Sin ética, no hay proyecto

Aranda de Duero

Tres ceses y alguna dimisión y como si no hubiera ocurrido nada excepcional. Nunca la Arandina fue más fiel a su propio perfil y a su propia identidad. Ha creado un estilo, una escuela, una forma inequívoca de hacer las cosas. Todo cambia para que nada cambie. Y no habrá elecciones anticipadas. El riesgo de perderlas es demasiado alto y nada se asumirá.

Nada se ha respetado. Nada ni a nadie. Entre los directivos dimitidos y difamados destaca la figura de Juan González. Una institución en la Arandina. El más veterano de todos los directivos. Una hoja de servicios intachable. Ha sobrevivido a todo, a crisis internas y externas. Y siempre como galante del espíritu que debiera representar e imitar cualquier club. Un hombre bueno. Una gran persona. El delegado que en años de sequía de apoyos, viajaba solo con el equipo. Solo. En cada año de historia de la Arandina CF él estuvo. Y se ganó un respeto reverencial. El que se ha merecido y le quieren arrebatar. Nadie ha defendido, sufrido o disfrutado el club como Juan González. Nadie acumula tantas experiencias ni tanta historia blanquiazul como él. En la reunión de la directiva del miércoles, tuvo que escuchar que alguien lo vio alegrarse de la derrota del conjunto ribereño en Almería y de que Carmona no alcanzase el récord de minutos sin encajar gol en competición nacional en Soria. Además de falso, es infame. El insulto lo escupe quien lo ha originado tanto como quienes no se revelaron ante una vileza que ofende. Y retrata a todos ellos. Los define.

El club responde con silencio a un cisma sin precedentes en su historia que ha generado división y fractura social. Incluso quienes respaldan la salida de los directivos cesados lamentan que no fueran todos los que cogieran la puerta de salida porque los que se quedan no son mejores que los expulsados. Una raquítica nota de prensa trata de maquillar una realidad incontestable que se está construyendo desde hace semanas y que se ha ejecutado sin escrúpulos justificando que, el fin, justifica los medios. Los ideólogos del proyecto llaman “renovación de directiva” al cese fulminante de tres históricos directivos a quienes se ha pagado con desprecio su dilatada hoja de servicios. Y denominan “profesionalizar el club” a un ajuste de cuentas del pasado que se cobran en el presente. Herodes entregó a Salomé la cabeza de San Juan Bautista para satisfacer un deseo. Pedro García y Javier Almendáriz conceden tres cabezas como primer pago para tratar de consolidar la continuidad de Javier Álvarez de los Mozos como entrenador. La lista de damnificados en este club ya no respeta ni a sus propios creadores.

Que nadie desde la Arandina asuma la responsabilidad de dar explicaciones de una decisión como la adoptada no puede calificarse precisamente de valiente. Desde luego sí es una falta de respeto al socio y aficionado al que se ha apelado para llenar El Montecillo en la fase de ascenso pero al que se aparta ahora de medidas extremas y extraordinarias. La próxima vez que sea requerido será para pagar una nueva cuota de abonado. Y la figura de la Fundación Marcet que, cada año de forma progresiva, tiene más presencia en un club que no rinde cuentas a su Asamblea de Socios.

Alguno ya muestra síntomas de arrepentimiento porque, por aquello de acción-reacción, las decisiones tienen consecuencias. Limpiar la conciencia sin rectificar es hipocresía. Y por tímido, no es creíble. Judas también besó a Jesús. De nada ha servido que se acredite que la excusa para cesar a Sergio González ha sido fabricada, es falsa y calumniosa. Pero el fin para el que ha sido diseñada, lo justifica. Es expulsado por tener contacto a través de what'saps hace dos años con un candidato a la presidencia de la Arandina que nunca ha dispuesto de esta aplicación en su móvil. Esta circunstancia es irrelevante porque es una de las cabezas que tenían que rodar para alguien que fue parido en El Montecillo, de contrastado compromiso con el club en puestos directivos durante algunos años y en las últimas cuatro temporadas inmerso en ascender y mantener durante cuatro años en Liga Nacional al equipo juvenil.

Jesús de Andrés ‘Campillo’ no ha sido una figura más en la historia de la Arandina. Cogió al club tras un descenso a Liga Provincial y se comprometió a convertirlo en referencia nacional de la Tercera División. Tuvo la visión de transformar la entidad y catapultarla a los puestos de cabeza de la categoría. Ha sido el gran motor y generador de los recursos económicos de la entidad y principal autor de una de las mejores canteras del fútbol provincial. Es la joya más preciada entre los repudiados por el presidente y secretario del club.

Luis Miguel Catalina representa la labor del trabajo a la sombra. Ninguna notoriedad pero siempre a disposición del club para lo que fuera requerido. Junto a ‘Campillo’ es expulsado con la excusa de reunirse hace dos años con un candidato a la presidencia de la Arandina.

La directiva trabaja para incorporar de inmediato nuevos elementos al equipo gestor. Se ha invitado a exdirectivos que salieron hace dos temporadas cansados de que la Arandina pareciera “el cortijo de algunos”. Ahora lo será de otros. También se busca nuevo responsable de prensa. Y nada de lo que se está haciendo tendría sentido si no fuera porque, quienes lideran esta catarsis, no tuvieran la convicción de que se hace sobre terreno seguro, es decir, la garantía de la continuidad de Javier Álvarez de los Mozos que espera acontecimientos en sus vacaciones desde Málaga.