Me estoy quitando de Cataluña

PALMA

Si esperan el comentario de ordenanza sobre la constitución del Parlament catalán, tendrán que buscar en otra parte.

Incluso si les defendiera cuestiones tan elementales como que un político elegido democráticamente no puede estar en prisión preventiva sin haber ejercido la violencia o la corrupción, ustedes me notarían el tono de hastío.

Ni siquiera voy a insistir en que la solución más fácil para Puigdemont es que le permitan votar en persona sin encarcelarlo.

Con notable esfuerzo, me estoy quitando de Cataluña.

Solo quienes han dejado de fumar pueden entender la dificultad de desengancharse del proceso.

Sé que sufriré recaídas, y que volveré a contemplar la actualidad bajo el prisma maniqueo de quienes quieren irse sin despedirse frente a quienes castigan el divorcio con la cárcel.

Cuando esté en riesgo de retomar la obsesión, recordaré los efectos secundarios de la ‘catalanitis’.

Por ejemplo, ha servido para despistarnos de la infinita corrupción del PP.

Al distraernos, los independentistas le han hecho un favor a Rajoy, así de paradójica es la política.

Y por si el tema único de Cataluña no bastara, ahora nos castigan con la tabarra de Tabarnia

Hay vida fuera del conflicto catalán, voy a explorarla.