Unos 300.000 alicantinos arropan la Peregrina 2018

Alicante

Multitudinaria, la edición de la Santa Faz de este 2018 se ha caracterizado por un fuerte control de las fuerzas de seguridad, que ha cambiado la estampa de otros años. El aviso de los últimos días sobre el férreo dispositivo para requisar alcohol, sobre todo entre los menores, ha hecho que prácticamente no se hayan visto carros de grandes superfícies repletos de botellas. La otra estampa, la de las autoridades políticas, sí ha sido la habitual, con políticos de distinto signo en la cabecera de la procesión hasta llegar al caserío.

Desde primera hora de la mañana los peregrinos recogían las cañas en el Ayuntamiento y la Concatedral, unas 15.000, a disposición de los romeros, que llenaban la Avenida de Denia; numerosos, con el tradicional blusón negro y pañoleta blanquiazul.

Aunque el viento de primera hora hacía un tanto desapacible el arranque de esta tradición que cumple 537 años, el sol finalmente se ha abierto un hueco. La réplica del lienzo con el que la Verónica enjugó el rostro de Cristo camino del Calvario salía desde la Puerta Negra de la Concatedral de San Nicolas con unos quince minutos de retraso. Antes de partir, Jesús Murgui Soriano, el obispo de la diócesis Orihuela-Alicante, oficiaba un breve oficio religioso, como es habitual desde hace años.

Muchos hacen el camino por tradición, otros disfrutan del día festivo en Alicante, pero la Santa Faz, desde luego, reconocen, es devoción. Lo dice Dolores, que vive junto al caserío y que este año ha pasado la tradición de llevar la peana de la reliquia a manos de su nieto de 9 años.

Desde el Ayuntamiento se repartían 650 litros de mistela y 650 kilos de rollitos de anís en la 'paraeta municipal'. Pero ha sido una celebración marcada por el amplio y especial dispositivo de seguridad, ya que en total, 1.200 efectivos entre Policía Local, Policía Nacional, Guardia Civil y efectivos sanitarios han velado para evitar la celebración del conocido botellón que concentra a miles de jóvenes en la playa.

Promesas descalzas y peticiones tempraneras

A primera hora de la mañana ya llegaban a las inmediaciones del Caserío peregrinos para cumplir con sus promesas, como es el caso de Yolanda, que se comprometió a hacer la peregrinación descalza si superaba una grave enfermedad, su cáncer de mama.

Tampoco cesaban la llegada de personas para realizar sus peticiones personales para el futuro, aunque algunos rogaban por otros. Es el caso de este grupo de señoras, que mencionaban también a los políticos "del país" por la mala situación por la que atraviesa España a su juicio.

En el caserío esperaba para recibir a la comitiva y poder oficiar la misa el párroco, José Luis Casanova, para quien cada edición es única, porque cambian las personas "y sus peticiones", explica.

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