era otra bien distinta. El plan futbolístico del presidente se desmoronó: la deuda se incrementó a causa del dinero invertido en jugadores y no se vendió el viejo Mestalla pese a que el propio Soler había garantizado venderlo para autofinanciar el estadio o en su defecto, comprar el solar del viejo estadio por 360 millones de euros.

En verano de 2008 asumió la presidencia del club Vicente Soriano. El empresario valenciano tampoco consiguió llevar a cabo las promesas de vender las parcelas del antiguo estadio y el 25 de febrero de 2009, la UTE constructora paralizaba los trabajos de construcción ante la falta de pagos del Valencia. Los directores generales de Fomento de Construcciones y Contratas (FCC), Teodoro Velázquez, y Ricardo Bono, del grupo Bertolín, se encargaron de firmar un documento oficial de paralización total del nuevo Mestalla.

Llegó el turno de Manuel Llorente. En diciembre de 2011, el presidente trabajaba duro en la operación NewCoval, según la cual Bankia compraba el viejo Mestalla, la Ciudad Deportiva de Paterna y se hacía cargo de la edificabilidad del nuevo Mestalla.

Llorente se vio tan cerca de devolver las máquinas a Cortes Valencianas que el 12 de diciembre de 2011 afirmó que las obras del que se convertiría en uno de los mejores estadios de Europa se reanudarían muy pronto.

Pero NewCoval se dio de bruces con el fracaso. Tras el breve paso de Vicente Andreu, llegó Amadeo Salvo en junio de 2013. A los pocos meses de su investidura, en la presentación de noviembre del proyecto del nuevo estadio rebajado, Salvo prometía hacer un estadio cinco estrellas a todos los niveles.

Y a las fanfarronadas del presidente se sumaron las de Mark Fenwick, el arquitecto encargado de rebajar el proyecto eliminando las pistas de atletismo y reduciendo el aforo hasta una cifra ligeramente superior a 60.000 espectadores. “El peor asiento del nuevo Mestalla será mejor que el de cualquier estadio”, fueron las palabras de Fenwick.

La hoja de ruta estaba clara pero el principal inconveniente era su financiación. Aún así, en la Junta General de diciembre, Amadeo anunciaba que se habían puesto en contacto con tres de las mayores operadoras del mundo para retomar las obras. “Ya nos han confirmado de palabra. En febrero o marzo tendremos las propuestas de operación del estadio”, añadía.

Pero las declaraciones públicas se disolvieron entre el polvo que se iba almacenando entre los andamios de la millonaria estructura ubicada en el barrio de Benicalap. Así llegó el proceso de venta del club donde el nuevo estadio aparecía en todas las ofertas como una prioridad, puesto que el Valencia y la Fundación contemplaban, entre sus criterios de selección de propuestas, la obligatoriedad de terminar las obras.

En este contexto, Peter Lim se convierte en el máximo accionista. Los vendedores insisten en que el magnate singapurense se compromete por contrato a finalizar la construcción del campo antes del Centenario en 2019.

Aurelio Martínez, presidente de la Fundación, explicaba que un representante de Meriton se había comprometido ante el patronato a terminar el estadio. Entre las condiciones de Meriton se encontraba el “compromiso explícito” de construir el mejor estadio posible antes del aniversario de 100 años.

Pero el actual presidente de la Autoridad Portuaria de Valencia no fue el único que defendió esta postura. Amadeo Salvo, en el programa El Larguero, confirmaba que existía una cláusula en el contrato que obligaba a Lim a acabar el nuevo Mestalla antes del Centenario.

Pero la Cadena SER publicó el contrato de compraventa entre Meriton y la Fundación. En el documento firmado tan solo aparece un compromiso para “procurar” (en inglés, to procure) la finalización del nuevo estadio en 2019. En ningún momento se habla de una obligación ni responsabilidad sino de una intención para terminarlo.

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Sin embargo, la nueva propiedad sí logró acordar con el Ayuntamiento un calendario de pagos de la deuda de 19’8 millones que el Valencia tenía para hacerse en propiedad con los terrenos del nuevo estadio.

El acuerdo fue aprovechado por figuras políticas del momento como el presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, o la alcaldesa de la ciudad, Rita Barberá para mostrar su optimismo respecto a una inminente reanudación de las obras. Barberá se apuntaba así a la conclusión de las mismas en 2018, tras la readaptación del proyecto

Según el proyecto de negocio de Peter Lim, el nuevo estadio iba a estar acabado para el inicio de la temporada 2017-18. Pero no se cumplió.

En diciembre de 2015, Layhoon Chan abrió una puerta en la última Junta de Accionistas a que el Valencia celebrara el Centenario en el viejo Mestalla y se mudara en 2020 al nuevo.

Después de incumplir esta previsión, la presidenta relegó a un segundo plano el estadio. En mayo de 2016, en la presentación de Ayestarán, afirmó que el objetivo era acabar el estadio pero que no era una prioridad en estos momentos. “Sin alcanzar buenos resultados deportivos estables, no podremos llenar el estadio. Se habla sobre si deberíamos tener un hotel o un centro comercial cerca del campo”, concluía Layhoon.

Pero llegó el Centenario y el Nuevo Mestalla siguió con el mismo aspecto que en febrero de 2009, a medio construir. Layhoon había dejado la presidencia en manos de un nuevo representante de Meriton: Anil Murthy, quien siguió con el carrusel de mentiras en torno al nuevo estadio. Se fijó como fecha de inauguración la temporada 21-22, al mismo tiempo que reconocía lo que la SER dijo desde un principio con el contrato de compraventa en la mano: Meriton no tenía obligación legal de finalizar el estadio, por obra y gracia de Aurelio, Salvo y el resto de patronos.

Ese plazo también fue agua de borrajas, pero Anil seguía hablando de entrada máquinas. Esta vez hablaba de previsión de inauguración una temporada después.

La cooperativa ADU entra en escena. Esta última previsión de Anil Murthy estaba fundamentada en la aparición de la cooperativa ADU, a través de la que el Valencia confiaba en vender el suelo del viejo Mestalla para obtener la liquidez que permitiese terminar el nuevo estadio. Hasta el director general del Valencia en 2019, Mateo Alemany, llegó a mostrarse así de optimista con la posibilidad.

Lo de ADU quedó en bluf y, aunque se intentó justificar con el estallido de la pandemia del coronavirus, acabó socavando una nueva promesa en torno al nuevo estadio. Como ocurrió después, otra vez, con Anil Murthy y la cuenta atrás para intentar frenar la ejecución de la ATE, que incrementaba los beneficios urbanísticos a favor del Valencia. Las administraciones, hartas de tanto incumplimiento por parte de Meriton, ejecutaron la caducidad de la ATE. Y Peter Lim movió ficha: relevó a Anil Murthy y devolvió a la ciudad a quien en teoría podría solucionarle el asunto, Layhoon. Había aparecido una vía de financiación de 80 millones de euros a través del fondo CVC y en el Valencia aceleraban para intentar acabar el estadio. Tanto es así que la directora financiera, Inma Ibáñez, llegó a decir este mensaje tan claro: "Con o sin ATE, el Valencia acabará el nuevo estadio".

La ATE caducó y, aun así, las administraciones le vuelven a dar una vida más al Valencia para mantener sus privilegios urbanísticos. En 2023 se produce un cambio de color político en la Generalitat y en el Ayuntamiento y la joya de la corona para Meriton tiene forma de convenio, que, eso sí, los políticos advierten de que sólo llegará si, tras la entrega de la licencia, el Valencia reanuda las obras, garantiza económicamente que las podrá terminar y que demuestra con hechos que quiere acabar de una vez por todas el estadio. Es decir, que se haga realidad la intención que la presidenta Layhoon aseguró con firmeza que está dispuesta a llevar a cabo. Lo dijo tras la Junta de Accionistas el 14 de diciembre de 2023: "El Nuevo Mestalla es ahora o nunca".

"Ahora o nunca". Pese a esta firmeza en las palabras de la presidenta, los hechos demuestran otra cosa, al menos de incertidumbre. Con el muro temporal que supone llegar a tiempo para presentar al Nuevo Mestalla como una de las posibles sedes que acoja el Mundial de fútbol 2030, la tensión de los últimos días entre las administraciones y el club, al negarse la entidad de Mestalla a firmar los requisitos que exige FIFA, deja más en el aire que nunca esta posibilidad y, claro está, más dudas sobre la deseada reanudación de las obras. En definitiva, 15 años después seguimos igual: mucho ruido en torno al nuevo estadio, pero ninguno provocado por las máquinas, que siguen sin aparecer por Cortes Valencianas desde febrero de 2009.