Qué comía la realeza y cuánto costó su visita a los baños de La Isabela en 1816
Rescatamos del Archivo Histórico Provincial de Cuenca los documentos sobre una vista del Infante don Antonio, el hijo de Carlos VI y María Luisa de Parma, a este balneario en 1816
Cuenca
En la sección ‘Así dicen los documentos’ de Hoy por Hoy Cuenca hablamos en esta ocasión de las visitas reales a las Casas de Baños y de lo que comían, de las viandas que tomaban quienes acompañaban a tan ilustres visitantes a tomar los baños. Y en concreto de una visita del infante don Antonio en 1816 al balneario de La Isabela, entonces perteneciente a la provincia de Cuenca y hoy destruido por las aguas del embalse de Buendía. Nos lo ha contado Almudena Serrano, la directora del Archivo Histórico Provincial de Cuenca.
Qué comía la realeza y cuánto costó su vista a los baños de La Isabela en 1816
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En este programa veremos algunas características de estos lugares y nos detendremos en la visita que hizo en el año 1816, el Infante Don Antonio, que era hijo de Carlos IV y María Luisa de Parma, y tuvo tratamiento de Su Alteza Real Serenísima, y que pasó unos días en los Baños de Sacedón. Este Infante de España nació en el año 1764 y murió en 1865, disfrutando de una larga vida.
Hay que recordar que durante siglos Sacedón perteneció al Partido de Huete (provincia de Cuenca) y los lectores deben saber que la configuración de las divisiones administrativas se modificaron, sobre todo, a mediados del siglo XIX y, más tarde, a mediados del siglo XX, resultando de todo ello la división provincial que tenemos ahora.
Un poco de historia
Los Baños de Sacedón fueron visitados ya en tiempos de los romanos. Según un manuscrito atribuido a Agmet Ben Abdala, médico de Toledo, que tradujo Mariano Pizi, parece que existieron inscripciones en las que constaba lo siguiente: ‘Julio Graco, noble romano, padeció cinco años dolores artríticos y logró curarse con esta agua en el año 522 de la fundación de Roma’.
Otra decía: ‘Vibio Sereno, procónsul en España por el imperio romano, se curó felizmente de un humor herpético que padecía, con los baños y aguas de la ciudad de Contrebia, en el año 738 de la fundación de Roma’ (16 a C).
Y por otra: ‘Ali Ben Abdal, Ragman el Jahachari, en el año 328 de la Xaschra (Egira) se libertó de una hidropesía’.
Propiedades medicinales
Acerca de estas propiedades se conservan testimonios en dos obras tituladas ‘Teatro de la Salud, Aguas de Sacedón’ y otra ‘Espejo cristalino de las aguas de España’. En la primera de ellas se dice: ‘Sólo se trata aquí de aquellas que son dignas de estimación y alabanza por ser de gran provecho para la cura de las mayores y más reveldes enfermedades que afligen al hombre, de las quales ay en estos Reinos grande abundancia, assi de las que nacen calientes, y por essa causa se llaman termales, como de las que nacen frías, que por la participación de algunas cosas estrañas metálicas y minerales son acomodadas para sanar dichos males…’.
‘Este es el principal argumento de este nuestro libro, mas por dar la materia completa y que sanos y dolientes tengan en él universal medicina y recreo, añadimos a los baños de las aguas termales los baños de aguas simples, de que tantos usan en tiempos calurosos…’.
Y en la obra ‘Espejo cristalino de las aguas de España’, del año 1697, que escribió Alfonso Limón Montero, que fue catedrático de Medicina en la universidad de Alcalá de Henares, después de describir cómo estuvieron construidos aquellos Baños, dice: ‘Fueron antiguamente muy estimados. De ellos hace mención Ambrosio de Morales, en las antigüedades de España (…) En las villas de Buendía y Alcoçer, junto a las ruinas antiguas de una gran ciudad que allí hubo en tiempo de romanos, y ahora es un pequeño lugar llamado Santaber [actuales ruinas de Ercávica, en el municipio conquense de Cañaveruelas]. A la ribera del río Gadiella están baños naturales de agua harto caliente, y aviendo sido antiguamente muy estimados y tenidos como por las ruinas de sus edificios, parece aora están ciegos, y quando mucho sirve alguna parte de ellos para coçer linos y cáñamos…’.
Según nos relata este autor sabemos dónde estaban exactamente: ‘Están estas aguas a la ribera del río Guadiela, una legua de la Villa de Saçedón, en una pequeña dehesa cercada de algunos montes aunque baxos. Las aguas nacen brotando hacia arriba y son en cantidad grande, como el grueso de un mulso de un hombre, nacen en diversos sitios, aunque todos casi juntos con borborismo y ruido…’.
Además, describió cómo eran las aguas: ‘Son dichas aguas excelentísima para beber por ser muy puras, delgadíssimas, diaphanas y christalinas, teniendo el tacto y gusto de mucha suavidad y blandura…’.
Y, cómo no, el autor del libro probó las aguas.‘De cuya sutileza y bondad puedo asegurar por averlas bebido por ordinaria bevida más de año y medio continuadamente, imbiando por ella desde esta Universidad, la qual me traían en cántaros de varro blanco de Auñón, bien tapados, y me durava una carga dos meses, y a las vezes más tiempo, y me sucedió beberla después de traída quatro meses, y siempre estaba pura, limpia y christalina, sin hacer asiento ni tomar sabor estraño alguno, indicio manifiesto de pureza…’.
‘Son muy útiles dichas aguas para algunos rebeldes achaques, así tomadas en bevida como en baños, de lo qual y de si podrá ser útil su uso a los que están sanos diremos después de aver dicho que minerales son los que participan’.
Y nos recomienda otra obra que trata sobre la bondad de estos Baños.
‘El doctor D. Juan de la Torre Balcarcer, presbítero, médico de la familia del rey, nuestro señor, y Protomédico de su Armada, sacó a luz poco ha un tratado que dize ser del Doctor d. Fernando Infante, médico que fue de la Reyna nuestra señora, su título ‘Tratado de la salud baños de Saçedón’.
En esta obra, para quien la quiera leer o echar un vistazo, este autor continúa analizando los minerales que contienen las aguas y las enfermedades que curan.
El origen del balneario
Según leemos en estas obras sobre los baños ‘El señor marqués de Montealegre, no hallando comodidad al bañarse en ellas, hizo varias obras en baños y habitaciones, y con motivo de bañarse la reina Isabel de Braganza en 1817 se titulan Baños de la Isabela.
Esta señora aconsejó a su esposo Fernando VII fundase este Real Sitio y se empezó a hacer la nueva población con las seis manzanas de casas que tiene la plaza. Continuó la obra en octubre de 1824 y terminada en 25 de enero de 1826, por una Real Orden se le tituló Real Sitio de la Isabela, con las mismas prerrogativas que las demás disfrutan. En este año de 1860 se ha bañado en ellos Su Alteza Serenísima Doña Fernanda de Borbón, duquesa de Monpensier’.
Visita real
Con motivo de la visita del hijo de Carlos IV, y como dato curioso llegó a vivir 71 años, algo extraordinario para la época. Como consecuencia de los días que pasó en los Baños de Sacedón el Infante, toda una serie de personas se vieron implicadas en aquella visita, porque había que acompañar a tan ilustre persona y procurar que todos los preparativos estuviesen a punto para atender las necesidades de tan ilustre visitante.
Por este motivo, en septiembre del año 1816 en la Intendencia de Cuenca, que era la Administración de Hacienda en aquellos años, se inició un expediente en el que se dice el motivo de toda esta interesantísima documentación.
‘Paso a manos de vuestra señoría la adjunta cuenta y documentos justificatibos de los gastos ordinarios y extraordinarios ocasionados en la Comisión de Subsistencia y demás que he desempeñado en la villa de Sacedón, durante la permanencia de Su Alteza Serenísima en aquellos baños, en la qual van también incluidos los ocurridos a la Yntendencia del cargo de vuestra señoría.
Y sabemos, por supuesto, el montante del gasto realizado durante aquellos días, según se dice en el documento: ‘Y espero que sirviéndose pasarla al examen de la Contaduría principal se expida, hallándola conforme, el libramiento contra Tesorería de los 1.141 reales y 12 maravedís que resultan de alcanze a mi favor’.
Es decir, que este oficial de la Intendencia fue uno de los que se tuvo que desplazar a Sacedón para cuidar del adecuado alojamiento y alimentación de la comitiva del Infante, y con ello generó unos gastos, junto a la Comisión que le acompañó, que Hacienda debía reintegrarle, y para ello presenta documentación justificativa.
De esta manera tuvo que presentar la ‘Cuenta de los gastos ordinarios y extraordinarios ocurridos, no solamente en los objetos de la comisión que me fue conferida a consequencia de Real Orden de veinte y cinco de junio último para cuidar de la reunión de víveres, utensilios, hospedage, aloxamiento y demás que pudiere ocurrir al Serenísimo Señor Ynfante Don Antonio durante la permanencia de Su Alteza en los Baños de Sacedón, si también de los causados por la Yntendencia, según los documentos, a saber’.
Por estas cuentas que se presentaron a la Intendencia de Cuenca para el reintegro por ésta de lo gastado, sabemos que el Infante don Antonio estuvo en los Baños de Sacedón durante más de una semana, en el mes de agosto de 1816, porque se anotaba cada día los alimentos necesarios para el sustento del rey y acompañantes.
Además, en este expediente de la Intendencia de Cuenca constan todos los alimentos que se consumieron por aquellos integrantes de la Comisión enviada a Sacedón para supervisar que la visita de tan noble huésped resultase lo más agradable posible.
Así, sabemos en qué consistió el aprovisionamiento de alimentos y otros objetos y utensilios necesarios en la estancia de los comisionados. Y tenemos noticia de ello en la cuenta que presentó Juan de Cañada, que fue el encargado del suministro de todo aquello.
Los alimentos
¿Y qué comieron? Pues alimentos nada raros si los comparamos con nuestra dieta actual. En esas cuentas consta cebada, que se empleaba para dar de comer a los animales. Además, carne, vino, pan blanco de tahona, leche, fruta, pichones, tocino, garbanzos, huevos, aceite, pollos, capones, arroz, judías, especias, limones, lechugas, cebollas, chocolate, cerezas, azúcar, guindas, vinagre, tomates, habichuelas y jamón.
Además, otras cosas necesarias en el día a día fueron jabón, hilo y agujas. Y gracias a toda esta documentación conservada tenemos detalles tan importantes.