Dulces, felicitaciones y regalos ¿Cómo era la Navidad en siglos pasados?
A través de los documentos conservados en los archivos históricos recreamos cómo eran las fiestas navideñas en España, qué se comía, qué felicitaciones se enviaban y los regalos que se hacían
Cuenca
El espacio Así dicen los documentos que coordina Almudena Serrano, directora del Archivo Histórico Provincial de Cuenca, y que emitimos cada jueves en Hoy por Hoy Cuenca, lo dedicamos esta vez a lo típico de estas fechas, los dulces y las felicitaciones de Navidad, como siempre, de la mano de los viejos papeles, que nos cuentan cómo se pasaban aquellos días, qué se comían, qué felicitaciones se enviaban y los regalos que se hacían.
Dulces, felicitaciones y regalos ¿Cómo era la Navidad en siglos pasados?
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Viandas y dulces
Lo que podemos saber de qué se comía y qué dulces se elaboraban, lo encontramos en documentos conservados en nuestros Archivos Históricos. De modo que vamos a hablar de almendras dulces y amargas y de almendrados. Sabemos que las almendras se vendían en diferentes cantidades: libras, onzas y arrobas.
Los encargados de su elaboración fueron los confiteros que tenían sus tablas obradores donde secaban las almendras, que además, se usaban para elaborar aceites de almendra dulce, un líquido muy apreciado en medicina porque se usaba como purgante para los niños. Se comían almendras y almendrones pelados, que también usaban los confiteros en las confituras.
En aquellas confiterías se vendían alimentos tan apetecibles como marquesillas, mazapanes, bizcochos, caramelos, peladillas o mermeladas.
El turrón se vendía como las almendras, por libras, onzas y arrobas. Este turrón era un dulce típico de Nochebuena. Esto lo sabemos porque en una casa, dentro de las compras que se hicieron en las Navidades del año 1575, se encontraba el turrón.
La elaboración de dulces y turrones tiene gran tradición en España. Veamos esta cuenta de compras que se hicieron en la casa de un conde:
7 docenas de cajas de turrón de a media libra y una docena de a libra
6 cajas de almendras peladillas, a 18 reales una. Esta compra realizada en Córdoba costó 432 reales que se tuvieron que pagar al confitero turronero, Francisco Picó en el año 1855.
Y una curiosidad de estos siglos es que el turrón también se regalaba. Así consta en los documentos, como un obsequio más de los que se hacían por estas fechas. Un ejemplo lo tenemos en el año 1751, en que se da cuenta de aquellos regalos que se hacían, como costumbre arraigada:
El correo de ese reyno no ha llegado a esta Corte, sin duda, por las muchas lluvias que aquí se experimentan, y continuando ausente el Duque, mi señor, prevengo a vuestra merced, de orden de su excelencia, que para los regalos de la Navidad próxima, que acostumbra hazer la casa, haga aprontar, de suerte que estén aquí el día quinze de diciembre venidero, treynta y dos toneles de azeite, los veinte y dos de a dos arrovas y diez de a una, castellanas, de la mejor calidad, con seiscientas cajas de turrón a dos libras, también castellanas, cada una, y que a su tiempo cuide vuestra merced de que vengan dichos géneros bien condicionados.
Otros dulces que hemos mencionado son los mazapanes, que se hacían en moldes de plomo y hay que decir que también se ofrecían en algunos bautizos, durante el siglo XVI.
Granadas
Una fruta típica de este tiempo son las granadas que también se consumían, junto a otras frutas frescas, pasas y frutos secos, que proporcionaban mucho alimento y energía. Estas frutas aparecen en una carta que se mandó al marqués de Cenete, el 5 de diciembre del año 1701, en que se incide en el hecho siguiente: Por no malograr la fruta deste pays, que en este año se encuentra poco sazonada, remito a Vuestra Excelencia esa carga de granadas, que se servirá mandar recibir en ínterin que llegan unas arrouetas de pasa y unas caxuelas de turrón…
Chocolate y chorizos
Otro ejemplo de alimentos que se ofrecían como regalo lo tenemos en este documento del año 1804, cuando un marqués repartió estos regalos:
Canales de tocino que se enviaron a una condesa, a dos abogados y a un médico.
Este marqués envió al cajero mayor un bote de tabaco y una arroba de chocolate. Cuando se mandaban los regalos siempre se indicaba en una nota de entrega el domicilio del que recibía los regalos, la calle, el número y alguna otra seña de referencia frente a la Cruz de la Plazuela.
Junto al chocolate y el tabaco también se enviaban chorizos. Este mismo marqués envió 4 docenas de chorizos a un ayudante de la Tesorería, chocolate a varios procuradores pero al médico que le asistía sólo le envió cuatro docenas de chorizos y el pago del sueldo de todo el año que le debía, sin chocolate ni tabaco.
También se elaboraban roscones, que se vendían desde el mes de noviembre, coincidiendo con la festividad de Todos los Santos en adelante. Los confiteros elaboraban, entre tantas delicias, los roscones, que eran roscas grandes, de masa, que se consumían entonces.
Otros alimentos típicos fueron las naranjas, peras, castañas, higos, pescado fresco, cabrito, longanizas y vino. Estos manjares los tenemos documentados en la cena de Nochebuena.
Felicitaciones de Navidad
Siglos atrás se felicitaba la Navidad, el Año Nuevo y la festividad de Reyes. La costumbre de enviar una carta con los mejores deseos para la Pascua de Navidad también la tenemos documentada. Hoy todo esto ha sufrido una gran transformación puesto que las nuevas tecnologías han suplido el envío de cartas y tarjetas que siempre hemos enviado, aunque hay quien no ha perdido esta entrañable costumbre de elegir, escribir y mandar un christmas navideño.
Veamos cómo eran aquellas cartas. Comenzamos por el siglo XVII, con una carta del 9 de diciembre del año 1685 que fue enviada al duque de Béjar desde Bélgica:
Señor, aunque pudiera escusar el cansar a Vuestra Excelencia, no me da lugar el tener estas Pasquas tan próximas, porque como criado tan afecto me es preciso anunciárselas, juntamente con las entradas de Años y de Reyes, que como tan interesado me olgaré las tenga Vuestra Excelencia muy felices, en compañía de my señora, la duquesa y mis señores. Yo quedo rogando a Dios me guarde la persona de Vuestra Excelencia, muchos años, como deseo y e menester.
Como el correo desde los Países Bajos tardaba unos 15 días en llegar a España, de ahí que las cartas se enviasen a principios de diciembre para que llegasen a tiempo.
Aunque algunos apuraban las fechas del calendario, como aquel que la escribió con fecha de 12 de diciembre y que felicitó así la Pascua de Navidad: Señor, si en todos tiempos he deseado las ocasiones para tributar a Vuestra Excelencia el obsequioso rendimiento que deuo a Su Grandeza (…) las próximas Pasquas del Nacimiento de Nuestro Redemptor me dan atrevimiento y motivo para anunciárselas, con la veneración y respeto que me imponen mis infinitas obligaciones, deseando que Nuestro Señor se las conceda a Vuestra Excelencia, colmados de toda felizidad, de que resultará el tenerlas proporcionadas.
En estas cartas, los interesados no dejaban pasar la ocasión para seguir solicitando gozar del favor del noble al que servían. Veamos un ejemplo:
Si Vuestra Excelencia se sirviere de admitir este tan deuido a mi atención y de continuarme su poderoso amparo, a medida de la ambición con que vino en él todas mis esperanças. Nuestro Señor guarde la Excelentísima persona de Vuestra Excelencia, los muchos y felices años que deseo y he menester. Eran las fechas apropiadas para demostrar y manifestar el aprecio que se tenía.
Otro ejemplo lo tenemos en esta carta que llegó desde Nápoles y que se envió al duque del Infantado, a finales de noviembre del año 1699. Deseo a Vuestra Excelencia, en todos tiempos, las mayores felicidades (…) pareze que este de las próximas Pasquas del Santo Nacimiento de Nuestro Redemptor llama a mi obligación para representar a Vuestra Excelencia esta verdad, y el rendimiento y veneración con que siempre estoy a vuestros pies, cuya Excelentísima persona guarde Dios en su mayor grandeza muchos años, como deseo y sus criados hemos menester.
Estas cartas se aprovechan siempre para agradecer honras recibidas, en la seguridad de que seguirán siendo tales, como la carta de cortesía que envió Juan de Velasco, capitán, a Juan de Dios Silva Mendoza, felicitando la Navidad, el 17 de diciembre de 1692, desde Bruselas.
En primer lugar, el capitán expone su agradecimiento de este modo:
La falta de conocimiento y mi mucha cortedad no me an dado lugar, asta ahora, de satisfacer esta primera obligación de ofrecerme al seruicio de vuestra merced y darle repetidas gracias de las onrras que e experimentado, guiadas por su dirección, a que eternamente viviré obligado, tanto como agradecido sin que me falte la memoria de que el duque, mi señor, me aya fauoreçido por la ynterçesión de vuestra merced.
Y, a continuación, el capitán expresa su felicitación: Y con ese seguro pasa mi rendimiento a suplicarle admita el anunçio de las Felices Pasquas de el Nacimiento de Nuestro Criador, con entradas de años nueuos y demás festividades, que se las desea mi buena ley con prosperidad perfecta salud y demás cargos.
Seguidamente, el capitán Juan de Velasco, se brinda a seguir sirviéndole, como militar que es: Esta experiencia la e visto por mí y no dudo que abrán sido y son muchos a los que vuestra merced aya patroçinado con su aussilio y su mucha caridad. Si vuestra merced me allare capaz de que le pueda seruir, le buelbo a suplicar disponga de mi persona a su satisfacción, que a mi me puede seruir de mucha gloria dar entero cunplimiento a sus órdenes asta dar la última gota de mi sangre por su seruicio y por su respeto. Guarde Dios la persona de vuestra merced felices años como deseo y yo he menester. Juan de Velasco.
En todas estas cartas comprobamos el protocolo de saludo y reverencia que se tiene con estas personas, cómo muestran su obediencia a estos nobles, y entre ellos mismos, y cómo se pide el favor y se espera ese beneficio.
Y como hemos hablado de regalos, vamos a terminar nuestro espacio navideño con una carta en la que se envían las felicitaciones propias de la Navidad y se comunica que, como regalo, se envía un loro. Esta carta fue escrita el 18 de diciembre del año 1770, en Cádiz, y dice así: Querido primo: deseo a vuestra merced felices pasquas y entrada de año nuevo, en la amable compañía de mis queridas prima, tía y sobrinos, cuia espresión hacen los chiclaneros con afectuosas memorias para todos.
El día 15 del corriente salió el loro para esa corte. Desearé que llegue con toda felicidad de que espero tener este aviso para mi consuelo. Ya dixe a vuestra merced del trato que se le ha de dar y quando se quiera oyr ponerlo a el balcón y dejarlo, que él dirá lo que es. Lleva jaula nueva, funda de bayeta.
Finalmente, saltamos al siglo XX, al año 1917, para leer una carta muy emotiva que se envió de un hermano a otro, en noviembre, desde Madrid, en la que se decía esto: Que ya está pensando su viaje de primero de año y nos dice que nos manda un regalo para Nochebuena.
Ya era ora que nos escribiera, que desde el día 13 de septiembre que recibimos carta suya con fecha del 29 de agosto. A ver si nos mandas un retrato cuando nos escribas, a ver si te conocemos, porque según dicen estás desfigurado por estar más delgado y sin bigote.
Ya no parecerás militar sino un señorito. Si estuvieras más cerca te mandaríamos unos pájaros, que se ha vuelto Basilio cazador con una red del confitero y van los domingos, él y un compañero suyo a la caza de colorines y pardillos.
Ya sólo nos queda desear a nuestros oyentes y lectores una Feliz Navidad y un muy Feliz Año Nuevo, y que, en la medida de lo posible, recuperemos algo de las Navidades de antes que todos hemos vivido, que eran tan entrañables. Es lo que hemos intentado con este espacio, recuperar esa memoria del pasado.