
Así eran las fiestas de la calle San Antonio de Vitoria en 1956
Las fiestas de vecindades y calles eran una de las distracciones preferidas en la década de los cincuenta

Carrera de patines / Archivo Municipal
En 1956 no existía la televisión, entretenimiento que hoy quita tiempo e impide dedicarse a otras actividades lúdicas. La principal distracción en casa entonces era escuchar la radio.
En Vitoria se pagaba un impuesto por la posesión de un aparato de radio, siendo unos 100.000 los receptores existentes en nuestra ciudad, que generaban un ingreso anual al Ayuntamiento de unas 400.000 pesetas. Hasta los automóviles provistos de autorradio pagaban la tasa por este concepto.
Naturalmente tampoco había ordenador, internet, play station, etc. y los niños tenían tiempo para jugar en la calle con los amigos. La economía familiar andaba muy justita para permitirse diversión y esparcimiento pagando y como mucho se iba al cine algún fin de semana. Por ello el personal se apuntaba a presenciar eventos gratuitos, como lo eran las fiestas de vecindad o de calles.
Eran muy populares estas fiestas y en algunos casos desarrollaban un programa de varios días de duración, con una asistencia a los actos de gran cantidad de gente. Una de las más importantes en aquel año - 1956 - fue la de la calle San Antonio.
Dio comienzo la fiesta a las seis de la tarde la víspera de la festividad, con disparo de bombas y cohetes, recorriendo la calle grupos de txistularis acompañados de los gigantes y cabezudos. Se disputó un partido de baloncesto entre el equipo Philips – campeón de Alava - y la Selección Alavesa y por la noche hubo una verbena con una gran asistencia de público.
El día del santo por la mañana, tras la correspondiente misa en la iglesia de San Antonio, la talla del mismo fue portada a hombros por vecinos de la calle en procesión, escoltada por algunos dantzaris del grupo Oldarki y con la presencia institucional de dos concejales del Ayuntamiento, Martín y Viana. El grupo de danzas referido hizo una exhibición de diversos bailes vascos y se dedicó al santo un aurresku de honor a la entrada del templo.

Archivo Municipal
Por la tarde hubo un inmenso gentío para presenciar los juegos infantiles, que incluían una carrera a pie sobre patines, tal como nos muestran las imágenes obtenidas por Arque.

Archivo Municipal
Así mismo causó expectación la intervención a lo largo de la calle de tres humoristas subidos en un automóvil descapotable “Biscuter”, hoy una joya para los coleccionistas de vehículos antiguos. Estaba fabricado en aluminio, costaba 25.000 pesetas, y alguno de los modelos tenía espacio para alojar a cuatro viajeros bien apretados y sin gorduras.

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La prueba ciclista en su onceaba edición fue posiblemente el acto más atractivo. Los organizadores consiguieron la participación de la élite txirrindulari de entonces, con dos equipos importantes: el mallorquín Minaco-Peugeot especialista en pruebas en velódromo, y el grupo de la S.D. Indauchu dirigida por Dalmacio Langarica, quien posteriormente fuera el responsable del prestigioso equipo vitoriano de la S.D. Kas.
La prueba consistió en dar varias vueltas a un circuito hasta completar 40 km., por las calles San Antonio, Becerro Bengoa, Cadena y Eleta, Ramón y Cajal, Manuel Iradier y de nuevo San Antonio, donde estaba instalada la meta y una tribuna para los espectadores que hoy denominaríamos VIP.
La carrera fue ganada por un componente del equipo balear, José Gómez del Moral, que empleo un tiempo de 57´ y 47´´, batiendo al sprint a Manuel Esteban. El ciclista ganador de la prueba de las fiestas de San Antonio, sería al año siguiente -1957- el vencedor de la Vuelta Ciclista a Colombia y correría el Tour de Francia en 1959, quedando clasificado en el puesto 47.
El diario Pensamiento Alavés publicó en primera página una fotografía en la que aparece el ganador de la carrera con el trofeo conquistado, junto al Sr. López de Aberásturi representando a la empresa Bicicletas Iriondo, una de las marcas patrocinadora de la prueba.

Pensamiento alavés
Las fiestas de la calle también incluyeron una prueba motorista, con 26 participantes. A lo largo del recorrido se habían colocado 25 bidones que los motoristas debían sortear en zig-zag varias veces, lo cual conllevaba cierta dificultad, produciéndose alguna caída sin mayores consecuencias. Ganaría la prueba Ignacio Corta, seguido de Manuel Esteban y José Castillo. Las motos de los participantes lo fueron de mediana cilindrada, pero hubo un vitoriano, Agustin Arbex, que concursó con un ciclomotor “Mosquito” que era una especie de bicicleta motorizada, que disponía de un motor con una cilindrada entre 38,5 y 50 cc. Logró quedar clasificado en la posición 23.
El vitoriano José Castillo tercer clasificado en la prueba, fue con el tiempo un especialista del motocros, que ganó varias carreras de la especialida, entre otros, se hizo con el Gran Premio Internacional Virgen Blanca de 1966, disputado en el circuito de El Batán. El circuito incluía varios ascensos y descensos por las laderas de la planicie de Mendizabala, lugar conocido también como monte “La Tortilla”.
Cuando se celebraban estos festejos, como el de la calle San Antonio, con presencia de mucha gente en las aceras, pasaban unos vendedores ambulantes con unas bandejas como las que se utilizan los camareros para servir en las terrazas, ofreciendo un barquillo al grito de ¡hay parisien! Algunos padres se rascaban el bolsillo y compraban para sus hijos, como mucho uno.
El parisien estaba elaborado con harina de trigo, mantequilla, agua, azúcar y otros ingredientes, teniendo un cierto sabor a anís. La masa líquida se echaba sobre una plancha caliente con estrías que le daban el dibujo. El artilugio era parecido a una sandwichera; se cerraba unos segundos con la masa dentro y se obtenía un barquillo circular, que se enrollaba antes de que se enfriara.
En la imagen que va a continuación podemos ver en 1960 a uno de estos vendedores ofreciendo el parisien, junto al edificio ya desaparecido del Casino Artista Vitoriano, que daba a tres vías urbanas: San Antonio, Plaza del General Loma y Paseo de La Florida.

Archivo Municipal
Hoy los festejos de vecindad y calle han pasado a ser fiestas de barrio, con barracas y todo. A pesar de la crisis hay más dinero en la cartera que en 1956, para gastar con los niños en los tiovivos y echar un trago.
Fotos: Archivo Muncipal de Vitoria-Gasteiz y Pensamiento Alavés
Elaboración actual del barquillo: http://www.barquillosfernandez.com/03_proceso_video_04.html
