La plaza de Rodrigo Botet
Filántropo que donó a Valencia la colección de fósiles que propició el Museo Paleontológico
La Plaza de Rodrigo Botet
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Valencia
A pesar de las desacertadas y desproporcionadas construcciones levantadas en su fachada sur en la década de los 60 y 70 del siglo XX, la de Rodrigo Botet es una de las plazas más pintorescas del centro de Valencia. Sin embargo, conocida popularmente como plaza de los Patos por la fuente de “Las Tres Ninfas” que preside su centro, sigue conservando el encanto de la Valencia decimonónica gracias a los edificios que jalonan su borde septentrional. Este enclave histórico fue antes conocido como plaza de Sant Jordi, por encontrarse aquí la iglesia y el colegio homónimos, pero en 1903 el Ayuntamiento decidió bautizarla en honor al filántropo valenciano José Rodrigo Botet (Manises, 1842 – Madrid, 1915).
Natural de Manises y de familia industrial alfarera, Rodrigo Botet, después de varias peripecias, recaló en Argentina con 33 años, huyendo de España por su condición de carlista. En Buenos Aíres estudió Ingeniería Civil y aprovechando el despegue económico de Sudamérica, su compañía realizó grandes obras de ingeniería en Argentina y Brasil, convirtiéndose en uno de los promotores y constructores más influyentes de la época. Es en este momento cuando Botet se interesa por la paleontología y empieza a invertir en ella, comprando y recopilando los fósiles que se iban encontrando durante las obras que él dirigía. La colección de Rodrigo Botet adquirió tanta fama y envergadura, que los museos más importantes de Europa se disputaban su adquisición. Pero la idea de Rodrigo Botet fue la de donar a su patria valenciana aquella colección única, que llegó a nuestra ciudad en 1889 y que otro eminente valenciano, Eduardo Boscá, adecuó para su exposición. Los innumerables fósiles, los gliptodontes y la estrella de la colección, un Megaterio de seis metros, fueron instalados en 1908 en el Almudín, que se convirtió en el Museo Paleontológico con el que tanto soñó el ingeniero valenciano.
Los últimos negocios de Rodrigo Botet fracasaron y murió arruinado en Madrid en 1915, pero su memoria en Valencia está asegurada en la plaza y en la colección de fósiles que llevan su nombre y que hoy se pueden contemplar en el Museo de Ciencias Naturales de los Viveros.