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¿Cuántos pinos hay en Cuenca? (Juan Pita, el tío Antolín y los madereros)

José Vicente Ávila comparte esta semana historias de los montes de Cuenca, de la Serranía, de los pinos más grandes y del ultimátum de los madereros por la falta de vagones

Pinar en la Serranía de Cuenca cerca del Monumento a la Madera. / Cadena SER

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Juan Francisco Pita Rodríguez, más conocido como Juan Pita, fue un hombre muy singular en el mundillo conquense, que dedicó su trabajo, como ayudante del Servicio de Montes en el antiguo Distrito Forestal, a preservar los montes de la provincia de Cuenca. En ‘Páginas de mi Desván’, José Vicente Ávila quiere que toquemos madera con dos temas relacionados, pero un tanto dispares: “Los pinos de Juan Pita y el ultimátum de los madereros por falta de vagones”, que tenían que transportar las maderas por ferrocarril y amenazaron con cerrar los aserraderos. Además conoceremos algo más del tío Antolín.

¿Cuántos pinos hay en Cuenca?

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Juan Pita desarrolló su trabajo o su vida como ayudante de Montes en el antiguo edificio conocido como Icona, que se inauguró como Distrito Forestal de Cuenca. Pasó Juan Pita a nuestra entrañable historia local como un “tipo de Cuenca”, con toda su singularidad, socarrón y bromista, casi siempre serio y a veces hasta con fuerte geniecillo; todo un personaje tras el cual se escondía una personalidad de gran memoria y excelente sentido del humor. Bajo de estatura, ancho de caderas (“en rollo y con corteza”, nos decía esbozando una sonrisa), su figura en el despacho del Distrito Forestal, con su inconfundible puro, me recordaba a aquellos personajes de peso que se hacían respetar y que, al mismo tiempo, se dejaban querer. Se sabía palmo a palmo toda la estructura de la masa forestal de Cuenca y en su cabeza (no por ancha solamente), cabían todos los datos de “la memoria colectiva” de toda la Serranía de Cuenca.

¿Cuántos pinos hay en Cuenca?

Maderadas en el río Júcar.

Al cronista le picaba la curiosidad de conocer cuántos pinos poblaban la masa forestal de Cuenca en 1974, y, en poco tiempo, Juan Pita fue desgranando los datos como si hubiera tecleado un ordenador. En lotes de carpetas estaban los datos: la provincia de Cuenca tenía una superficie de 1.706.100 hectáreas, de las cuales eran de carácter forestal 928.900 hectáreas que comprendían unos 36.000 montes, comentaba Pita. De esa superficie forestal están pobladas de pinos unas 410.00 hectáreas que contienen unos 94 millones de árboles de diámetro normal superior a los 20 centímetros, con un volumen aproximado de 28 millones de metros cúbicos de madera en pie y con corteza. Anualmente se cortan aproximadamente un millón de pinos con un volumen de 300.000 metros cúbicos, estamos hablando, repito, de 1974. En frondosos, decía Pita, se cortan anualmente 3.600 metros cúbicos. Los datos que ofrecía el ayudante de Montes se publicaron en el Inventario Forestal Nacional de 1967, correspondientes a la provincia de Cuenca, y se refieren a bosque, bosquete, matorral, cultivo, improductivo y aguas.

¿Quién era el Tío Antolín?

El 'Tío Antolín' por las calles de Cuenca. / Luis Cañas

En mayo de 1945 muchos curiosos de Cuenca esperaban la llegada del Tío Antolín. Lo cuenta el erudito conquense Luis Cañas en su libro “El coleccionista de recuerdos”. “Los conquenses esperábamos ver llegar los restos de un popular y gran serrano, le llamaban el “Tío Antolín”, que había sido abatido sin que nadie lo defendiera en plena Serranía conquense. La expectación era enorme por verlo, ya que llegaba muerto en un camión especial, pues pesaba nada menos que seis toneladas. Se trataba de un pino gigantesco. El trozo que de él venía medía 19 metros de longitud, 80 centímetros de grueso por su base y 40 centímetros por su parte más delgada. Lo llevaban camino de las fábricas de madera para descuartizarlo”. En la fotografía vemos que encima del pino vam tres personas subidas delante y dos en medio. La foto por la calle José Cobo es espectacular.

El ultimátum de los madereros

Madereros trabajando. / Luis Pascual

La historia que les contamos, de lo que era ya un aviso de la paulatina supresión de las mercancías a través del ferrocarril, ocurrió entre los días 21 al 27 de febrero de 1921. La industria de la madera era la más importante fuente de ingresos de Cuenca en aquella época. Los gancheros bajaban la madera por el Júcar hasta el puente de San Antón y El Sargal, y de ahí se llevaban los troncos a las fábricas de aserrar, que eran numerosas desde La Ventilla hasta pasada la estación del ferrocarril. Allí se apilaban costeros y láminas que se trasladaban a los vagones del tren de mercancías que hacía el servicio entre Madrid y Cuenca, pues el tramo de Utiel no se inauguró hasta 1947. El transporte ferroviario por esta zona centro los ejercía la Compañía MZA (Ferrocarril Madrid-Zaragoza-Alicante).

Pese a que Cuenca contaba con varias empresas madereras, encabezadas por los herederos de Juan Correcher, que servían como decía el anuncio “maderas de Cuenca para construcción, cajas-envases, traviesas de ferrocarril y postes”, el transporte dejaba mucho que desear y cada vez el tren de mercancías llevaba menos vagones para embarcar la madera. Cansados de denunciar esa falta de vagones, los madereros conquenses presentaron el 21 de febrero de 1921 un ultimátum al gobernador civil, Tomás Retamero, manifestando que si la compañía ferroviaria no traía más vagones a la estación de Cuenca, cerrarían las fábricas antes del día 27 de febrero.

El ambiente se caldeó y en “El Día de Cuenca” del 22 de febrero, y bajo el título “¡Vagones, Sr. Ministro!”, escribía J. M.: “Cansados de tanta chacota y jugarreta como un día y otro vienen sufriendo los patronos madereros, todos por igual, de ver almacenadas sus existencias fabricadas o en rollo, sin posibilidad de transporte ferroviario, han decidido, y ya era hora, notificar en oficio al Sr. Gobernador civil, Sr. Retamero, el cierre total de sus fábricas con el despido consiguiente de los obreros, si para antes del 27 del corriente, el ministro de Fomento, señor Espada, no ha obligado a la Compañía M.Z.A. a normalizar con vagones suficientes, las facturaciones paralizadas. Este ultimátum severo y decisivo, quizá sea el único medio viable y pronto, para herrar o quitar el banco de una vez”.

Colocando el dedo sobre la llaga y alertando sobre las consecuencias, añadía el periodista: “El conflicto entra de lleno en una fase, que ha de pesar en el ánimo del ministro y de las autoridades, porque la vida proletariada de Cuenca es la industria maderera. Paralizada ésta, vendría la emigración de la población obrera en un éxodo calamitoso. Yo sé que tenemos un sincero gobernador, que ha adelgazado el hilo telegráfico diciendo: ¡¡Vagones Sr. Ministro, vagones!! Esto tiene un límite bien cercano por cierto”, terminaba diciendo el periodista, en el sentido de que el problema podía ser solucionado.

Se había preparado para el 24 de febrero una manifestación con las fuerzas vivas, pero en una nota previa repartida por toda la ciudad, el Ayuntamiento venía a decir que el asunto estaba solucionado: “Tengo el honor de poner en su conocimiento que se ha desistido de celebrar la manifestación proyectada para el día de hoy, por haber desaparecido las causas que motivaron el acuerdo de celebrarla”.

“El Tío Corujo” (Julián de Velasco, director de “El Día”), lo dejó claro en sus ripios “De La Ventilla a Mangana” en tres líneas: Señores, no somos nada; / a la Corte a por vagones / y os cortó el ardor Espada”.Luis Espada era el ministro de Fomento y cesó el 13 de marzo. Los vagones volvieron a la estación, pero por pocos años… porque el transporte ferroviario de mercancías brilla aquí casi por su ausencia, aunque toquemos madera…

 
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