¿El mar se come los chiringuitos o los chiringuitos se comen las playas?

Málaga

El mar se come los chiringuitos… Ese es uno de los titulares más repetidos estos días, desde la Costa de la Luz de Huelva hasta la Costa Tropical de Granada, en Cádiz y en Málaga, una vez más en Málaga, como en 2017, con el peor temporal en veinte años, superando lo de 2015, que también había sido el peor temporal en veinte años. Ese titular, en fin, se repite periódicamente. El mar se come los chiringuitos, y paseos marítimos, pasarelas de playas, incluso algunas urbanizaciones asomadas al rebalaje.

Y yo no puedo evitar preguntarme: ¿El mar se come los chiringuitos o los chiringuitos se comen las playas?

Claro que la naturaleza, cuando se desata su energía ferozmente, puede ser inevitablemente destructiva; pero a veces los seres humanos se lo ponemos muy fácil. Se le gana terreno al mar, incluso a marismas y cauces, se construye sobre la misma playa –con el eslogan de aquel perfume: mejor cuanto más cerca– y cuando las mareas vivas coinciden con temporales, el agua vuelve a su sitio, como también sucede en los ríos... ¿Y nosotros culpamos a la naturaleza? “El mar se come…”. Hombre, al menos seamos un poco honestos al contar las cosas.

Así que aquí estamos, una vez más, como cada año, con la urgencia de regenerar las playas antes de la Semana Santa, en lugares donde vivimos de eso. En fin, habrá que declarar que vale la pena, o quizá habría que claudicar, pero al menos empecemos por decir la verdad. En esto no somos víctimas de la naturaleza, sino víctimas de nosotros mismos. Y esto va a aseguir sucediendo una y otra vez. Cada año volverá a repetirse, con sus destrozos, sus lamentos y sus promesas. The same old stoey, como dicen los americanos… la misma vieja historia.