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Historia del convento de Carmelitas: clausura, escenario de cine y museo

Rodaje de la película 'El Clavo' de 1944 en el entorno del convento de Carmelitas en Cuenca. / Archivo de José Vicente Ávila

El programa de esta semana de Páginas de mi Desván, que se emite en Hoy por Hoy Cuenca y que coordina José Vicente Ávila, se suma al vigésimo aniversario de la Fundación Antonio Pérez para contar la historia y el devenir del monumental edificio que alberga este espacio cultural.

El convento de Carmelitas: clausura, escenario de cine y museo

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Dado que se trata del antiguo convento de carmelitas descalzas tenemos que manejar varias fechas para establecer el hilo de la fundación carmelitana y la construcción del singular edificio con sus tres partes consustanciales como lo fueron el convento en sí, la iglesia con su bella portada de arco de medio punto y la Casa de la Demandadera. Hace cinco años se celebraba en Cuenca el 425 aniversario de la fundación carmelitana en Huete, que fue la raíz de la posterior llegada a nuestra ciudad de las monjas carmelitas descalzas en 1603, si bien en nuestra provincia los antecedentes de la orden teresiana nos llevan hasta 1580, hasta Villanueva de la Jara, donde la propia Santa Teresa funda el Convento de tanta raigambre teresiana. El traslado de las religiosas desde Huete a Cuenca parece que tuvo lugar el 1 de septiembre de 1603, en aquellos carros y carretas de la época, y se produjo debido a la extrema pobreza en la que vivían las religiosas, pese a la ayuda y el cariño que les profesaban las gentes optenses.

¿Dónde se alojaron las carmelitas descalzas a su llegada a Cuenca, ciudad en la que según cuenta la historia abundaban los conventos de otras órdenes?

Portada del convento con la imagen de San José decapitada.

Portada del convento con la imagen de San José decapitada. / Pascual

Los datos nos llevan hasta una casa con huerta cercana a la antigua iglesia de San Martín, gracias a la intercesión del canónigo Sebastián de Covarrubias. En ese espacio estuvieron las religiosas durante unos cinco años mientras se iba dando forma al convento en el conjunto de casas y huerta que lo formaban, propiedad igualmente de Covarrubias, que por aquellos años estaba preparando su famoso “Tesoro de la Lengua Castellana o Española”, impreso en 1611. El canónigo tenía mucha influencia y la ejerció para facilitar a las carmelitas descalzas una estancia más acorde en tan singular edificio que se fue reedificando durante medio siglo.

Según un documentado artículo de Carlos Carretero del Castillo, publicado en el número 1.000 de “Ofensiva”, bajo el título “La Clausura de Religiosas Conquenses”, el convento de Carmelitas Descalzas de San José, enclavado en los aledaños de la Plaza del Trabuco, junto a la iglesia octogonal de San Pedro y muy cerca del edificio del actual Archivo Histórico Provincial de Cuenca (que fue sede de la Inquisición y cárcel de Cuenca), fue fundado en 1603, cuando llegó a Cuenca la Madre Isabel de San José. La imagen del patriarca San José es la que se puede apreciar en la hornacina de la portada.

¿Tenemos constancia del comienzo de la vida carmelitana en el convento de la calle de Julián Romero, que casi cuatro siglos más tarde se convertiría en este espacio de arte?

Cuesta de las Carmelitas.

Cuesta de las Carmelitas. / Postales de Cuenca

Consta la fecha del 22 de junio de 1608 en la que las religiosas se trasladaron de noche, para no tener ningún protagonismo, al Convento que se había labrado en la casa cedida por Sebastián de Covarrubias, junto a la fuente de la Yedra y la iglesia de San Pedro. El convento tuvo dos remodelaciones en esos años: en 1624, a cargo del maestro de cantería Juan de Celaya, y en 1651 bajo la dirección del maestro carpintero Pedro García y el maestro albañil Antonio Velasco. La iglesia se terminó en 1646, parece ser de la mano del arquitecto conquense Francisco de Mora, con la ayuda del rey Felipe IV, que visitó Cuenca ese mismo año, y entregó 3.000 ducados. Otra ayuda fue la de Gerónimo de Aguilar con 4.000. El 3 de abril de 1646 el recinto sagrado de las carmelitas, que destacaba por los frescos del pintor Antonio Pereda, fue bendecido por el obispo de Cuenca, Enrique Pimentel, y así la vida conventual de oración y contemplación de las carmelitas descalzas en este convento que se asoma a la Hoz del Huécar, transcurrió durante unos 380 años desde que las religiosas de esta Orden llegaron a Cuenca.

A lo largo de estos cuatro siglos, ¿qué relación tenía la ciudadanía de Cuenca con el convento de Carmelitas, teniendo en cuenta su situación urbana, no muy transitada entonces?

-Pues recordando una frase de nuestro Fray Luis de León, que lo tenemos en estatua en bronce que llegaría muchos años después a los aledaños del convento, ya sin culto, llevaban su vida religiosa de clausura “lejos del mundanal ruido”. Pero claro, desde su instauración en Cuenca, todos los años, el 16 de julio, se realizaba la procesión de la Virgen del Carmen y el 15 de octubre, en la fiesta de Santa Teresa, otra procesión más íntima con la imagen de la Santa. También era costumbre que cada año, el 15 de agosto, fueran numerosos los fieles que visitaban a la Virgen Dormida en el Convento. Desde el Convento de Carmelitas la procesión del Carmen tenía su tipismo cada 16 de julio por la Cuenca alta donde numerosos fieles se daban cita en las puertas del convento, dominado por la pétrea figura de San José, para dar comienzo a la procesión carmelitana que recorría la Plaza del Trabuco, la calle de San Pedro y la Plaza Mayor, para dar la vuelta y ascender de nuevo hasta el convento. En algunos años, a partir de 1911, fecha de la aprobación de los Estatutos de la Hermandad de la Virgen del Carmen, por parte del obispo Wenceslao Sangüesa, llegaron a salir las imágenes de San Alberto, San Juan de la Cruz, Santa Teresa y la propia de la Virgen del Carmen. La actual imagen que data de 1946, es obra de Luis Marco Pérez.

Procesión de Santa Teresa saliendo desde las Carmelitas en los años

Procesión de Santa Teresa saliendo desde las Carmelitas en los años / Pascual

También parece que hubo alguna relación del convento de carmelitas con la Semana Santa y una imagen del Cristo de los Espejos, según pudimos apreciar en una Exposición carmelitana celebrada precisamente en la Fundación.

En los primeros años de la reconstrucción de la Semana Santa, desde 1940 y hasta 1943, desfiló una pequeña imagen de gran valor artístico del Cristo de los Espejos, que sigue en el convento actual como tantas obras que se expusieron en 2007 en la Catedral con el genérico título de “Callada belleza: Arte en las Clausuras de Cuenca”, muy poco conocido para el público, entre ellas dos cuadros que poco después un experto en arte atribuía a Goya. Esa relación carmelitana con la Cuenca nazarena se estableció con la Hermandad del Ecce-Homo de San Miguel, ya que la talla de Federico Coullaut-Valera, llegó a Cuenca el 8 de abril de 1941 para participar en la procesión del “Silencio”. Dado que la iglesia de San Pedro no reunía condiciones en aquellos años, al terminar la procesión la imagen del Ecce-Homo quedó venerada al culto en el Convento de las Carmelitas Descalzas. Allí permaneció durante 23 años, hasta que el 28 de septiembre de 1963 la Hermandad regresó a la iglesia de San Pedro.

Tampoco podemos olvidar que la antigua fiesta de la Ascensión, que era uno de los jueves “que relumbraba más que el sol” se celebraba la función solemne al Cristo de la Salud “Vulgo de los Almendrones” en la iglesia de las Carmelitas Descalzas, con asistencia de numerosas personas, y de la propia Banda de Música que hacía un pasacalles desde el Convento hasta la Plaza Mayor, como se recoge en una noticia de 1953, siendo director Jesús Calleja. El convento albergó a esa imagen del Cristo de los Almendrones que debido al traslado de las carmelitas a Nohales pasó a tener culto en la iglesia de San Pedro y debido a unas obras, durante algún tiempo, en las Angélicas, al igual que el Ecce-Homo.

Convento de Carmelitas en 1985.

Convento de Carmelitas en 1985. / Gaceta Conquense

En febrero de 1982 las religiosas Carmelitas Descalzas del Convento de San José, en la ronda de Julián Romero, se trasladaron con más gloria que pena, aunque dejando grandes recuerdos, y olvidando tristes sucesos, entre los muros e intramuros que se asoman a la Hoz del Huécar, al nuevo Convento en el camino de Nohales, después de 380 años, pues el edificio de Carmelitas lo compró en principio la Diputación para sede de la UIPM y del Vicerrectorado, si bien se barajó la posibilidad de que fuese Parador de Turismo, una vez que se descartó que lo fuese el edificio del Archivo Histórico, que como tal ya estaba designado, con un proyecto del arquitecto Cano Lasso. En el libro “Calles de Cuenca”, de José Luis Muñoz, editado en 1978, es decir hace 40 años, ya se podía leer, al referirse al Convento de Carmelitas, “como casa de clausura, y por tanto cerrada al público, imposibilitando por ello de contemplar uno de los más bellos rincones de la Hoz del Huécar, visible desde las ventanas y jardines del edificio”.

Una vez que se estableció la UIMP y después la Fundación, el público pudo conocer el interior y asomarse a la Hoz desde otra perspectiva. Precisamente en un reportaje que publiqué en 1991 en “El Día de Cuenca”, sobre la reconversión del Convento en Universidad de la UIPM, reflejaba que “con este reconstruido edificio, por lo que se refiere a su interior, la vida cultural de Cuenca consiguió que fuera la sede apropiada para una Universidad tan peculiar como la Internacional Menéndez Pelayo, y desde esos ventanales y balcones, anteriormente en situación de clausura, a los que no podían acceder los visitantes, los conquenses pudimos contemplar, por primera vez, el paisaje de la Hoz del Huécar desde uno de los recodos más atractivos de la propia Hoz, que durante varios siglos nadie pudo asomarse, excepto las religiosas de clausura que allí habitaban. Desde sus amplios ventanales, corredores y estrechos ventanucos se apreciaba “otra vista” distinta de la Hoz a la que estábamos acostumbrados.

No podemos olvidar aquellos cursos y seminarios de la UIPM, de manera especial “Cuenca Ciudad Global” por la difusión que tuvo. La presencia de la UIPM, dirigida entonces por el siempre recordado Ángel Luis Mota, fue vital para dar vida al rehabilitado y restaurado edificio que para la Diputación tuvo un coste de 95.000.000 millones de pesetas, a las que se incluían otro millón y medio para el desarrollo de actividades de cursos y conferencias. No cabe duda de que algunos de los Cursos más llamativos de aquellos años, entre 1985 y 1987, fueron los de “Cuenca Ciudad Global”, tanto en la Casa de Cultura como en Carmelitas, y los de las nuevas tecnologías para la radio y la televisión del futuro, que concitaron en Cuenca a los más famosos comunicadores del momento, y en mi caso tuve la suerte de poder participar en esos cursos, a través de “Gaceta Conquense”, junto a José Luis Pinos, Clara Acebes, Peñuelas o José Carlos Muñoz, con compañeros de otros medios como Luis Calvo, Alberto Martínez Casillas, José Ángel García o Mari Ros Rosado de la naciente Radio Rato.

El convento de Carmelitas, sede actual de la Fundación Antonio Pérez.

El convento de Carmelitas, sede actual de la Fundación Antonio Pérez. / Cadena SER

Y cómo no, la presencia de tantos famosos periodistas, algunos que ya son historia, que pasaron por este emblemático edificio.

Además de algunos ministros, entre ellos Virgilio Zapatero, que era diputado por Cuenca, y valedor de que estos Seminario se celebrasen en Cuenca, en la sede de la UIPM, pasaron periodistas o escritores de la talla de Luis Mariñas, Pedro Altares, Matías Prats, la voz de la radio y la televisión; Vicente Marco, creador del Carrusel Deportivo; nuestro Raúl del Pozo, Ansón, Juan Cueto, Campo Vidal, Iñaki Gabilondo, Márquez Reviriego, Pedro J. Ramírez, Lalo Azcona, Justino Sinova, Juan Roldán, Javier Nadal, Begoña García Nebreda, José Luis Tejerina, Arozamena, Matías Antolín, Magín Revillo, Paco Clavel, Manolo Ferreras, David Cubedo, Isabel Bauzá, Victoria Prego, Ángeles Caso, Martín Benítez, Hermida y Eduardo Sotillos, por citar algunos de una amplia lista.

Voz e imágenes desde un edificio conventual que iba a albergar al arte contemporáneo, sobre paredes que fueron de silencio, oración y de algún toque de campanilla.

Quien iba a decir que la recoleta iglesia o capilla serviría casi 300 años más tarde para albergar actividades como plató de televisión y salón de conferencias durante la estancia de la UIMP, y posteriormente como amplia sala de Exposiciones para obras de gran formato. La adquisición por parte de la Diputación y la utilización como sede de la UIMP e incluso por un tiempo de la Universidad de Castilla-La Mancha y desde hace veinte años de la Fundación Antonio Pérez, fue todo un acierto, pues el edificio venía pidiendo una actuación rehabilitadora con el paso del tiempo, pues se estaba deteriorando pese a la fortaleza de sus muros. Hay que tener en cuenta que existían celdas para las religiosas, así como un cementerio en los bajos rocosos que ahora albergan distintas salas de exposiciones de la Fundación.

En suma, un edificio espectacular totalmente revalorizado y muy visitado para disfrutar del arte.

Como conquenses debemos estar orgullosos de contar con este monumental edificio conventual, cuya espadaña y cruces sobre los tejados sirvieron como marco del atrezzo de la película “El clavo” en 1944, y que es una de las referencias paisajísticas tanto desde la calle del Trabuco como desde los miradores de la muralla del Castillo. En estos veinte años de Exposiciones, conferencias e incluso conciertos de la Semana de Música Religiosa en las salas de la Fundación Antonio Pérez, tenemos que destacar como Exposición extraordinaria y retrospectiva, la que se celebró en 2013, en el 425 aniversario de la fundación titulada "Carmelo de San José: una mirada al interior", que se pudo contemplar en el antiguo Convento e Iglesia de las Carmelitas durante varios meses, pues era como la “vuelta a casa” temporal de las carmelitas.

Allí se pudo ver lo que la clausura no dejaba: cómo eran las celdas y el modo de vida tan sacrificado, y al mismo tiempo se pudo contemplar parte de esa “callada belleza” de los conventos a los que sólo se puede comunicar a través del torno: cuadros, imágenes y tallas de gran valor, entre ellas el Cristo de los Espejos y la Virgen Dormida, que un día ocuparon la iglesia y estancias del convento que hoy es espacio de arte contemporáneo y que se guardan en el convento de Nohales, ya con 36 años de historia, enlazados con aquellos comienzos de 1603 en Cuenca.

 
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