La ceguera de la violencia machista

Ponferrada

"Es un día muy importante y muy triste, pero se puede salir de esto". Con este mensaje Eva María Pereira ha querido abrir camino a las mujeres que soportan en silencio el maltrato y que se convierten en víctimas de la violencia machista.

Pereira ha conseguido, una vez más, despertar el sentimiento de rabia para quienes pueden ver en su ceguera, a causa de una paliza, la fuerza de quien ha sufrido las peores vejaciones. "El cerebro de un maltratador es muy pequeño, no es inteligente , no sabe pensar", relata quien sin embargo se sintió indefensa y convivió con la violencia durante dos años.

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Eva es la imagen que este año ha querido dar el Consejo Comarcal a la lacra de la violencia de género, que sigue sumando víctimas y que ya ha segado la vida de 40 mujeres en este 2016.

"Un 38% de los asesinatos de mujeres que se producen en el mundo son cometidos por sus parejas", recrimina el presidente del Consejo Comarcal, que ha sido el encargado de leer el manifiesto institucional de este 25N. La violencia de género es la principal causa de muerte de las mujeres de entre 15 y 44 años en todo el mundo, por delante de la suma de las muertes provocadas por el cáncer, la malaria, los accidentes de tráfico y la guerra. En el texto leído a las puertas de la institución berciana, Courel ha recordado que las mujeres con una discapacidad tienen tres veces más riesgo de ser víctimas de violencia que las mujeres sin discapacidad, y que en muchas ocasiones, como en el caso de Eva, la violencia de género es la causa de la discapacidad.

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Con un minuto de silencio trabajadores y representantes institucionales han intentado dar un paso más en la necesidad de generar conciencia social y un rechazo en bloque a la violencia de género.

Pero Eva María Pereira también ha querido aprovechar el momento para hacer una llamada a la protección de los menores. "Es la madre la que tiene que proteger a los hijos, y no los hijos a la madre", un mensaje directo a los servicios sociales que "son los que deben ayudar a la víctima de violencia de género a entender lo que en ese momento no ve y que no es otra cosa que está enseñando a sus hijos la cultura del hombre que manda en casa o de las mujeres que aguantan el dominio del hombre".

"Hoy mis hijas son mis ojos, mi alegría", actos como éste, remarca, no servirán de nada "si no sabemos respetarnos".